(CTA Pcia. Bs.As 01.02.10).

Lunes 1ro de marzo de 2010, por Mariano Vazquez*

Si no hay imagen más linda que la del pueblo en la calle, Uruguay hoy dejó varias instantáneas de singular belleza durante la asunción de José “Pepe” Mujica como presidente. Banderas nacionales mezcladas con las del Frente Amplio, familias enteras, todas las generaciones emparentadas en la pura felicidad, para dar la bienvenida al segundo gobierno de izquierda del país.

La jornada de lunes arrancó atípica: las calles de Montevideo lucían inusualmente desiertas, sin tránsito y con los negocios cerrados. Ya cerca del mediodía los vehículos seguían brillando por su ausencia y las vidrieras seguían con su cartel de “cerrado”, pero las calles se inundaron de niños, mujeres y hombres embanderados en el azul, rojo y blanco del Frente Amplio (FA) y en los colores patrios.

La ceremonia oficial comenzó hoy a las 13.50 (12.50 hora argentina) con la llegada del presidente electo José Mujica al Palacio Legislativo. Diez minutos después se entonaban las estrofas del Himno Nacional y luego, en otro de los hechos que dieron más emoción aún, a un día cargado de ellas, su esposa, la senadora Lucía Topolansky, le tomó juramento por haber sido la más votada de todos los senadores en las pasadas elecciones.

De saco y pantalones oscuros, camisa blanca pero sin corbata, el Pepe habló durante 50 minutos a la Asamblea General (senadores y diputados) en su estilo contundente y claro de sabiduría popular. Deseó que la figura de presidente electo “no se fuera de un día para otro” porque “me obliga a que no me distraiga, a que no me olvide de mis deberes”.

“Cuanta deuda tenemos aún con nuestra Constitución que con tanta naturalidad la desobedecemos”, dijo Mujica, quien también apuntó cuáles serán los cuatro puntales de su mandato de cinco años que, según él, deben ser “temas de Estado, pocos y selectos, en los que se juega el destino de la sociedad” y enumeró: “educación, energía, medio ambiente y seguridad ciudadana”.

El sucesor de Tabaré Vázquez afirmó que “no nos vamos a olvidar de los que quedaron al costado del camino”.

También clamó por la integración y la unidad: "desde el Río Bravo a las Malvinas vive una sola nación, la nación latinoamericana", sostuvo.

Caravana a “Independencia”
Pasadas las 15, algunos de los presidentes invitados fueron saliendo del Palacio Legislativo. En el amplio campo abierto en donde se encuentra, la multitud los distinguía fácilmente bajando las escalinatas. Los mandatarios de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Paraguay, Fernando Lugo; de Bolivia, Evo Morales; de Ecuador, Rafael Correa, y de Venezuela, Hugo Chávez, fueron aclamados.

Faltando 20 minutos para las 16, Mujica, junto al vicepresidente Danilo Astori, subieron a un auto que funciona a electricidad, pintado con los colores uruguayos, e hicieron una caravana lenta por las calles montevideanas hasta la Plaza de la Independencia donde se hizo la entrega de mando.

Esa recorrida se extendió durante casi una hora durante la cual los ciudadanos vivaron sin parar a Pepe. Desde los balcones lo saludaban y las calles era un mar de pueblo que no paraba de fluir. “¡Salud, Pepe, salud!”, gritaba un hombre desde un quinto piso, rodeado de su familia, y con una copa de vino de tinto en la mano.
“Esto es histórico para nosotros. Un tupamaro es presidente”, decía un hombre casi lagrimeando. Y es cierto, el fundador del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, una de las guerrillas urbanas más poderosas en los 70 y alguien que volvió de 11 años en las catacumbas de la dictadura, es el Presidente de la República.

“Vamos Pepe por el Uruguay, vamos Pepe con la gente”, cantaba la gente a su paso y al llegar a la más importante avenida de la capital oriental, la 18 de Julio, se apretujó para poder seguir acompañando a su líder, arropado por militantes del FA que hicieron un cordón humano en todos los tramos de la jornada.

La CTA participó con una delegación de altísimo nivel integrada por Hugo Yasky, Víctor De Gennaro, Adolfo Aguirre, Gustavo Rollandi y Hugo Godoy.

El cielo con las manos
Un escenario gigante se montó en el centro de la Plaza Independencia delante del monumento al libertador José Artigas. Un escritorio y dos sillas, donde Mujica recibió la banda presidencial de manos de Tabaré Vázquez. Por primera vez en la vida constitucional de este país un mandatario de izquierda le pasó el mando a otro de izquierda y en un acto público al aire libre y con una multitud acompañando. Cuando se concretó el abrazo entre ambos la multitud gritó: “Y ya lo ve, un tupamaro en el poder”.

La ceremonia no sólo incluyó la lectura del acta y el pase de banda presidencial sino que también, la jura de los nuevos ministros.

El discurso del Pepe arrancó agradeciendo “a ti, querido pueblo, con el cual están todos los compromisos”. Agregó que “hoy casi tocamos el cielo con las manos y mañana empezarán los días cansinos del trabajo, el camino al purgatorio”. Y no se olvidó de plantar bandera porque “pertenecemos a una generación de la cual quedan algunas reliquias (refiriéndose a él, su pasado de lucha y sus 74 años) de los que queríamos tocar el cielo con las manos”.

El flamante mandatario mostró en el siguiente gesto para quién se debe gobernar los próximos cinco años. Señaló hacia un costado del escenario y dijo: “Invité a un viejo ’peludo’ (cañero) de Artigas, que siempre que voy ahí paro en su casa. Es de los imprescindibles de abajo, que lleva cuarenta años de lucha y de los que nunca pide un puesto, un cargo, un laburo”.

“Este monumento (por el de Artigas) simboliza dos cosas: la unidad nacional y la conciencia latinoamericana. Este es el sentido, en la plaza pública, para que la gente lo vea”, proclamó.

Casi como un tanguero, recorriendo el escenario con el micrófono en la mano y la otra en el bolsillo, Mújica subrayó, luego de elogiar al gobierno de Vázquez: “No podemos jamás abdicar de soñar que algún día habrá en el planeta sociedades donde lo tuyo y lo mío sea lo nuestro”. Por eso convocó a “barrer la indigencia y disminuir la pobreza en un 50% y masificar el conocimiento y la cultura, sobre todo al interior segregado”.

“La mayor herencia -apuntó- que le podemos dar a las generaciones que vengan es que sean más capaces, más formados que nosotros”

En la línea de la integración latinoamericana expresó que “los dolores de nuestros hermanos son nuestros, ahí está Chile roto con una especie de azote de la naturaleza, ayer fue Haití”. Por eso hay que “estar unidos para ser solidarios”.
Pepe convocó uno a uno al “no al odio, no a la bronca, no al escepticismo, no al no se puede, no a ese crónico criticisimo, vamos a comprometernos con la realidad, nada cambia si no cambias vos, el sujeto del cambio sos vos, pueblo querido”
Y cerró contundente: “Tengo derecho a decir que los únicos derrotados son los que dejan de luchar. Viva la Patria, viva América Latina”.

Y se fue el Pepe, tranquilo, con su andar campesino, saludando con su sonrisa de poeta callejero, ovacionado por un pueblo, un pueblo colmado en su fe, en su porvenir, en su historia y en su camino. Y se quedaron mateando en rondas, flameando banderas, compartiendo una cerveza y escuchando a los exponentes de su música, Los Olimareños, Daniel Viglietti, y Agarrate Catalina. Felices.