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Emir Sader
“Populismo es decir que un peso es igual a un dólar”

Sader sostiene que en los foros internacionales Latinoamérica tiene que ir con una propuesta creada desde el Sur del mundo.
[20/12/2008]

El sociólogo brasileño Emir Sader vive estos días con mucha intensidad. No sólo porque sus ocupaciones académicas y profesionales lo obligan a desarrollar infinidad de tareas, sino porque entiende que en estos días de crisis global América Latina cuenta con una oportunidad que exige arrojo y una gran valentía. Se entusiasma al ver que la mayoría de los gobiernos de la región han implementado políticas que marcan un quiebre con los paradigmas que impuso el neoliberalismo en los ’90. Pero a la vez les exige que intensifiquen los procesos de integración y que ante los foros internacionales propongan alternativas desde el Sur del mundo. Desde un claro posicionamiento ideológico, rechaza a los que marcan una línea divisoria entre “izquierda buena e izquierda mala” y sostiene que la verdadera distinción se da entre quienes firman Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y quienes no lo hacen.

–¿Qué perspectivas ve para América Latina en este marco de crisis económica mundial?

–Estamos frente a una crisis que tiene efectos globales, que se inició en el centro del capitalismo. Comenzó en Estados Unidos, siguió hacia Europa y luego hacia Japón. Por primera vez pasa una cosa de este tamaño. Se la compara con la crisis del ’29 y aun así no hubo un quiebre de la economía latinoamericana. Probablemente la que quede más afectada es justamente la que está más abierta a hacer intercambios con Estados Unidos, como es México. En cambio, la mayoría de los países desarrolló mecanismos de integración regional, profundizó más la diversificación de su comercio internacional, disminuyó relativamente el peso del intercambio con la economía norteamericana, realizó intercambios regionales mayores y extendió del mercado interno de consumo. Todas estas decisiones hacen que los países latinoamericanos no dependan tanto como en otras épocas de un reflujo y de una recesión de la economía norteamericana. En el caso mexicano, a partir del Tratado de Libre Comercio que firmó con países de América del Norte, más del 90% de su comercio exterior depende de Estados Unidos. Imagínese lo que puede pasar ahora. Ese es un mecanismo muy antiguo de dependencia de los países latinoamericanos.

–Puede darse como sucedió en la crisis del ’30 que la salida en Latinoamérica se dé a través del surgimiento de gobiernos con una clara identificación nacional-popular y el desarrollo de procesos de industrialización autónomos?

–Está claro que las condiciones son distintas. En la década del ’20 ya se preanunciaban en América Latina fuerzas emergentes. Ahora no hay eso, sino procesos de integración regional que tienen un carácter de fortalecimiento de los Estados, de mercado interno e interregional. Hay algunos elementos en común, pero no existe ese nacionalismo que surgió a partir de los cuarenta porque incluso las economías están muy penetradas por el capital internacional. Por más que haya tendencias nacionalistas en algunos gobiernos, economías como la argentina y la brasileña tienen una apertura que implementó la globalización enorme.

–Por lo tanto no hay retorno a ese tipo de modelos económicos.

–Bueno, de alguna manera la integración regional llegó a comprometer a empresas internacionales. Hay una tensión mayor hacia proyectos de integración regional que generan choque de intereses con corporaciones multinacionales. Pero nada que sea nacionalismo con el carácter de los años ’30, ’40 y ’50.

–Usted suele señalar que en América Latina se da un escenario entre lo viejo que trata de sobrevivir y lo nuevo que no termina de abrirse paso de manera definitiva. ¿Esta crisis puede generar que ese tipo de yuxtaposición se dispare hacia alguno de los dos polos?

–Podría, pero por el momento creo que la crisis agudiza las contradicciones. Por ejemplo en el caso de Brasil, Lula tuvo que esperar hasta último momento para saber qué papel iba a jugar el Banco Central en el plan anticrisis que lanzó la semana pasada, pese a que había declarado claramente que tenían que bajar las tasas de interés. El Banco Central brasileño, como representante del sector financiero, tiene un juego propio más allá de las decisiones que tome el gobierno. Eso es una permanencia grave del pasado. Por lo tanto, me parece que se agudiza el enfrentamiento sin que exista por el momento una definición de que con la crisis uno de los dos polos vaya a ganar. Cuando se crece se puede atender a dos polos contradictorios. Pero cuando el crecimiento disminuye hay que tomar medidas que favorezcan más a un lado que a otro. El propio Lula dijo que nunca los ricos han ganado tanto ni los pobres han mejorado tanto como en estos años. Ahora habrá que ver si es posible bajar el ritmo de crecimiento contentando a dos polos antagónicos.

–¿Ve potable la participación de gobiernos latinoamericanos en las reuniones del G-20?

–Es imprescindible proponer alternativas desde el sur del mundo. En la primera reunión no había posibilidad, pero hay que hacerlo indefectiblemente en los próximos encuentros. Ir allá no debe ser para sumarse a una de las corrientes en la polémica entre las grandes potencias sino llevando una alternativa desde este lugar del mundo.

–¿Y esas alternativas pueden llegar a imponerse ante los poderosos?

