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- 30/03/09 - Apertura del Noveno Congreso Extraordinario
Informe Politico a cargo de Hugo Yasky, Secretario General

[30/03/2009] "...La razón sirve cuando además tenemos la organización y la fuerza que da la unidad de la movilización para poder llevarla adelante, y creo que ese es el camino que tenemos. Por eso, nosotros entendemos que en esta etapa es fundamental dejar en claro que la CTA va a asumir como sujeto social en esta etapa histórica, la tarea de encabezar, de conducir, de dirigir la lucha..."

Queremos comenzar introduciendo el debate en torno a lo que es nuestra mirada acerca del momento que estamos viviendo las trabajadoras y los trabajadores de la Argentina, de nuestro continente y del mundo. Vamos a iniciar la parte deliberativa a posteriori de esto. Nosotros creemos que estamos entrando en lo que es el desarrollo de la crisis global, que muchos pretenden mostrar como la crisis producto del estallido financiero pero que en realidad, es una crisis sistémica del capitalismo a escala global, una crisis que significa el hundimiento del famoso Consenso de Washington, que tanto daño produjo a los pueblos de los países periféricos y que -de alguna manera- le abrió paso a esta suerte de movimiento ciego de los mercados, como denominan ellos a la voracidad de los grandes grupos financieros y de los grandes grupos económicos, que terminaron generando esto que hoy es una especie de pozo que todavía –para nosotros, los trabajadores- no muestra fondo.

Por supuesto, esta crisis se enmarcó el la disputa que nosotros venimos sosteniendo con nuestra lucha para tratar de reivindicar el papel del Estado. Durante muchos años se nos acusó a nosotros –la Central de Trabajadores de Argentina- de no entender en qué consistía la modernidad. Cuando a principios de la década del 90 salimos a enfrentar las políticas neoliberales del gobierno menemista, se pretendía poner a nuestra Central como una suerte de anacronismo vivo, como una parte del pasado que se negaba a morir, porque lo moderno era reconocer la supremacía de lo privado sobre lo estatal, lo moderno era achicar el Estado, lo moderno era entregarle al mercado la tarea de incluir –entre comillas- a nuestro país en el marco de lo que ellos denominaban la globalización que iba a venir después, como la salvación para nuestro país.

Nosotros, sabemos que hoy el resultado de esas políticas, significaron en la Argentina el estallido y la crisis del 2001. En la Argentina esas políticas hicieron eclosión en el 2001. Hambreados por el Fondo Monetario Internacional, hambreados por las políticas de ajuste y sometidos –como nunca había ocurrido en nuestro país- a los designios de la política –fundamentalmente- de Estados Unidos de Norteamérica. A tal punto que no nos quedó nada por hacer; desde los deberes ante el Fondo Monetario Internacional hasta mandar naves al Golfo. Esto formó parte de nuestra realidad, pero también formó parte de nuestra realidad la resistencia y la lucha del movimiento popular. Cuando muchas veces, algunos –ingenuamente- se preguntan por qué en la Argentina no existe una sola central que represente unificadamente a todos los trabajadores, hay que ir a esa historia para entender la razón. Porque la CGT de principios de la década de los 90, no solamente convalidó y fue cómplice de esas políticas, sino que se tornó en un instrumento que intentó disciplinar la resistencia de los trabajadores y las trabajadoras. En ese momento, nosotros rescatamos también una parte de la historia de la CGT, porque la CGT también tuvo páginas gloriosas de lucha. Recordábamos antes el paro del 82, y antes que eso la histórica CGT de los Argentinos y antes que eso, la resistencia, y antes que eso, las luchas del 17 de octubre y antes que eso, la lucha de los compañeros del movimiento social imbuido en la ideas del socialismo, del comunismo, del anarco-sindicalismo; eso también es nuestra historia.

Nosotros no nacimos de un repollo pero en el momento de decidir dar el paso para construir esta alternativa, nos conectamos con esa historia de gloria y de lucha, con esa historia que nunca resignó a poner a la clase obrera -como lo decía Tosco- como furgón de cola de las políticas de ningún sector de la burguesía. Y este es el compromiso que nosotros estamos desarrollando.

