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Reportaje a Chicos Banderilleros

[22/09/2008] Los menores se paran donde cae la nube de plaguicida y marcan el lugar por el que debe volver el fumigador

CHICOS ROCIADOS CON PESTICIDAS TRABAJAN COMO BANDERAS HUMANAS.
Escrito por Diario La Capita - Rosario -

’A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza’.
Gentileza de Arturo Avellaneda arturavellaneda@ msn.com
LOS NIÑOS FUMIGADOS DE LA SOJA
Argentina / Norte de la provincia de Santa Fe
Diario La Capital
Las Petacas, Santa Fe,
29 septiembre 2006

La soja trans y la salud de los niños El viejo territorio de La Forestal, la empresa inglesa que arrasó con el quebracho colorado, embolsó millones de libras esterlinas en ganancias, convirtió bosques en desiertos, abandonó decenas de pueblos en el agujero negro de la desocupación y gozó de la complicidad de administraciones nacionales, provinciales y regionales durante más de ochenta años.
Las Petacas se llama el exacto escenario del segundo estado argentino donde los pibes son usados como señales para fumigar.
Chicos que serán rociados con herbicidas y pesticidas mientras trabajan como postes, como banderas humanas y luego serán reemplazados por otros.
’Primero se comienza a fumigar en las esquinas, lo que se llama ’esquinero’.
Después, hay que contar 24 pasos hacia un costado desde el último lugar donde pasó el ’mosquito’, desde el punto del medio de la máquina y pararse allí’, dice uno de los pibes entre los catorce y dieciséis años de edad.
El ’mosquito’ es una máquina que vuela bajo y ’riega’ una nube de plaguicida.
Para que el conductor sepa dónde tiene que fumigar, los productores agropecuarios de la zona encontraron una solución económica: chicos de menos de 16 años, se paran con una bandera en el sitio a fumigar.
Los rocían con ’Randap’ y a veces ’2-4 D’ (herbicidas usados sobre todo para cultivar soja). También tiran insecticidas y mata yuyos. Tienen un olor fuertísimo.
’A veces también ayudamos a cargar el tanque. Cuando hay viento en contra nos da la nube y nos moja toda la cara’, describe el niño señal, el pibe que será contaminado, el número que apenas alguien tendrá en cuenta para un módico presupuesto de inversiones en el norte santafesino.
No hay protección de ningún tipo.
Y cuando señalan el campo para que pase el mosquito cobran entre veinte y veinticinco centavos la hectárea y cincuenta centavos cuando el plaguicida se esparce desde un tractor que ’va más lerdo’, dice uno de los chicos.
’Con el ’mosquito’ hacen 100 o 150 hectáreas por día. Se trabaja con dos banderilleros, uno para la ida y otro para la vuelta. Trabajamos desde que sale el sol hasta la nochecita. A veces nos dan de comer ahí y otras nos traen a casa, depende del productor’, agregan los entrevistados.
Uno de los chicos dice que sabe que esos líquidos le puede hacer mal: ’Que tengamos cáncer’, ejemplifica. ’Hace tres o cuatro años que trabajamos en esto. En los tiempos de calor hay que aguantárselo al rayo del sol y encima el olor de ese líquido te revienta la cabeza.
A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo. Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza’, dicen las voces de los pibes envenenados.
- Nos buscan dos productores.
Cada uno tiene su gente, pero algunos no, porque usan banderillero satelital.
Hacemos un descanso al mediodía y caminamos 200 hectáreas por día.
No nos cansamos mucho porque estamos acostumbrados.
A mí me dolía la cabeza y temblaba todo. Fui al médico y me dijo que era por el trabajo que hacía, que estaba enfermo por eso’, remarcan los niños.
El padre de los pibes ya no puede acompañar a sus hijos. No soporta más las hinchazones del estómago, contó. ’No tenemos otra opción. Necesitamos hacer cualquier trabajo’, dice el papá cuando intenta explicar por qué sus hijos se exponen a semejante asesinato en etapas.
La Agrupación de Vecinos Autoconvocados de Las Petacas y la Fundación para la Defensa del Ambiente habían emplazado al presidente comunal Miguel Ángel Battistelli para que elabore un programa de erradicación de actividades contaminantes relacionadas con las explotaciones agropecuarias y el uso de agroquímicos.
No hubo avances.
Los pibes siguen de banderas.
Es en Las Petacas, norte profundo santafesino, donde todavía siguen vivas las garras de los continuadores de La Forestal.