–Nunca hubo una ruptura tan fuerte entre países del centro y los de la periferia. Hay que tener propuestas que posibiliten restablecer formas de alianza. En primer lugar, con la unidad del sur que con los emergentes puede generar una fuerza insospechada y que no existía en las crisis anteriores. Por lo tanto no es sólo convencer sino demostrar que hay un polo fuerte emergente que apunta hacia una eventual hegemonía alternativa hacia el futuro y con eso conseguir aliados no sólo por convencimiento sino fundamentalmente por necesidad e interés.

–¿Los gobiernos progresistas están decididos a tomar ese tipo de alianzas y estrategias?

–Hasta ahora no hay ninguna medida tomada ni propuesta clara que vaya en ese sentido.

–Desde que estalló la crisis se han intensificado los vínculos entre dos de los principales países emergentes, Rusia y China, con Latinoamérica. ¿Este tipo de intercambio se dará bajo condiciones diferentes a las que tradicionalmente se dieron con Estados Unidos o corremos el peligro de sólo cambiar de dependencia?

–No hay ninguna potencia detrás de estos dos países. Mucho más interesante que con Rusia sería profundizar los intercambios con China. Pero ni China pretende establecer tratados del tipo que se dan como con Estados Unidos. Acá hay solamente una diversificación del comercio exterior de los países de Mercosur y Unasur que por lo tanto no hacen transferir dependencia. No hay ningún mercado que tenga la atracción del norteamericano. Entonces ese riesgo creo que no existe. La línea divisoria en América Latina no es entre izquierda buena e izquierda mala, que es el argumento que utiliza la derecha con el propósito de dividir a la izquierda. La línea es a partir de los países que firman TLC con Estados Unidos y hoy sufren muchísimo y los que priorizan la integración regional. Las condiciones en las que se firman los acuerdos económicos con Rusia y China no tienen punto de comparación con el papel hegemónico que tuvo Estados Unidos. Con la gran diversificación que existe ya nunca más tendría que haber formas de dependencia de una sola potencia.

–Que Brasil esté dentro del Bric (Brasil, Rusia, India y China), los países emergentes a punto de ser potencia, ¿puede jugar en contra para una integración simétrica dentro de América Latina?

–La situación es muy delicada. Incluso actualmente hay conflictos muy concretos con Ecuador y Paraguay. Pero hay que tener en cuenta que el origen de los conflictos con estos países tiene que ver con el comportamiento de empresas privadas brasileñas. Es muy distinto que si el conflicto se diera con empresas estatales brasileñas.

–Pero de todos modos en ambos casos el conflicto llegó a esferas diplomáticas…

–Es verdad. La actitud del gobierno brasileño tiene que ser la de defender los intereses de las empresas estatales pero nunca comprometerse con el comportamiento de los privados.

–¿Le aconsejaría a Chávez presentarse a una reelección?

–Ese es un tema en el que parecería que la izquierda estuviera buscando concentración de poder. En verdad, los gobiernos progresistas se enfrentan a un poder privado muy fuerte. ¿Y cómo se definen los enfrentamientos? Con gran apoyo social, con políticas sociales y con gran capacidad de liderazgos de masas que es algo difícil de transmitir. La derecha critica la continuidad de los gobernantes progresistas pero aceptó y respaldó que presidentes como Cardoso y Menem reformaran la Constitución para alargar sus mandatos. Permitió que Fujimori hiciera lo que se le diera las ganas. Los grandes periódicos de Latinoamérica, que condenan a los actuales gobiernos por querer reelegirse, son dirigidos por familias oligárquicas que se suceden de manera dinástica en la propiedad de sus medios. Sin embargo, se arroban el derecho de decidir quién es demócrata y quién no. ¿En qué redacción de estos diarios hay democracia? ¿Por qué Octavio Frías Filho hijo dirige desde hace treinta años? Dudo mucho que sea porque es el mejor periodista de San Pablo. Dejémonos de cinismos. Los presidentes latinoamericanos son elegidos y reelegidos con las normas que ellos consagraron. Con toda la prensa en contra y sin embargo son elegidos y reelegidos.

–Es así que con total liviandad caracterizan a cualquier gobierno de populista.

–Populismo fue prometer que un peso es igual a un dólar. Cuál es el fundamento económico y político para decir que eso era así y que llevó a los argentinos a endeudarse y quebrarse. Ese es el verdadero populismo, cuando regalas cosas sin ningún fundamento. Pero para la derecha y los grandes medios de comunicación, todo lo que sea distribución de renta no les gusta y lo tildan de populismo para deslegitimarlo.

–Muchas veces esta caracterización de populistas provienen de sectores que se definen de izquierda.

–Es un grave error conceptual. Podrán no gustar los estilos. Pero analicemos los contenidos de esas políticas. ¿Quién desde una posición de izquierda puede estar en contra de que Venezuela utilice el 25 por ciento de los ingresos del petróleo para hacer política social?.

Fuente
Por Pablo Galand
Periódico Miradas al Sur
http://www.elargentino.com/nota-21157-Populismo-es-decir-que-un-peso-es-igual-a-un-dolar.html

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