Nosotros creemos que en esta crisis que estamos viviendo en los países que sufrimos las políticas neoliberales y que hoy se expresa también ahí, en la cuna ideológica de esas políticas; en Estados Unidos de Norteamérica, en Alemania, en Japón, en los países del norte. En esta crisis, así como va a haber una tendencia a transferirle los costos del desastre económico que ellos generaron a las naciones más pobres, así como va a haber un intento de convertir en partícipes solidarias a las naciones que se vieron obligadas a aplicar sus recetas, así como va a haber transferencia del norte al sur, dentro de nuestros países, los grupos empresarios, los grupos dominantes, van a intentar que los platos rotos de la supuesta salida de la crisis, los terminemos pagando los trabajadores. Yo creo que –lamentablemente- éste es el panorama al que nos enfrentamos. El intento de hacer que el costo de la salida de la crisis, que el costo de esos miles de millones de dólares que se están entregando a los grupos empresarios para tratar de sostener ese famoso salvataje que ellos denominan salvataje financiero, para recuperar la credibilidad de los mercados, etc., etc., -todo ese discurso- van a pretender que el costo, salga de nosotros. En términos muy concretos, en lo que ya conocemos; las políticas de ajuste, las políticas recesivas, las políticas de pérdida de fuentes de trabajo, las políticas de pérdida del salario, las políticas de retroceso en los presupuestos para garantizar la inversión social y en las políticas de hambre para jubilados y para desocupados. Esto es lo que nosotros ya conocimos, y esto es –lamentablemente- lo que tenemos por delante.

Yo creo que hoy tenemos frente a nosotros, un compromiso inmenso. Si hubiese una fuerza organizada a nivel de nuestra nación, si fuese posible pensar en una fuerza real de la clase trabajadora a nivel internacional, seguramente esta crisis del capitalismo no terminaría reciclándose en contra de los trabajadores y del movimiento popular. Aunque ellos pretendan ocultarlo, esta es una crisis tan profunda como fue la crisis que llevó a la caída del Muro de Berlín y a la derrota del socialismo real, en los términos en los que existía en los países que nosotros llamábamos del campo socialista. Sin embargo, ellos hoy tienen todo el poder militar, todo el poder acumulado en los grandes medios de comunicación y todavía el poder económico, para intentar reciclar esta crisis a costa nuestra. Sin embargo, hay que decir que los pueblos de América Latina y del mundo, hoy están en pie de lucha. Que los pueblos de América Latina seguimos avanzando, a pesar de todo nuestra región sigue sosteniendo la existencia de un proceso de transformación social y política que escapa a las reglas de juego del imperialismo y del neoliberalismo, que tiene contradicciones, que tiene distintas expresiones pero que está ahí, latente, vivo, que se sostiene. No solamente se sostiene. Hace muy poquito pudimos vivir con orgullo el triunfo del Frente Farabundo Martí en el Salvador. Algo que hace pocos años hubiese sido poco menos que una utopía, que un imposible. Nuestros pueblos siguen avanzando, nuestros pueblos saben que todo el discurso y el canto de sirenas de los dueños del poder económico y de sus socios a nivel político y de los grandes medios de comunicación, que forman parte de ese conglomerado empresario conservador; ese canto de sirena nuestros pueblos saben, no encierra absolutamente ninguna posibilidad de resolución de nuestros padecimientos. Y este es un cambio cualitativo.

