html. CTA - Central de los Trabajadores Argentinos - Un momento clave para la clase trabajadora

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- 14/03/09- Hugo Yasky en Santa Fe
Un momento clave para la clase trabajadora

[14/03/2009] Discurso del secretario general de la CTA, Hugo Yasky, en el 2º CONGRESO ORDINARIO Y 4º EXTRAORDINARIO CTA SANTA FE Sábado 14 de marzo de 2009 Salón ATE-Casa España Santa Fe

Buen día compañeras, compañeros. Es una alegría y una emoción también, compartir este congreso que para nosotros marca el inicio de un debate a lo largo y a lo ancho de todo el país.

En asambleas como esta vamos a estar debatiendo en èste que todos sabemos, es un momento clave para la clase trabajadora, para el movimiento popular, porque estamos entrando en un terreno en el que, sectores que son los que representan al gran poder económico, sectores que son los que representan a esas viejas fuerzas hegemónicas de la política tradicional conservadora de nuestro país, ven la posibilidad de empezar a recuperar posiciones.

Pero antes de entrar en el análisis, quería hacer una reflexión. Miraba el homenaje a Marta Rodríguez, nuestra entrañable compañera de ATE y además de la CTA, y miraba el homenaje a los Jóvenes de la CTA y yo pensaba que habíamos elegido bien el inicio del congreso, porque de alguna manera reconocer la militancia en la figura de Marta, la militancia esa que viene de la historia de nuestras luchas, de la generación del ’70 que fue un puente con las luchas anteriores de nuestro movimiento popular. Y ahora, reflejar también la continuidad de esa lucha en los jóvenes, es una manera de poner en primer plano algo que es clave, y es el papel de todos ustedes, compañeras y compañeros, que son los militantes de nuestra organización.

No se construye política de transformación, sin militancia. Se pueden construir políticas desde los grupos empresarios, se pueden construir políticas desde los grandes medios de comunicación, se pueden construir políticas desde las usinas ideológicas, sean de la curia o de cualquier otro sector. Para esas políticas, no hace falta militancia. Pero esas políticas siempre reflejan los intereses de las minorías. Siempre nos llevan al mismo punto de partida, a la desigualdad. La única manera de construir políticas para la igualdad, la única manera de construir políticas para terminar con la explotación, la única manera de construir políticas para terminar con la pobreza y la miseria, es a través de la militancia. El poder que nosotros tenemos es el poder de la militancia. Es el poder de construir unidad, de construir fuerza organizada y de construir la movilización que nos permita llevar adelante esto que nosotros portamos como un mandato histórico y que se sintetiza en dos cuestiones: luchar por una mejor distribución de la riqueza y luchar para terminar con la desigualdad social.

Si nosotros tuviéramos en la Argentina protagonistas con real poder para avanzar en la concreción de estos dos objetivos, evidentemente no estaríamos como ahora, viendo venir la crisis del capitalismo desde el norte, alertando que los trabajadores no vamos a ser los que paguemos esta crisis. Porque en tanto y en cuanto no exista el poder de la clase trabajadora y de los sectores populares para encontrarle a esta crisis una salida que no dañe los intereses de los que menos tienen, está claro que la ecuación con la que se va a intentar resolver entre comillas la crisis, va a ser con más hambre y más miseria. Por eso creo que es absolutamente acertado haber elegido para empezar este congreso, el homenaje a la militancia. A la militancia histórica, a la militancia juvenil. Es la síntesis que nosotros necesitamos fortalecer.

No va a haber crecimiento de la Central, no va a haber posibilidad de construir correlaciones de fuerzas que nos permitan avanzar a los sectores populares, si no hay militantes dispuestos a luchar día a día como lo hacen ustedes. De manera anónima, sacrificada, en el barrio, en la fábrica, en el hospital, en la escuela, en la oficina, en la calle. Esto es lo que nosotros necesitamos fortalecer. El primer compromiso, la primera tarea que tenemos los que somos conducción, es poder fortalecer la militancia generando dos cuestiones que son básicas: primero esa legitimidad que hace que el militante crea que es posible lucha y que es posible ganar. Uno nunca lucha si sabe de entrada que va a perder. Siempre cuando le decimos que vamos a luchar, como decían los jóvenes en los testimonios, es porque estamos convencidos que el sacrificio que implica la militancia y hasta la decisión de entregar nuestras vidas, si fuera el caso, explica y tiene sentido en saber que es posible cambiar esta historia. Y nosotros lo que debemos construir es esa certeza, esa certidumbre de que estamos cambiando la historia, para que muchos otros que todavía miran desde afuera esta película, entiendan que no son espectadores de lo que nos va a pasar sino que pueden ser protagonistas de lo que nos va a pasar para que lo que nos pase no sea lo que quieren los dueños del poder, si no para que lo que nos pase sea lo que necesitamos las mayorías populares.

