Agustín Tosco fue el más importante dirigente sindical-político en la historia de Argentina. Unió cualidades raramente sintetizadas en una sola persona. Por un lado, una fidelidad inquebrantable con sus compañeros de clase, con su lucha sindical, con el respeto a las decisiones emanadas de la asamblea, con una intransigencia sin fallas a los embates patronales. Y a eso, que ya no es poco, le unió una claridad política estratégica admirable.

La Argentina de su época estuvo atravesada por violencias, conflictos, represiones, golpes de estado, crisis en todos los niveles. Tosco no se dejó amilanar ni perdió la brújula de su visión política. Y su brújula la definió lúcidamente, cuantas veces pudo. Cabe solo recordar cuando un periodista le preguntó:

¿Cuál revolución es la que usted propugna?
“En realidad, la única revolución posible es la que cambie la propiedad de los medios de producción y de cambio, ahora en manos de entes privados y privilegiados, para colocarlos en manos del pueblo. Es la revolución socialista, con sus características y su desarrollo histórico según las condiciones nacionales de cada país.”

O cuando le preguntan si para el dirigente sindical la política es un ámbito prohibido:
“No, al contrario. El dirigente obrero de hecho es un agente fundamental de la política. Los sindicatos deben llevar adelante una política. Una política que entendemos general y no partidaria, ya que las organizaciones obreras están compuestas por compañeros de distintos pensamientos políticos. La defensa del interés común de los trabajadores hace que la organización sindical en sí no deba ser partidaria, pero la clase obrera es para nosotros un agente fundamental en el proceso de liberación nacional y social argentino, y todo proceso de liberación nacional y social es esencialmente político. De ahí que debamos, los trabajadores, los representantes, actuar en la lucha política general, y al margen de una organización sindical, actuar dentro de los partidos políticos.”

¿De donde provenía esa lucidez? En primer lugar, sin duda, de su pasión por comprender, por estudiar textos fundadores, por observar la realidad críticamente. En segundo lugar, el haber participado no solo de la experiencia de las luchas nacionales, argentinas, sino de haber vivido y comprendido la época mundial que le tocó atravesar: el Mayo francés; la derrota estrepitosa del imperialismo norteamericano en Vietnam, en Laos, en Camboya; el rumbo de Cuba hacia una sociedad y una economía diferentes; los albores de Salvador Allende en Chile. Y también de la CGT de los Argentinos, de La Falda y Huerta Grande. De Germán Abdala, de Amado Olmos, de la Villa Constitución de Pichinini. Tosco se nutrió, compartió y ayudó en esa oleada de cambios, de esa toma de conciencias. Y sacó una conclusión principal: es la acción de masas a lo que verdaderamente le tiene pánico el poder dominante.

En esa línea- y lo dijo varias veces- buscó comprender la naturaleza originaria del peronismo: aquello de Braden o Perón, el significado de Estatuto del Peón, de la implantación de los convenios colectivos. Esa comprensión no le impidió la crítica. Y lo dice frente a la política de concesiones petroleras de los años 53/54. Pero lo esencial era que la oligarquía temía a la acción sindical-política de masas.

Todos los golpes de estado en Argentina del 55 al 76 fueron para evitar los “desbordes” sindicales, el rol de los delegados de fábrica, los cambios en la legislación laboral. De que esos desbordes tomaran contacto con sectores de la clase media, con intelectuales, con nuevas formas de organización sindical, como la de los maestros, por ejemplo, como ocurrió en la Argentina de los años 70. Eso temían también de Allende en Chile. Por eso el golpe. Los golpes. Esa era la cualidad táctica de Tosco.

No dejándose ganar en forma activa por ninguna expresión política que no comprendiera el papel de las fuerzas colectivas, de masas, del estudio objetivo de la realidad y de la preparación de la organización. Manteniéndose ajeno a la violencia individual o de grupo como exclusiva forma de acción política.

Su participación en el Cordobazo y su análisis de la derrota de la tentativa fascista-corporativa de Ongania fue una muestra, de su visión global de la acción. Una de sus tantas definiciones lo refleja cuando escribe sobre la necesidad de una acción unificada para avanzar:

".. todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su Compañero y su Hermano." .