Hoy la mayoría de los trabajadores de nuestro país no cree que aplicando las políticas que nos recetaban desde el Fondo Monetario Internacional o desde el Banco Mundial, o que nos recetan todavía -con una desvergüenza que no tiene par- los llamados gurúes económicos neoliberales locales, nuestro pueblo sabe que esas recetas no conducen absolutamente a nada. Por supuesto, sería pecar de un optimismo ingenuo si nosotros pensáramos que basta simplemente con no creerles a ellos para saber que podemos construir otra cosa distinta, y este es el papel que tenemos que asumir como Central de Trabajadores y como parte del movimiento popular. Hay que construir una salida distinta, hay que construir una salida de la crisis –tanto en términos de políticas económicas como en términos de construcción de poder real de la clase trabajadora y de los sectores populares- que pueda abrir las puertas que hoy están cerradas, o que pueda abrir las puertas que hoy ni siquiera nos quieren mostrar como posibles. Los grupos dominantes nos quieren mostrar una pared que no tiene otra salida que la que ellos vayan a dibujar, y ese creo que es el gran compromiso de esta etapa en la disputa. Hoy no nos basta con resistir como resistimos en el 2001. Nosotros en el 2001 salimos a la calle y veníamos de un proceso de lucha contra los ajustes, contra el pago en bonos, contra la flexibilización laboral, etc., etc. Y todos esos contra con los que nosotros opusimos resistencia sirvieron, porque generaron esta instancia. Sirvieron hasta acá. Del mismo modo que la resistencia de los compañeros en Brasil, de los compañeros en Venezuela, del mismo modo que los bolivianos, es decir, con distintas realidades, con distintos instrumentos, pero todos con algo en común; cuestionando las políticas de los grupos dominantes, haciendo pie en el agotamiento de las propuestas de los partidos políticos tradicionales en los que la gente dejó de creer, en los que nuestros pueblos solamente vieron corrupción, entrega, manejo ominoso de los bienes públicos y finalmente, complicidad entre ellos para tratar de sostenerse. De todo eso -que fue parte de lo que nosotros pusimos en la mirada de nuestros compañeros en el momento de la resistencia- de todo eso, nosotros tenemos que avanzar en la construcción de un camino distinto. Y creo que este es el desafío que tenemos en esta etapa.

En nuestro país, en una situación que es compleja, que es difícil, por eso tenemos debate dentro del campo popular, por eso tenemos miradas que no siempre apuntan exactamente en la misma dirección. Porque estamos en una situación en la que la realidad no se divide entre blanco y negro, en una trama completa de contradicciones en la que tenemos que tratar de encontrar la forma de que el debate en el campo popular no genere fracturas. Nosotros necesitamos consolidar, fortalecer, ampliar, darle sentido a la unidad del campo popular. Por supuesto, que la unidad del campo popular no puede ser en una actitud pasiva. De nada serviría la unidad si es para quedarnos a observar cómo otros sectores toman la iniciativa para encontrar una salida de la crisis, que no va a ser otra que la restauración de las políticas más ortodoxas del neoliberalismo.

Tenemos que construir la movilización popular, construir las propuestas y construir las articulaciones sociales y políticas que nos permitan a nosotros asumir una etapa de ofensiva con iniciativa propia. Y creo que no tenemos posibilidad de elegir, esto es como decía Jauretche; hay momentos en los que uno está en la trinchera y sabe que tiene que salir de la trinchera para pasar a la ofensiva porque si se queda en la trinchera, lo pasan por arriba. Creo que hoy estamos en una situación como esa. El movimiento popular no puede ser espectador de los cambios que inevitablemente se van a dar en esta etapa. Los cambios se van a dar; se pueden dar a favor de nuestros intereses -si somos capaces de construir la iniciativa y la fuerza que hace falta, la organización-, o se van a dar en contra de nuestros intereses.