Porque creo que ésa es la disputa en este momento. Es un momento difícil. Ayer mismo, la Presidenta de la Nación anunció la decisión de presentar un proyecto para tratar que se adelante el cronograma electoral para el mes de junio. Por supuesto, yo creo que esta presentación tiene que ver con un lado con una especulación estrictamente electoral, tiene que ver con elegir la oportunidad y con el oportunismo de mover el cronograma electoral en función de lo que se considera el mejor escenario. Como lo han hecho también otros jefes de estado en otras jurisdicciones. Pero tiene que ver también con una realidad que se señaló insistentemente y es la realidad de la crisis en la que empezamos a entrar en la República Argentina. Por supuesto cuando uno dice “en la crisis en la que empezamos a entrar” en realidad tiene que hacer una mención a que esa crisis en términos de pobreza y de padecimiento de desigualdad social ya estaba instalada en nuestro país. En realidad, nuestro país, antes de que se hablara de crisis en los países capitalistas tenía ya cerca de 14 millones de pobres. Y un sector de pobreza estructural y un sector de indigencia de casi 4 millones de argentinas y argentinos. Eso estaba de antes.

Tuvimos cinco años de crecimiento económico a tasas “asiáticas”, como dicen los especialistas, pero no se llego a resolver la existencia de 14 millones de argentinos viviendo bajo la línea de la pobreza. Hubo recuperación salarial en algunos sectores de trabajadores, esto es cierto. Hay gremios, sobre todo de la actividad privada, que del 2002 a la fecha lograron recuperar varios puntos de su participación en el reparto de la renta nacional.

Dan cuenta de ello, por ejemplo, algunos gremios de la industria, como los aceiteros, los metalúrgicos, los del neumático, etc. En el sector estatal, esa recuperación fue, más parcial. Hoy tenemos, por ejemplo, en el NEA y en el NOA todavía compañeros que trabajan como porteros de escuelas o enfermeros en los hospitales cobrando con dos “planes trabajar”. En La Rioja, por ejemplo, donde tendría que haber trabajadores del estado con convenio, hay trabajadores públicos que cobran con dos planes trabajar. Tenemos una inmensa desigualdad entre los que son, por ejemplo, los salarios en la nación, los salarios en algunas provincias que son más ricas y lo que son los salarios en el NEA y en el NOA donde la diferencia es abismal. Pero no solamente en eso tenemos diferencias en el sector público, tenemos diferencias hasta en el valor de las asignaciones familiares. La asignación por hijo que está a $135 a nivel de la nación, está a $35 en Formosa. Y el sector estatal no recuperó, al igual que el sector privado su nivel de ingreso.

Y en ese sentido nosotros encontramos a esta realidad una explicación, y es que el modelo distributivo que se aplicó en la Argentina no terminó de romper el molde preexistente a la crisis del 2001. En el 2001 que se produjo algo que paradójicamente en medio de la crisis nos terminó beneficiando. Qué fue lo que se produjo: que la Argentina dejó de ser solvente para los acreedores externos. Y tuvo que saldar, desconectándose financieramente del mundo, esa falta de solvencia. Y al haber quedado insolvente frente a los organismos financieros internacionales, tuvimos que desconectarnos y empezar a crecer con lo nuestro. Y paradójicamente eso, que para los “gurúes” del neoliberalismo nos condenaba, fue lo que nos posibilitó empezar a recuperar niveles de producción y niveles de inversión del producto bruto interno como nunca antes había sucedido. Hay un período de 50 años anteriores al 2003 a lo largo del cual nunca se habían logrado los niveles de inversión para favorecer la actividad interna como se lograron en este período. Es decir que nosotros pudimos crecer cuando nos desconectamos de la lógica del mercado financiero internacional. Cuando dejamos de recibir a las delegaciones que venían del Fondo Monetario Internacional y que se instalaban en el Sheraton Hotel durante una semana y pasaban lista de los deberes que tenían que realizar nuestros gobiernos y en función de eso después nos calificaban.

Esto significó que se pudo avanzar en la recuperación salarial. Pero dentro de un modelo que no terminó de romper la lógica de acumulación del neoliberalismo o del capitalismo en esta etapa neoliberal. Y al haberse mantenido esa lógica, cuando se llego a una desocupación de un dígito porque se empezaban a recuperar puestos de trabajo, se reinstaló como consecuencia la dinámica de la lucha salarial, que para muchos de nosotros, que aunque tenemos unos cuantos años de lucha en el sindicalismo, era casi una postal del pasado. Nosotros, conocimos la lucha contra el congelamiento, la lucha contra el recorte salarial, la lucha contra el recorte jubilatorio, la lucha contra el recorte de la antigüedad, la lucha contra el recorte de los derechos del estatuto del empleado público, etc., etc., era siempre la lucha contra. No era la lucha por mejorar las condiciones laborales, la lucha por mejorar el salario. Esto recién lo comenzamos a ver cuando empezamos a tener la desocupación en un dígito. Por qué? , porque cuando existe el ejército de reserva de los desocupados, la reivindicación salarial desaparece. Porque el patrón, sea el estado o sea el privado, se sienta frente al trabajador y le dice “ahora tenés que cambiar estabilidad laboral por salario”, “ahora tenés que ceder en tu demanda salarial porque yo afuera tengo una fila de millares de desocupados que van a trabajar por la mitad de lo que vos me estás pidiendo a mí ahora”. Esta era la vieja dinámica que nosotros conocimos.

Y la gravedad de los tiempos actuales, la gravedad de esta crisis en ciernes sobre nuestras cabezas es que nos puede depositar exactamente en el mismo escenario. Ya está pasando. Ya pasó por ejemplo en el conflicto de Paraná Metal y en el de otras muchas fábricas. Y ya hoy el empresariado empezó a plantear que llegó el momento de sincerar la situación.