Tuve la oportunidad de conversar con Tosco varias veces, de participar en reuniones con él y de recibir sus orientaciones para tareas a cumplir. Lo mínimo participé en 4 reuniones en la “pieza de arriba” del Sindicato en Córdoba. La última fue, creo, en 1973, en Buenos Aires, en la calle Chile, en la casa del historiador Alberto Pla.

El dialogo con él era parte de las actividades políticas y sindicales que cada uno de nosotros realizaba en la época. Alberti, su fiel compañero de Luz y Fuerza de Córdoba, nos ayudaba en la organización de esas reuniones. Las discusiones eran formidables: “el peronismo, las redes de solidaridad, America Latina, Cuba, Chile, Campora, ¿el nacionalismo puede conducir al socialismo? Dónde va Argentina, qué central sindical se necesita”. La preocupación organizativa era como estructurar las fuerzas- muy moleculares e incipientes todavía- para dar vida a un bloque sindical opositor y alternativo al aparato de la CGT.

Hacia 1970-72 hicimos varias reuniones en Córdoba, creo en el Sindicato de Obras Sanitarias. Participaban delegaciones de Prensa de Capital, en cuya dirección por un breve periodo estuvo Eduardo Jozami, delegados sindicales de varias fábricas de Córdoba, René Salamanca de Smata, delegaciones de telefónicos de Capital, de ATE de Rosario, La Plata y Jujuy, dirigentes del sindicato de comercio de San Jorge, delegados ferroviarios de Laguna Paiva, delegados del frigorífico Pedrò y La Negra de Avellaneda, una delegación de trabajadores de la carne de Berisso de los sindicatos Armour y Swift- la lista Granate— y una fuerte delegación de la Fotia de Tucumán. En una de las reuniones participó Benito Romano, que pudo llegar a la reunión esquivando los aparatos de represión. Atilio Santillán adhería. Lo mismo que Atilio López. Tosco dirigía, siempre con la idea de trabajar por la Unidad, pero buscando puntos de apoyo a nivel nacional. Aquellas reuniones- de las que habría que escribir su crónica- se inscriben en la línea fundadora de lo que con los años sería la CTA. O lo que fue la CGT de los Argentinos.

Luego la historia argentina se precipitó. La Triple A, Osinde, López Rega. Luz y Fuerza de Córdoba fue intervenido en 1974 y se declaró la represión y persecución contra muchos de esos sindicalistas y, particularmente, contra Agustín Tosco que, finalmente, muere- una forma de asesinato- en la clandestinidad.

Pero Tosco a pesar de su juventud- murió a los 45 años- y de la derrota que sufrió el pueblo y sus trabajadores en 1976- había escrito y dejado su formidable herencia. La más importante la de haber construido en él mismo el Hombre Nuevo, del que hablaba Guevara.

Tosco vivía como pensaba. Millonario en ideas y sentimientos, pobre en medios materiales. Era un sindicalista sin chofer, sin lujos, volviendo constantemente al taller para no “atornillarse “en el sillón de dirigente”, rotando para ir “a las bases” a escuchar a sus compañeros y aprender. Y trasmitir la herencia de haber sostenido un programa Socialista como alternativa al capitalismo. Sin miedo, sin tapujos.

Es cierto que el mundo fue arrastrado a una forma planetaria donde, salvo Cuba, abundan los contenidos más crueles de la tiranía del Capital. Continentes como África retrocedieron cinco siglos. Que en America Latina fue Pinochet, Videla, toda la recua de dictadores, y el Plan Cóndor; que quizás, ese programa de Tosco podía o puede considerarse del pasado, obsoleto ¡Pero no!

La Historia y los pueblos van encontrando formas de cambiar. Las Madres de la Plaza de Mayo abrieron una brecha heroica que nadie la pudo cerrar. Hoy America Latina busca la forma de integrarse, de romper las cadenas. El Cordobazo, que Tosco encabezó, estuvo en los cimientos: fue una rebelión social, popular, que derrotó a un gobierno militar despótico. Mostró que era posible la Victoria. Pero que, además, para hacerla perdurable faltaba otro periodo… Había que completar. Las condiciones históricas de la época no permitieron ir más lejos. Por eso hoy es tan útil la herencia de Tosco, su programa y su moral. Por eso fue el mejor. Y por eso su lucha continúa.