Evidentemente, la derecha ya impuso una agenda –cuando digo derecha hablo de los factores de poder, hablo de los grandes medios de comunicación que son cómplices de ellos, hablo de los grupos económicos, hablo de los grupos empresarios (tanto del sector industrial como del sector rural) que se identifican con algo que es muy claro; sostener un modelo social en el que la desigualdad y la distribución injusta de la riqueza, sean la constante- esos sectores que se identifican con sostener la desigualdad y con sostener un modelo distributivo que genera exclusión social, que genera desocupación, que genera jubilaciones que están por debajo de la línea de pobreza, esos que sostienen ese modelo, ya tienen una agenda. El primer punto de esa agenda es la inseguridad. No es casual que en estos momentos nos quieran convencer muchos de los que no advirtieron que en este país se mataba a los compañeros y se los hacía desaparecer, muchos de los que miraban para otro lado cuando denunciábamos el hambre, esos que tenían ceguera y no veían nada, ahora tienen una mirada hiper sensitiva, que descubre al milímetro -como un gran tema social a resolver- el de la inseguridad. Y esos son los que están poniendo el tema más insolidario, más individualista y el tema que más se pega con lo que es la política de mano dura en un momento de resolución de la crisis y que además, pretende estigmatizar al que es pobre, al que es joven y al que es morocho. Esa suerte de condena social que criminaliza -por si acaso- al que tiene esa condición, es la agenda que quiere poner la derecha. Y no es solamente en la Argentina, esto está pasando en otros países del mundo. El otro día hablábamos de la crisis con un economista que vino a la Central, y él nos decía que la crisis del 30 no se resolvió con el New Billy en los Estados Unidos de Norteamérica; la crisis del 30 se resolvió con el fascismo, con el nazismo, con la Segunda Guerra Mundial y con 47 millones de muertos, que fueron lo que le permitió al capitalismo resurgir de eso que era prácticamente una hoguera. Yo creo que nosotros no tenemos que subestimar ni tomar a la ligera –por más que los personeros, algunos sean grotescos, como los que suelen hablar de la farándula sobre el tema de la inseguridad- pero es un tema que puso en la agenda la derecha.

Y el otro tema que empieza a poner en la agenda la derecha es la propuesta de resolver la crisis a costa de volcar cada vez más a su favor, esta correlación perversa que existe en términos de la distribución. Cuando la Unión Industrial Argentina dice que la salida es devaluar para ser competitivos y congelar los salarios, en concreto, lo que está diciendo es que acá los que vamos a pagar con hambre la salida de la crisis, somos los trabajadores y las trabajadoras. Y cuando la Mesa de Enlace coincide en que hay que devaluar y pretende que se eliminen directamente las retenciones, para recuperar 7 u 8 mil millones de pesos de los que el Estado se apropió, está avanzando exactamente en el mismo sentido. Y yo creo que –lamentablemente- esto está sucediendo ahora. Cuando nada lo justificaba, hace tres ó cuatro meses, recién se empezaba a hablar de la crisis –por lo menos, en el Cono Sur de América Latina- y ya los grupos empresarios inventaban esto –que realmente los pone bien al descubierto en lo que son-; el despido preventivo. Estuvieron cinco años juntando la plata en carretilla, hubo cinco años de crecimiento económico en la Argentina, cinco años de crecimiento económico a tasas asiáticas, cinco años de rentabilidad extraordinaria de los sectores de la industria y también de los sectores de la producción rural, cinco años que a ellos les significaron quedarse con el 85% de lo que fue ese crecimiento económico y sin embargo, a la primera de cambio, empezaron a despedir compañeros. Empezaron a despedir compañeros porque tenían un objetivo muy claro, poner sobre la mesa las condiciones en las que íbamos a tener que discutir salario, poner sobre la mesa las condiciones en las que íbamos a tener que discutir las medidas para salir de la crisis, porque ellos con el despido preventivo –a pesar de la renta acumulada- lo que le estaban diciendo a los trabajadores es que a partir de ahora hay que discutir el salario pensando en la conservación del trabajo. Quieren volver –a pesar de que no existe todavía en la Argentina- quieren volver a la discusión que teníamos cuando había cientos de miles de desocupados, cuando no pedíamos aumento de salario porque sabíamos que por cada uno de nosotros pidiendo un aumento, había quinientos en la calle haciendo fila para entrar a trabajar por la mitad. Quieren volver a ese momento.