Por supuesto, ellos rápidamente se han adelantado a los tiempos de la crisis. Ya han generado despidos preventivos. Por qué, porque el despido preventivo les permite a ellos dibujar esta correlación de fuerzas en la que el sector de los trabajadores, el sector laboral, a pérdida. Por supuesto, no es casual que en este contexto pretenda reverdecerse la Mesa de Enlace y la demanda de esos grupos agrarios que hoy representan un nuevo sujeto económico en la argentina que está pugnando por establecer su hegemonía.

Y ahí se está construyendo, o está intentando tomar forma una alianza entre los grupos concentrados que representa la Sociedad Rural, los nuevos sujetos ricos de esta historia que son en gran parte los que representa la Federación Agraria, los pool de siembra, los señores estos, los “Zares del Glifosato” que aparecen ahora como personeros de grandes multinacionales, los que están en el negocio de la exportación de la soja. Todos constituyéndose en un nuevo sujeto económico que trata de establecer sus intereses como modelo para la totalidad del país. Ellos quieren construir una Argentina que vuelva al viejo modelo perimido de la Argentina agroexportadora. Una Argentina que establezca la hegemonía del monocultivo de la soja y de algunas otras variables y que esté modelada a la medida de sus intereses.

Por eso no es casual que hayan aparecido el año pasado con la fuerza con que lo hicieron, que hayan irrumpido en el momento en que los precios se habían disparado, producto justamente de la especulación financiera que hoy se devora a las economías capitalistas, y que hoy, cuando el precio baja, porque como la especulación baja y se va cayendo y se va acercando a su valor real, a lo que tendría que valer el petróleo, a lo que tendría que costar en serio la soja como cualquier otro comoditie de estos que se exporta, hoy que esos precios están bajando, vuelven a la carga. Pero vuelven a la carga en un escenario distinto. En un escenario de crisis.

Ayer nosotros salíamos a responderle a la UIA y a la Mesa de Enlace. Porque aunque parezca que no pueden tener intereses contrapuestos, porque el sector industrial prefiere tener los precios de los alimentos baratos, porque si los precios de los alimentos son baratos, el precio de la mano de obra de los que necesitan alimentarse, también va a ser barato, esta es la contradicción que tienen entre ellos. Aunque también hay que decir que muchos de estos industriales sueñan con calzarse las bombachas y la botas de dueño de campo. Muchos invierten en este sector con lo cual ya no es tan clara, como era antes, que se decía “de este lado está la burguesía nacional, de este lado la oligarquía…”, en el medio ahora la especulación financiera, los fondos de inversión, etc., etc., generan un montón de vasos comunicantes. Por eso, el único sector que no se expidió claramente en el momento del conflicto del campo, el que guardó silencio, fue el sector de la industria, donde muchos de ellos también comparten intereses.

A pesar de sus contradicciones, coinciden en algo. En este momento hay que devaluar el peso. Y devaluar el peso como ellos piden, de manera salvaje, llevar el dólar a $4 o $4.50 como quieren, porque dicen que hay que ser competitivos, porque cuando más devaluado está el peso para ellos es más fácil vender afuera. Si esto se produce, evidentemente se pulveriza el salario de los trabajadores. Volveríamos a lo que fue la salida de la crisis del 2001. Quién la pagó, de dónde se paga ese piso en el que rebotamos y vuelve a crecer la economía, la pagamos los asalariados. Los únicos que no tuvimos red, los únicos que no fuimos subvencionados, los únicos que no tuvimos respaldo de los recursos del estado para compensar la inmensa pérdida que significó la devaluación que pulverizó los salarios, fuimos los trabajadores.

Hoy están planteando que el gobierno tiene que devaluar. Y ahí coinciden. La UIA dice más, dice “devaluar con congelamiento salarial”. Es decir, con postergación de la paritaria. Por supuesto, no lo van a decir con un lenguaje tan directo como el que empleo yo. Ellos dicen “posterguemos las discusiones paritarias”, “aplacemos las discusiones paritarias”, lo que quiere decir, congelemos los salarios por el tiempo que sea necesario. Congelamiento salarial con postergación de las paritarias o congelamiento salarial con la eliminación de las retenciones, como quiere la Mesa de Enlace, llevan a lo mismo: miseria para nuestro pueblo. Porque la eliminación de las retenciones, no solamente significaría que el estado no tendría los recursos que hoy posee para volcarlos en, por ejemplo, la posibilidad de sostener los salarios caídos, como en Paraná Metal o General Motors, y muchas otras empresas en las que hoy están pagando con parte de los fondos del estado. Esos fondos del estado surgen de esas retenciones. Eliminar las retenciones sería no contar con esos fondos, pero sería otra cosa todavía peor para el conjunto. Que es liberar, prácticamente, el precio de los alimentos. Es decir, poner el precio de los alimentos al mismo nivel de precios de los países a los que se exportan esos alimentos. Porque ninguno, de no existir retenciones, querría vender carne en la Argentina, cuando si la vende en el mercado europeo la vende en un valor 4 o 5 veces más alto.