Fuente: Diario La Capital, Rosario, Argentina

Las Petacas: usan "chicos bandera" para la aplicación de agroquímicos
Los menores se paran donde cae la nube de plaguicida y marcan el lugar por el que debe volver el fumigador

Las Petacas.- En el marco de la cobertura en esta localidad para tratar la lucha que los Vecinos Autoconvocados mantienen para preservar el medio ambiente, y poco después de que los ambientalistas visitaran la comuna para manifestar sus reclamos, LaCapital dialogó con dos hermanos, de 14 y 16 años, que realizan tareas de "banderilleros". En un impactante testimonio los jóvenes relataron cómo es el oficio de guía que hacen en los campos cuando son rociados con agroquímicos.

La situación que relatan -más allá de estar reñida con la legislación laboral que prohíbe emplear a menores para trabajos insalubres y limita el tiempo de las tareas- violenta hasta la indignación porque vulnera los principios que todo ser humano debe enarbolar en señal de respeto por el prójimo; todo en nombre del desarrollo económico que en ciertos ámbitos parece justificar cualquier método.

- ¿Cómo es el trabajo de banderillero?

- Entrevistado 1: Primero se comienza a fumigar en las esquinas, lo que se llama "esquinero". Después, hay que contar 24 pasos hacia un costado desde el último lugar donde pasó el "mosquito", desde el punto del medio de la máquina y pararse allí.

- ¿A cuántos metros pasa el mosquito de ustedes?

- Dos o tres metros.

- ¿Qué productos usan?

- Randap, a veces 2-4 D. Tiran insecticidas y mata yuyos. Tienen un olor fuertísimo. A veces también ayudamos a cargar el tanque. Cuando hay viento en contra nos da la nube y nos moja toda la cara.

- ¿Usan guantes o protección?

- No, no nos dan nada de eso.

- ¿Cuanto les pagan?

- Entrevistado 2: Con el "mosquito" pagan de 20 a 25 centavos la hectárea y con tractor 50 centavos. La diferencia es que el tractor va más lerdo. Con el "mosquito" hacen 100 o 150 hectáreas por día. Se trabaja con dos banderilleros, uno para la ida y otro para la vuelta.

- ¿Cuánto trabajan?

- E.1: Trabajamos desde que sale el sol hasta la nochecita. A veces nos dan de comer ahí y otras nos traen a casa, depende del productor.

- ¿Los buscan siempre?

- E.2: Sí, vamos nosotros y otros dos chicos que viven acá cerca. Trabajamos más o menos tres veces a la semana en tiempos de fumigación.

- ¿Ustedes saben que esos líquidos les pueden hacer mal?

- E.2: Sí, lo aprendí en primer año de la escuela.

- ¿Qué les puede pasar?

- E.2: Que tengamos cáncer.

- E.1: Cuando volvemos tengo dolor de cabeza y de estómago y cuando estamos ahí también.

- ¿Eso lo hablaron con la gente que los contrata?

- E.2: No.

- ¿Ellos no les preguntan nada?

- E.1: No.

- ¿Cuánto hace que trabajan?

- E.2: Hace tres o cuatro años. En los tiempos de calor hay que aguantárselo al rayo del sol y encima el olor de ese líquido te revienta la cabeza. A veces me agarra dolor de cabeza en el medio del campo.

- E.1: Yo siempre llevo remera con cuello alto para taparme la cara y la cabeza.

- ¿Quién los contrata?

- E.2: Nos buscan dos productores. Cada uno tiene su gente, pero algunos no porque usan banderillero satelital.

- ¿Donde lavan los "mosquitos"?

- E.1: A veces los lavan en el campo o atrás de nuestra casas. Ahí nomás, donde antes sacábamos el agua para tomar.

- ¿El trabajo es pesado?

- E.2: Hacemos un descanso al mediodía y caminamos 200 hectáreas por día. No nos cansamos mucho porque estamos acostumbrados. Los productores no nos dan nada, nosotros llevamos una botella de agua.

- ¿Se te pasa enseguida el dolor de cabeza?

- E.1: No, tengo que venir a mi casa y tomarme una pastilla.

- E.2: A mí me dolía la cabeza y temblaba todo. Fui al médico y me dijo que era por el trabajo que hacía, que estaba enfermo por eso. La primera vez que me pasó fue antes de trabajar de banderillero, fue la primera vez que me acerqué a los líquidos.

El padre de los jóvenes también participaba en esas tareas pero tuvo que abandonar por razones de salud. "No voy más a las fumigaciones porque me agarra una hinchazón insoportable en todo el estómago", indicó.

- ¿Qué decidieron hacer con los chicos?

- Padre: Yo sabía que a ellos les iba a hacer mal a la salud. Así que apenas pude les dije que no vayan más. Total trabajan por una miseria? pero hay veces que no tenemos otra opción. Necesitamos hacer cualquier trabajo.

Sobre el final, uno de los chicos manifestó que "en caso de que no tengamos otra cosa y necesitemos plata, volveremos de bandera en la próxima temporada".

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