Y en este sentido, la política del gobierno nacional y la política de los gobiernos provinciales, no tomó la demanda que nosotros hicimos claramente cuando dijimos que era necesario asegurar un blindaje social que impida que los trabajadores vayamos a discutir en las paritarias en condiciones de desigualdad frente a las patronales. Nosotros salimos a pedir, no la doble indemnización, salimos a plantear la necesidad de que por ley –en una situación de emergencia- el gobierno dictara el impedimento del despido sin causa. Creemos que es imprescindible pararle la mano a los grupos empresarios, tenemos que generar las condiciones para que haya un blindaje social que nos permita, primero; resguardar el trabajo, segundo; terminar con otra figura que es oprobiosa y que en muchos países ya no existe más, que es la posibilidad –que sí existe en nuestro país- del despido discriminatorio. Nosotros creemos que es imprescindible asentar esto en un piso de derecho social y en esto planteamos de manera muy clara –lo venimos haciendo desde el primer momento en que hablamos de esta crisis- la necesidad de un aumento de emergencia para los jubilados -antes de que se aplicara la Ley de Movilidad- para garantizar que la mínima jubilatoria no estuviera por debajo de la línea de pobreza. Y junto con eso, una bandera histórica de nuestra Central por la que venimos y vamos a seguir peleando hasta lograrla, que es la asignación universal por hijo, la universalización de las políticas sociales. Solamente ese piso, ese blindaje social nos puede garantizar condiciones como para que realmente podamos discutir cuáles son las medidas que se toman -desde el punto de vista de las políticas públicas- para impedir que esta crisis la terminemos pagando nosotros. Pero antes es necesario generar este blindaje, porque discutir políticas de mediano plazo en medio de los despidos, en medio de la rebaja salarial, en medio de la actitud que incluso han asumido los gobiernos de las provincias y de las jurisdicciones en la discusión con el sector público que va a la baja, discutir medidas de mediano plazo en ese escenario, es querer resolver en un tiempo futuro lo que estamos cediendo y lo que estamos perdiendo en el presente de la crisis.

Yo creo que necesitamos generar las dos condiciones. Y acá viene una discusión que es muy profunda; y es poder lograr aquellas políticas públicas que garanticen para los trabajadores y para nuestro pueblo, no los intereses comerciales de los grupos empresarios, sino los intereses que tienen que ver con el bolsillo y la vida cotidiana de nuestros compañeros y compañeras. Esto hay que decirlo; por supuesto que hay casos en los que estamos viviendo la posibilidad del cierre de fuentes de trabajo, donde nosotros vamos a plantear –como lo hicimos- que haya subsidios para sostener el salario de los trabajadores. Que el seguro de empleo y formación no sea eso que hoy -en términos de cantidad y de calidad- es algo absolutamente alejado de lo que sería la necesidad mínima para sostener realmente políticas que garanticen ponerle freno al desempleo. Que la política de registración laboral, de blanqueo de compañeros en todas las provincias, se pueda llevar adelante. Pero esto, evidentemente, es una utopía imaginarlo en un escenario de retroceso en términos de los derechos de los trabajadores. Nosotros tenemos enfrente un gobierno nacional que tiene un discurso, que muchas veces apela en lo teórico al concepto de la distribución, que muchas veces plantea la figura de la distribución de la riqueza en el momento del discurso pero que en la práctica real, cada vez muestra mayor distancia entre el discurso y lo que se preocupa. Esto nosotros tenemos que señalarlo porque forma parte de una realidad que, incluso, estaba instalada antes de que la crisis internacional se pusiera como una tormenta sobre la cabeza de todos nosotros. Ya en el 2007 –y lo señalamos- había indicadores que mostraban que se había amesetado –por ejemplo- la creación de fuentes de trabajo en el sector industrial. Ya en el 2007 había también signos de que en muchos gremios de la actividad productiva, la recuperación salarial se había detenido. Esto es complejo, porque hay gremios que siguieron avanzando, algunos con mayor capacidad de presión, algunos vinculados a producción de bienes que tenían mucha salida en la exportación; ya no la tienen. Pero muchos, la mayoría de los sectores asalariados habían empezado a ver una merma en la recuperación durante el 2008. El sector público no logró todavía recuperar la pérdida salarial del 2001, después de cinco años de crecimiento. Solamente el sector docente logró avanzar en ese sentido. Y ni que hablar de los compañeros que todavía forman parte de los millones que viven en la pobreza y de los millones que viven en la indigencia. Ellos no se enteraron que pasamos por una crisis de crecimiento capitalista, y ahora se van a tener que enterar que entramos en una crisis del sistema capitalista. A ellos no les podemos pedir que esperen diez ó quince años, que a la vuelta de la crisis, por ahí se puede resolver……………….. (aplausos, )