Entonces, creo que nosotros estamos en un momento en el que se mezclan viejos problemas de arrastre, los que tienen que ver con un modelo distributivo que genera desigualdad, los que explican lo que fue el crecimiento económico en los últimos cinco años, en los que creció mucho la economía, crecieron un poco algunos salarios, y creció mucho la desigualdad social. Es decir, la distancia entre los que más ganan y los que menos ganan, la distancia entre los que más tienen y los que menos tienen, también creció. A pesar de que fue un ciclo de vacas gordas durante cinco años seguidos, por eso seguimos teniendo indigencia y seguimos teniendo pobreza. Pero estos viejos problemas no resueltos, hoy se juntan con los nuevos problemas, que son los que vienen de los países del norte.

Cuál es el nuevo problema que viene de los países del norte: es el desmoronamiento de un modelo económico que fue el que instauró el neoliberalismo, que liberó al capital financiero, le cortó al capital financiero el hilo que lo unía hasta antes del neoliberalismo con lo que tenía que ver con la producción, empezó a generarse dinero ficticio. Antes el capital servía para generar alguna actividad productiva que como consecuencia de la comercialización del producto significaba volver a recuperar ganancia. El neoliberalismo instala una lógica económica por la cual se puede prescindir de esa etapa que es la de producir para vender y genera condiciones en las que el dinero puede producir dinero. Por ejemplo, a través de distinto tipo de especulaciones. La burbuja inmobiliaria de los Estados Unidos, es solamente una de ellas. El valor altísimo del petróleo, que llegó a estar 5 o 6 veces más alto que lo que tenía que ser su verdadero precio, eso es la especulación, dinero que hace dinero. Hoy eso cayó.

No es como nos dicen “el estallido de la burbuja”, no. Es el estallido de un sistema. Es el estallido de la economía de los países capitalistas. Que va a generar, como ya está generando, desocupación en masa, que va a generar destrucción de la riqueza, que va a generar exclusión a nivel planetario, y que va a generar, sin lugar a dudas, las condiciones para que, aunque sea paradójico, aunque sea irritante, aunque a uno se le haga un nudo en la garganta de indignación, lo que va a generar es justamente las condiciones para que, los que generaron la crisis y se quedaron con la ganancia, otra vez la vuelvan a descargar sobre los que padecieron la crisis y ahora van a tener que pagarla con peores condiciones todavía. Esta es la lógica de ellos.

Si no hay intervención de los sectores populares organizados, si no logramos que la clase trabajadora y el movimiento popular les patee el tablero, si no logramos disponer un programa de salida de la crisis que no sea el de los especuladores financieros y el de los capitalistas, otra vez, van a terminar resolviendo sus problemas sobre nuestras cabezas.

Y esto es muy concreto. Otra vez va a ser retroceso en lo niveles de inversión del estado. Otra vez vamos a ver a las provincias emitiendo bonos. Ya la vimos a la película esta. Otra vez van a haber recortes salariales en el Estado. Ya, hoy, la dureza de Macri en la discusión con los docentes, la dureza de Scioli en la discusión con los docentes y la dureza de otros gobernadores del país que se han sentado arriba de la caja. Está mostrando cuál va a ser la política que viene.

Porque el estado, en la discusión con sus trabajadores termina por asumir el mismo discurso del empresario privado. Hoy el estado está diciendo “bueno muchachos, olvídense de la recuperación salarial porque ahora hay que garantizar que la escuela pueda funcionar, que el hospital funcione, y hay que bancársela como viene”. Esa es la lógica.

Yo creo que el gran desafío que tenemos ahora, en este año es ése. Por supuesto, nosotros la única oportunidad que tenemos de intervenir para tratar de que la flecha que dispararon y está en el aire no se nos clave en el medio del pecho, es generando la posibilidad de construir la capacidad de movilización de nuestro pueblo, la capacidad de instalación de nuestros representantes en la discusión pública y la capacidad de poner en discusión temas que tengan que ver con los intereses de los sectores populares, a través de la organización y a través de la convocatoria al conjunto de los sectores que coinciden con nosotros.

Y hay, hoy un solo sujeto social en la Argentina en condiciones de encarar esta tarea. Y esa es la Central de Trabajadores. Por supuesto que después tendremos que hablar en qué condiciones estamos para hacerlo. Porque no son las mejores condiciones. Porque no nos podemos engañar entre nosotros. Hoy nosotros no representamos, por ejemplo, a una fuerza poderosa dentro de lo que es el sector obrero industrial. Somos todavía una fuerza incipiente. Hoy no tenemos tampoco el paraguas de la legalidad que nos permita incursionar decididamente en ese terreno. Porque el no tener personería gremial de alguna manera nos ata un poco las manos en esta pelea. Con eso no quiero decir que no la vamos a dar, pero quiero decir en qué condiciones la vamos a dar.

No es casual que los sectores empresarios presionen sobre el gobierno igual que algunos sectores de la burocracia sindical, para que esa personería gremial no sea otorgada a pesar del fallo de la Corte Suprema.