Entonces, creo que nosotros nos tenemos que asumir como el único sujeto social en condiciones de instalar esta lucha, con dos banderas muy claras. Dos banderas que si las ponemos en alto y las visibilizamos nos van a abrir muchos caminos de alianzas; esas banderas tienen que ser la distribución con justicia de la riqueza y la eliminación de la desigualdad social. Con esas dos banderas no tenemos que tener miedo a establecer alianzas y a ……………….. (aplausos )
Yo se que estamos en un proceso que es complejo, porque este es un gobierno que tomó algunas medidas que sin duda alguna van a significar un piso importante para cualquier gobierno que quiera profundizar las políticas de la distribución de la riqueza, y en esto pongo -no solamente- lo que se hizo en el plano de los derechos humanos, en esto ubico algunas medidas que pegaron en el hueso de lo que fue el modelo neoliberal. Para nosotros –y por eso salimos a la calle y por eso reivindicamos como colorario, como parte histórica de nuestra lucha- la recuperación de las AFJP a manos del Estado, que es una medida de transformación de fondo. De la misma manera reivindicamos otras, como fue lo de Aerolíneas, de la misma manera estuvimos con los compañeros de la Central en el anuncio de la Ley de Radiodifusión, que tiene que ser la lápida de la vieja ley de la dictadura. Esas son medidas, políticas públicas, que sin duda, nos van a tener a nosotros –como Central de los Trabajadores- defendiéndolas, reivindicándolas y batallando por profundizarlas. Pero también hay que decir que hay otras medidas que este gobierno no toma y que tendrían que ir exactamente en el mismo sentido. Así como se habla de la renta extraordinaria de los sectores del campo, hay que hablar también de la renta extraordinaria de una explotación minera que es prácticamente depredatoria. Así como se avanza para desmontar una ley de la dictadura que es la Ley de Radiodifusión, hay que avanzar para desmontar otra ley de la dictadura que es la que le pone al sector financiero la garantía para seguir haciendo de este país terratenientes de turno.

Y así como reivindicamos la recuperación del sistema de las AFJP para el Estado, también tenemos que reivindicar la necesidad de que parte de esa recuperación tenga que ver con otra recuperación histórica, que es la devolución del 82% móvil para los jubilados y una jubilación digna para los compañeros y compañeras.
Para poder hacer esto, es clave la autonomía de la Central. Para nosotros la autonomía de la Central es poder decir, apoyar y mostrar aquellas políticas que vayan en un sentido de avance sin tener que hacer un silencio cómplice con aquellas otras políticas que todavía ………….. al viejo modelo del pasado. Profundizar la distribución de la riqueza, terminar con la desigualdad social; esas tienen que ser nuestras banderas. Hay muchos sectores de la vida argentina; los movimientos territoriales, los movimientos sociales que en la Central han jugado un papel clave, ¿cómo no reconocer eso?; cuando hemos podido crecer y avanzar como lo mostraban las imágenes –no solamente de Jujuy- sino de la provincia de Buenos Aires o de cualquier otra provincia donde nuestros movimientos territoriales, hoy son parte imprescindible de esta construcción militante de la Central. Pero también tenemos que recordar que hay otros movimientos sociales fuera de la Central, que hay otros movimientos territoriales, que hay movimientos de jóvenes, que hay movimientos que tienen que ver con reivindicaciones concretas; el medio ambiente, la mujer y muchas otras que son aliadas históricas nuestras pero que no están dentro de la Central. Nosotros tenemos que construir políticas, también para ellos. Y creo que en ese punto es clave el papel que le cabe jugar a la Constituyente Social. Creo que la Constituyente Social hoy puede ser el elemento articulador que nos permita a nosotros desarrollar una correlación de fuerzas que haga que el campo popular pueda seguir avanzando; este es el desafío. Yo creo que si nosotros quisiéramos simplemente cifrar en nuestra fuerza, simplemente cifrar en lo que representa la Central de Trabajadores de la Argentina, la posibilidad de dar esta pelea, evidentemente cometeríamos un error.

Necesitamos más fuerza que la que hoy tenemos. Esto no quiere decir que no asumamos las convocatorias que tendremos que asumir, aun sabiendo que a veces vamos a salir a pelear en cierta condición de desventaja, pero hay que hacerlo para seguir creciendo. Pero esto no nos puede hacer olvidar que no somos el ombligo del mundo, que tenemos alrededor nuestro necesidad de alianzas que están esperando nuestra iniciativa para que se puedan consolidar; alianzas con pequeños productores del campo, alianzas con pequeños productores de la empresa –sobre todo la pequeña y la privada-, alianzas con movimientos sociales, alianzas con movimientos políticos, porque así como hay una oposición que es la que sale en los diarios, así como hay una oposición que critica a este gobierno no por sus errores, sino por sus virtudes, así como hay una oposición que quiere volver a tener relaciones con los países del primero mundo, y no con los “impresentables” –como dicen ellos, hablando de Evo, de Chávez, etc.- así como hay una oposición que se quiere prestar rápidamente al juego de los grupos empresarios para liberarlos de las cargas que –supuestamente- les pone sobre los hombros el Estado. Así como está esa oposición que sale todos los días en la televisión, en la radio y en los diarios; hay otra oposición que no aparece todos los días en la radio y en los diarios, y nosotros tenemos que construir con esos compañeros. Muchos de ellos están acá en este momento, participando del inicio de este Congreso, y a muchos otros habrá que ir a buscarlos. Nosotros necesitamos expandir la fuerza del campo popular y tenemos que tener claro que lo hacemos desde la autonomía, porque no vamos a ponernos al servicio de la política gobernante, ni de la política de la UIA, ni de la política de la Mesa de Enlace, ni de la política de ningún partido opositor.

Vamos a ponernos al servicio de la clase trabajadora, que es la que nosotros representamos. Esto significa construir desde la decisión de que no nos aíslen, lo peor que nos podría pasar es que nos muestren como elemento marginal, como elemento que no sabemos de qué estamos discutiendo. Por eso es que tenemos que hacer un esfuerzo enorme en la tarea de formación, nosotros tenemos que estar en condiciones de ir a cualquier programa, en cualquier provincia nuestros compañeros –que nos representan- a discutir de igual a igual con un empresario y a demostrarle que lo que está diciendo es mentira. Y lo tenemos que hacer con solvencia, porque este es un momento donde también es clave el tema de la formación, el tema de capacitar a fondo a nuestros cuadros, que creo que es una de las cuestiones que vamos a ver en los próximos tramos. Y por supuesto, la movilización popular; nosotros podemos tener los mejores argumentos, los mejores informes, los mejores números y las mejores razones, pero la razón en manos de los débiles, es un argumento que nadie escucha. La razón sirve cuando además tenemos la organización y la fuerza que da la unidad de la movilización para poder llevarla adelante, y creo que ese es el camino que tenemos. Por eso, nosotros entendemos que en esta etapa es fundamental dejar en claro que la CTA va a asumir como sujeto social en esta etapa histórica, la tarea de encabezar, de conducir, de dirigir la lucha en un momento el que –como nunca- en la historia de nuestro país, estuvieron enfrentados dos modelos de sociedad. Creo que estamos en el punto de la divisoria de aguas en el que clara, nítidamente, aparecen dos modelos de sociedad enfrentadas; el modelo de sociedad de los que quieren que la riqueza siga quedando para unos pocos, el modelo de sociedad de los que quieren tolerancia 0 con los pobres y el modelo de sociedad de los que queremos tolerancia 0, pero con la pobreza. Los que queremos distribución, los que queremos justicia social, los que queremos un pueblo que pueda ir a la escuela, un pueblo que pueda tener el hospital a mano, un pueblo que tenga el trabajo digno, un pueblo que tenga la jubilación digna. Ese es el camino y el compromiso que nosotros tenemos por delante. Todo esto que yo acabo de verter en el informe, es el resultado de la discusión del colectivo que forma parte de la conducción nacional de la Central. Es el resultado del debate y es la síntesis, el punto de encuentro en las definiciones de políticas de este debate. Y en consecuencia con esto, nosotros creemos que es necesario reafirmar el camino de la construcción con las centrales sindicales de los países hermanos de América Latina.