También tenemos que decir que la CTA tiene todavía carencias de tipo organizativas. Pero a pesar de todos estos problemas no existe en el país otra expresión nacional en condiciones de asumir la tarea histórica que hoy hay que asumir. Y que es plantear otro modelo de resolución de la crisis. No la hay. Porque la CGT lo que va a hacer es tratar de replegarse sobre los gremios que tienen convenio para tratar de evitar que haya que pagar el mayor costo en términos de crisis. La CGT va a discutir con la UIA. Pero eso que en algún momento es una ventaja, que la CGT se pueda sentar con la UIA, en un momento como este es un límite. Porque nosotros no podemos acordar con la UIA por el tema de la devaluación salvaje y el tema de la postergación de paritarias. Por qué no podemos acordar. No solamente porque tenemos que mantener el mandato histórico que es el salario, que ya sería una poderosa razón. Tampoco lo podemos hacer porque si cae el poder de compra de los trabajadores, si cae el poder de compra de los empleados públicos, si cae el poder de compra de los jubilados, como pretenden ellos que caiga, deja de haber mercado interno. Y entonces le vamos a sumar a la recesión que nos generó la falta de demanda de productos por parte de los países de Europa que bajaron la persiana, a esa recesión externa le vamos a sumar la recesión interna, que va a generar el hecho de que como la gente no tiene plata en el bolsillo, se compra menos, se fabrica menos, se vende menos. Es decir, desaparece el mercado interno. Si caen las exportaciones y cae el mercado interno, entramos en el peor de los mundos para los sectores populares que es la recesión.

No es casual que en este escenario se empiecen a fortalecer alianzas de la derecha. No es casual. Si estuviésemos en un escenario de avances de los sectores populares en términos de condiciones de vida, sería muy difícil que los sectores de la derecha pudieran hoy mostrar como están mostrando, su decisión de avanzar para tratar de reapropiarse del gobierno. Porque hasta ahora lo único que cedieron fueron los espacios de gobierno. No cedieron los espacios que ellos han ganado a nivel de medios de comunicación, a nivel de detentar el poder económico y otros niveles.

Pero no es casual que hoy reaparezca la derecha. No es casual que hoy aparezca fogoneado el discurso de la seguridad. El discurso más antisocial, más regresivo en términos de construcción solidaria, es el de la seguridad. Porque remite al individuo que baja las persianas, y que ve en el otro al sospechoso que lo puede venir a joder. Un discurso que se hace todavía peor cuando criminaliza el color moreno de la piel de los sectores populares. Más peligroso todavía porque al color moreno de la piel le suma la edad: si son jóvenes y son morochos es más peligroso todavía. Y más peligroso y reaccionario todavía porque le suma a eso la discriminación social: si son jóvenes, son morochos y son pobres, prácticamente están criminalizados.

Y yo creo que a esto nosotros lo tenemos que ver como parte de una misma realidad. No son cosas que se dan separadas. No son circunstancias ni producto de la casualidad que se instale el discurso de la inseguridad, que se comiencen a gestar alianzas de la derecha y que estén fogoneadas por los grandes medios de comunicación, que son los que de alguna manera hoy asumen la voz que no tienen los partidos de la oposición. Porque como son tan mamarrachos los engendros que están haciendo para tratar de conformar una oposición que tenga una voz coherente, lo que hoy reemplaza esa falta de voz, en tanto sigan balbuceando, hasta tanto puedan asomar con una cabeza, son los grandes medios de comunicación. Son los editorialistas de los diarios de la derecha, son las Susana Jiménez, y todos estos personajes faranduleros que han aparecido en los últimos días.

Y yo creo que nosotros en este plano tenemos una enorme responsabilidad. Porque no es verdad que no haya salida para los sectores populares en el marco de esta crisis. A favor nuestro juega un entramado de fuerzas que en la región ha construído un piso más alto de derechos para los pueblos de América Latina. Eso no lo podemos dejar de ver. Lo mismo que decíamos en el 80 aniversario del Che, la unidad de los pueblos de América Latina es estratégica.

En el último Foro Social Mundial hubo 5 presidentes: Evo Morales, Correa, Chávez, el obispo Lugo y Lula. Cinco presidentes en lo que fue la asamblea principal del Foro. Y esos cinco presidentes reivindicaron el valor de la política y el valor de la lucha social que expresó históricamente ese Foro en un mandato que consta de estas dos cuestiones de las que hablábamos al principio. Ellos dijeron “tiene sentido” estar en los gobiernos si junto con ustedes y por la fuerza de ustedes somos capaces de luchar por una distribución de la riqueza mucha más justa y contra la desigualdad social. Y Lula dijo “la crisis no la vamos a pagar con el sudor y con la penuria de los trabajadores” y ésa tiene que ser nuestra consigna.

La crisis no la vamos a pagar los trabajadores. Tenemos que convertir esa consigna en movilización, en luchas. En cada conflicto donde tengamos que dar una respuesta sera a partir de esa consigna, y tenemos que estar en condiciones de convertir esa consigna en una serie de propuestas de políticas públicas o de medidas concretas que estemos en condiciones de demandarle a los gobiernos.

Porque muchas veces dicen “y bueno, pero qué se puede hacer, si esto es así, todo lo que ustedes dicen está bien, es injusto, no corresponde, es terrible que en el mundo el poder financiero haya hecho este descalabro, todo eso está bien, ahora cómo salimos de esto”. Y nosotros tenemos que estar en condiciones de decir cómo salimos.

Hay que prohibir los despidos sin causa. Esto que nosotros planteamos cuando dijimos que tiene que haber un blindaje social, hay que reafirmarlo y repetirlo en cada marcha, en cada declaración, en cada reunión, en cada encuentro barrial… Hay que prohibir los despidos sin causa. Hay que generar una legislación contra los despidos discriminatorios.