Que no definan los grupos empresarios el modelo de integración, porque el modelo de integración de ellos es igual a negocios y es igual a ley de la selva. Que definamos los trabajadores de cada una de nuestras naciones, en el marco de la comunidad de intereses que defendemos, un modelo horizontal, realmente solidario, que signifique generar el espacio y la acumulación en términos de recursos económicos, en términos de recursos militares y en términos de recursos políticos, que nos permita discutir con el imperialismo, en condiciones absolutamente distintas a las que lo hicimos en los 90; cuando estaba Menem, Bucarám y todos los personajes grotescos que gobernaban nuestras naciones. Hoy creo que estamos en condiciones de asumir una nueva realidad como movimiento popular. Y en esta búsqueda de avanzar en la lucha, nosotros entendemos que es imprescindible para reinstalar en la discusión pública, para poner en la agenda del debate –que van a querer hacerlo pasar todo por la cuestión electoral, van a querer que todo se posponga hasta que en este país el cronograma electoral se cumpla, van a querer mostrar una realidad que es simplemente la que tiene que ver con las encuestas acerca de los candidatos y no con la que estamos viviendo todos los días-. Creemos que en ese camino es imprescindible que la Central de los Trabajadores de la Argentina, resuelva –después de la marcha de mañana- un plan de acción que tenga como primera medida un día nacional de lucha con paros y movilizaciones, que se desarrolle en el mes de abril y en el que nosotros digamos; la crisis no la vamos a pagar los trabajadores.

Para concluir compañeros, pedirles también –lo vamos a debatir- pero creo que sería muy importante complementar esta propuesta que le hacemos al congreso de la Mesa, que el congreso faculte a la conducción nacional de la Central, a la posibilidad de la convocatoria de un paro nacional, en caso de que no encontremos las respuestas necesarias. Nosotros, compañeras y compañeros, creemos que estamos en un momento clave en nuestro país y en nuestro continente, creemos que hace falta fortalecer la unidad del campo popular, creemos que tenemos que construir desde nuestra condición de clase, como trabajadores, la fuerza que permita abrir camino a políticas que profundicen y garanticen la continuidad del proceso que hoy se vive en América Latina. Retroceder, ceder posiciones, tener que renunciar a alguno de nuestros planteos –aunque fuera sólo parcialmente- sería el peor de los errores.

Creo que los grupos que identificamos como factores de poder, la derecha; la derecha religiosa, la derecha que habla por los medios, los sectores que quieren volver a las viejas épocas, aprovecharían cualquier vacilación del movimiento popular. Y esto requiere unidad, esto requiere que los que tenemos distintas miradas sobre la situación, pongamos por delante aquello que nos une. Nosotros no hacemos el paro contra un gobierno o contra el otro; muchas veces nos quieren meter en esa discusión, cuando hablamos del paro en capital federal si es Macri, cuando es en provincia de Buenos Aires con Scioli o cuando es en Santa Fe, con Binner. Nosotros desde la autonomía y preservando la unidad, luchamos por esos intereses de clase que nos unifican en el momento en el que sufrimos pero que nos unifican más todavía, en el momento en el que podemos avanzar. Y creo que hoy estamos en condiciones de avanzar.
Gracias compañeros y compañeras, y ojala en el debate podamos encontrar un camino mejor.

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