Ayer tuvimos noticias de un diálogo entre el Ministro de Trabajo y líderes de la CGT que se escandalizaban porque supuestamente estaría por salir un nuevo fallo de la Corte Suprema de Justicia que prohíbe los despidos discriminatorios. Claro, cómo no se van a escandalizar muchos de ellos, si justamente, ése vacío legal que en otros países no existe, fue lo que posibilitó la tradicional complicidad entre las patronales y algunas burocracias sindicales, no todas, que, de acuerdo, como en una especie de pinzas, siempre eliminaban de los puestos de trabajo a aquel delegado o delegada que intentaba construir un camino distinto. Una vieja historia del movimiento obrero en la Argentina. Ya en un libro, que se los recomiendo a los jóvenes, muchos lo deben haber leído, “Quién mató a Rosendo”, de Rodolfo Walsh, en el último capítulo se describe la metodología del vandorismo y cómo se eliminaron centenas y miles de trabajadores y luchadores en los puestos de trabajo durante la resistencia peronista y después fue una práctica casi instalada. Nosotros tenemos que luchar contra el despido discriminatorio.

Hay que exigir un blindaje social. No a los despidos sin causa, no a los despidos discriminatorios, si a la universalización de la ayuda social. Las políticas sociales, no pueden seguir administrándose para sectores que no dejan de ser un pequeño recorte del conjunto. Hay que modificar esa lógica. La asignación universal por hijo. La beca-escuela como se paga en Brasil. Para que los jóvenes y los chicos puedan estudiar. El seguro de empleo y formación que no tiene que ser como ahora, una migaja para un pequeñísimo universo, sino que tiene que ser una ayuda real para aquel que lo necesite. Este tipo de medidas, que se tienen que solventar con fondos del estado, son las que en este momento tienen que generar un piso de derechos sociales. Por otra parte es necesario poner en practica el anunciado megaplan de obras públicas, que se iba a inundar el país de zanjas para meter caños de cloacas, tubos de gas, viviendas populares, ese megaplan de obras públicas, que existió en la conferencia de prensa pero que hoy no existe en la realidad, es también una necesidad que nosotros tenemos que reclamar como clase trabajadora.

Porque hay que generar fuentes de trabajo. Porque hay que respaldar la posibilidad de que la pequeña y mediana empresa, que es la que se mueve cuando empiezan a generarse fuentes de trabajo vinculadas con la obra pública, pueda activarse porque es la que más toma empleo.

Subsidiar a los grupos empresarios sin exigir contrapartida es quemar el dinero del pueblo argentino. Esto ya lo hizo Bush antes de irse. Billones y billones de dólares, cifra que si se la hubiesen dado a cada habitante del planeta repartida por lo que son, ahora estaríamos en el mejor de los mundos. Billones de dólares que se tragaron, se los tragó la tierra, los hicieron desaparecer. Esa política, en chiquito, acá también se hace. Los empresarios, lo primero que hacen es, rápidamente, generar el despido preventivo. Porque el estado va como el bombero atrás del incendio. Pone la plata. Pero la plata con la que hoy están pagándole el salario a los compañeros de Paraná Metal, o a los de la General Motors, sale del bolsillo de todos nosotros. No es que los empresarios dijeron “vamos a hacer un fondo anticrisis, cedemos un poco de nuestra rentabilidad, devolvemos parte de lo que nos llevamos durante estos cinco años, (que se la llevaron en pala), y con eso hacemos un fondo para que cuando en una fábrica haya que cubrir salarios lo cubrimos con la plata nuestra”. No, es la plata de todos nosotros la que cubre los salarios. Y eso tiene un límite en el tiempo. Yo creo que también esto explica el adelantamiento de las elecciones. Yo creo que después de junio van a venir situaciones mucho más difíciles, y tenemos que prepararnos para ellas. Porque la crisis va seguir y no hay la posibilidad de que a una empresa como la General Motors, el estado nacional le pague salarios durante un año, durante dos años, durante tres años, por ejemplo

Entonces creo que la razón de ser de esta demanda nuestra, del blindaje social, de este programa de medidas para salir de la crisis, tiene que ver con que hay que ir a algunas reformas estructurales sin las cuales es imposible que el estado tenga recursos. Y esto es clave que nosotros lo incorporemos como parte de nuestra militancia. No son ladridos a la luna. Nosotros necesitamos reformas estructurales. Si no se cambia el modelo, vamos a seguir reproduciendo esta situación en la que los empresarios se benefician del subsidio estatal, los trabajadores quedamos en la calle y reciben los fondos de seguridad social solamente sectores muy minoritarios.

Y esas reformas estructurales son muy concretas. Hace falta una nueva ley de entidades financieras. Hay que ponerle gravamen al flujo financiero y al capital financiero. No puede ser que haya impuesto para los que trabajan y que no paguen impuestos los que están en la timba financiera en nuestro país. Hay que controlar el movimiento de capitales. Hay que lograr que esto que hizo que muchos progresistas, entre comillas, del campo pusieran el grito en el cielo, por favor, era un pecado que el Estado intente intervenir para regular el comercio de granos y para empezar a tener la posibilidad de que los pequeños y medianos productores y que el pueblo que depende del consumo de alimentos, tengan ciertas garantías. Eso también hay que plantearlo. Hay que plantear la necesidad de tener un sistema bancario con control del estado. No la joda que existe en la Argentina, a partir de lo que fue la irrupción de las políticas de Menem y del neoliberalismo. Hay que lograr una política que establezca controles sobre la explotación minera. Hay que reapropiarse de resortes claves para manejar otra vez los recursos energéticos. Y hay que generar un nuevo contrato social que establezca las condiciones de un modelo distributivo más justo.

No puede ser que hayamos terminado por aceptar como algo natural e inevitable que la diferencia entre los que más ganan y los que menos ganan en lugar de ser de uno a diez, de uno a quince, sea de uno al infinito como es ahora en Argentina. Es decir, hay que buscar otra lógica del reparto de la renta nacional. Si no, esto no se resuelve. O mejor dicho, si no esto se resuelve siempre del lado que quieren los que tienen la sartén por el mango: con hambre, con desocupación, con salarios de hambre.

Creo que este es el compromiso que nosotros tenemos por delante. Por supuesto, uno puede tener las mejores razones, los mejores argumentos, pero si no tiene la fuerza para imponerlos es lo mismo que si no los tuviera. Y esto es el gran compromiso que tenemos en esta etapa: construir la fuerza para que estas cosas que nosotros decimos se puedan empezar a discutir.

Construir la fuerza significa elegir los mejores momentos y las mejores condiciones para salir a pelear. A veces, uno no puede elegir. A veces, uno está en la trinchera y sabe que tiene que salir aunque va a ir a perder, porque sabe que si se queda adentro de la trinchera es hombre muerto. A veces, no se elige. Pero también tenemos que tratar de ser inteligentes y elegir nosotros. La derecha, la burguesía, los que tienen el poder, siempre eligen el momento en que accionan sobre los sectores populares. Nosotros tenemos que empezar a elegir el momento y la forma.

El día 31 vamos a salir a luchar en el marco de una jornada continental o, mejor dicho, vamos a salir a movilizarnos. Porque si digo luchar, parece que luchamos solamente el día 31 que es cuando salimos a la calle, no, luchamos siempre. El día 31 lo vamos a hacer saliendo a la calle, en una marcha, justo cuando termine el Congreso, en una marcha que se hace junto con todas las centrales de América que tiene como consigna “Los trabajadores no vamos a pagar esta crisis”. Y vamos a ir al Ministerio de Trabajo junto con representantes de unas 15 centrales que de distintas partes del mundo van a venir, del mundo. Y así se va a estar haciendo lo mismo en distintos países de América, lo convoca la CSA que es la Confederación Sindical de las Américas, y lo convocan los compañeros de Nuestra América, que las organizaciones que hoy están nucleadas a partir de lo que era el viejo esquema de la SM. Tenemos que llegar a profundizar estas acciones continentales y tenemos que llegar a profundizar esta unidad. Pero por supuesto, con esto no alcanza.

Por eso, vamos a discutir, como parte del plan de acción, una primer jornada de movilización y de lucha en el año 2009, como Central de Trabajadores, para salir a exigirle al gobierno nacional, a los gobiernos provinciales, para salir a ponernos en frente de la UIA y en frente de la Mesa de Enlace, para decirle al bloque dominante que a esta crisis hay que resolverla con más salario, con mejores jubilaciones, con más presupuesto para la educación, para la salud, con más presupuesto para los fondos sociales. Con menos recesión y con más mercado interno. Y con reformas estructurales de fondo. Y ahí tenemos que elegir nosotros el momento y la forma en que vamos a dar esa pelea. En el momento nos vamos a poner rápidamente de acuerdo, creo que tiene que ser en abril. Y en la forma, vamos a discutirlo. Algunos compañeros proponen que sea en el marco de un paro nacional convocado por la CTA. Y otros creemos que tenemos que buscar la expresión en una jornada nacional de lucha que garantice que la mayor cantidad de compañeras y compañeros, sean industriales, obreros, sean del sector público, sean desocupados, sean estudiantes, puedan participar. No nos interesa convocar a un paro en el que después nos cuenten las costillas y aparezcamos escuálidos porque hay sectores de la industria que hoy ya están parados. Va a ser muy difícil que algunos compañeros puedan volcarse a ese paro. Si en el camino hasta el Congreso vemos que eso se puede garantizar, por supuesto, acá el problema no es no convocar al paro. Si vemos que podemos garantizar que la inmensa mayoría de nuestros compañeros puedan bancar eso, entonces iremos por el paro. Ahora, lo que no vamos a hacer es colgarnos de una consigna para después mostrar una CTA que después sale partida a dar esa lucha. Porque ese es el mayor regalo que le podemos hacer a la derecha, al gobierno y a los sectores más reaccionarios de este país que quieren ver a la CTA hecha añicos. No lo vamos a hacer. Hay que demostrar que la CTA está en condiciones de luchar, y para ello hay que garantizar que todos salgamos de forma tal que al otro día estemos con más fuerza y más convicción que la que teníamos antes de entrar a la acción.

No siempre, no todas las luchas del campo popular producen el resultado que queremos. A veces obtenemos más, y a veces, obtenemos menos. Pero las luchas que sí producen retroceso son las que nos dejan después quebrados, las que nos parten, las que nos muestran en debilidad. Y ese es un lujo que no nos podemos dar ahora. Por eso creo que en el Congreso vamos a discutir la acción que garantice las mejores condiciones para que la movilización se note en la Capital Federal pero se note también en todo el país. Y la forma que le vamos a dar tiene que ser la que exprese mejor las condiciones para que el conjunto la pueda bancar. Esta es la idea de lo que vamos a discutir en el terreno de las acciones.

Por último, yo creo que tenemos un compromiso que tiene que ver también con sostener las conquistas que se lograron en este período de estos últimos años, con grandes contradicciones, con marchas y contramarchas, con claroscuros en los que hubo avances. Haber recuperado el sistema de las AFJP que era especulación financiera y curro de los capitales financieros para el Estado, volver a tener un sistema público de reparto como hoy tenemos, sin lugar a dudas, es una política pública de este gobierno, que nosotros salimos a apoyar fervientemente, y que hizo que nos movilizáramos al Congreso. Cuando digo que es un tiempo de contradicciones lo digo porque este mismo gobierno aprobó una Ley de Movilidad que terminó sosteniendo la mínima jubilatoria muy por debajo de lo que se podía garantizar si hubiese habido una decisión de elevar realmente, con un aumento de emergencia antes de aplicar la ley de movilidad, a la mínima jubilatoria. El aumento que consiguieron los jubilados es miserable en comparación con lo que se necesita y es magro en comparación con lo que se podría haber hecho de existir una clara voluntad de patear el tablero. Esto es parte de los tiempos contradictorios que tenemos. Pero nosotros no podemos ignorar que es un tiempo distinto.

En este país hay sectores de mucho poder económico que no perdonan que la ESMA no sea el monumento a la represión y el genocidio como lo fue hasta hace unos años y que sea hoy parte del rescate de la memoria y parte de lo que atesoran las luchas de las Madres de Plaza de Mayo, de las Abuelas y de los trabajadores, no lo pueden perdonar. Ni van a perdonar que el día que asumía Obama en Washington, a la misma hora, a pocos kilómetros de distancia, en La Habana, Cuba, una delegación oficial, con la Presidenta de la Nación incluida, estuviera reunida con las autoridades cubanas. Tampoco van a perdonar esas cosas. Esto no nos pone a nosotros en la condición, como pretenden algunos, de una Central oficialista. Porque nosotros lo decimos a los cuatro vientos, nuestra Central tiene autonomía. Autonomía significa que nos movemos en función de los intereses de la clase trabajadora que representamos. Si hay un gobierno, que porque nuestra lucha lo puso en la agenda, recupera el sistema jubilatorio, se lo arranca al capital financiero y lo pone en el Estado, a ese gobierno y en ese momento y en esa circunstancia concreta lo apoyamos. Y si ese gobierno, con esos fondos, no les da el aumento a los jubilados que nosotros reclamábamos, con ese gobierno, en ese momento y en esa circunstancia confrontamos.

Y eso es autonomía. Pero autonomía de clase no es neutralidad. Hubo muchos que cuando fue el conflicto con la Mesa de Enlace, y ustedes lo vivieron, proclamaban cierta neutralidad, decían, “no, este es un sectores del bloque hegemonico…” Y se proclamaban neutrales. Para nosotros, cuando están en juego los intereses de los trabajadores, no hay neutralidad posible.

Desde esta posición nosotros decimos la CTA tiene que avanzar en una disputa que va a profundizar la politización de las discusiones, del discurso y de las construcciones. Es inevitable. Porque no somos una Central en un país escandinavo, discutiendo el reparto de los recursos que ya forma parte de una historia, no. Somos una Central que está en un país que está en una región en la que se está construyendo un camino nuevo. Donde hay mandatarios que hablan del socialismo del siglo XXI, otros que hablan del socialismo indigenista, otros que hablan de construir una nueva sociedad para los trabajadores, como en Brasil, es decir, se está en disputa, la flecha está en el aire en nuestro continente. No es que estamos discutiendo lo que queda de la renta del Estado o de la renta de los grupos dominantes. Tenemos que ir a discutir el modelo, el proyecto de sociedad. Y eso requiere la acción de un sindicalismo politizado. De un sindicalismo politizado que no es un sindicalismo partidizado. Hay una enorme diferencia. Nosotros tenemos que respetar el pluralismo, las opciones políticas que hagan nuestras compañeras y compañeros, por supuesto que vamos a tratar de construir la unidad dentro de todas esas expresiones políticas, coherentemente con las demandas de la clase trabajadora. Pero en ese camino tenemos que respetar el pluralismo.

Ahora, no hay pluralismo sin autonomía. Y como decíamos antes, la autonomía no es sindicalismo amarillo, autonomía no es lavarse las manos, la autonomía no es mirar para el costado cuando se tiene como único fundamento los intereses de la clase trabajadora. Esa es la autonomía de nuestra Central.

Así que, compañeras y compañeros, conscientes de la importancia que adquieren los debates que vamos a iniciar, conscientes de la importancia de la participación en este momento clave, conscientes de que vamos a entrar en un terreno turbulento, Por que los meses que vienen van a ser turbulentos, vamos a necesitar una fuerte presencia como Central en cada una de las provincias y a nivel nacional. Hemos asumido un gran compromiso frente a nuestro pueblo y consiste en luchar contra la desigualdad social y por un nuevo modelo distributivo. Desde ahí entramos en el debate para poder definir nuestras acciones organizativas y nuestras acciones de lucha. Suerte en las discusiones, gracias y buen día.

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