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La eventualidad permanente [4/01/2010]
Por Jorge Rivas * Con frecuencia oigo hablar de la desaparición de la cultura del trabajo. Entonces pienso en los componentes de esa cultura declarada en extinción y recuerdo a mi padre acostándose temprano porque mañana –decía– hay que laburar. Hoy, muchos dan vueltas en la cama sin conciliar el sueño porque no saben si mañana tendrán trabajo. Entre ellos, los llamados trabajadores eventuales que viven con la angustia de perder el empleo en cualquier momento, sin preaviso ni indemnización. Para la Federación Argentina de Empresas de Trabajo Temporario (Faett), en 2008 hubo 96 mil eventuales. Aunque en ámbitos gremiales aseguran que son muchos más, la cifra difundida por la entidad empresaria implica que 17 de cada mil empleados en la órbita privada están bajo este régimen que la Ley de Contrato de Trabajo considera excepcional y que la Ley Nacional de Empleo y sus normas complementarias recogen como tal. Legalmente, el eventual es un trabajador reclutado por empresas de servicios eventuales que lo pondrán a disposición de empresas usuarias para cumplir tareas extraordinarias previamente determinadas o las que deriven de exigencias también extraordinarias y transitorias. Sin embargo, desde que se barrieron los llamados contratos basura, esta modalidad sirvió a las usuarias para cubrir puestos de trabajo permanentes con personal eventual, eludir los compromisos que devienen del contrato de trabajo por tiempo indeterminado y, de paso, dividir al colectivo laboral generando intereses diferenciados entre permanentes y eventuales. Por ello, en 2006, el Poder Ejecutivo emitió el Decreto 1694 destinado a evitar el uso abusivo o fraudulento de la eventualidad laboral. Entre otros aspectos, la norma enumera taxativamente las circunstancias en las que puede apelarse a personal eventual; establece mecanismos para fijar el porcentaje de eventuales que cada usuaria podría contratar y la duración máxima de los contratos, y obliga a las empresas de servicios eventuales a informar bimestralmente al Ministerio de Trabajo el nombre de la usuaria en la que se desempeña cada trabajador y el tiempo que lleva en ella. Además, dispone que un Observatorio de Buenas Prácticas controlará que las usuarias no incurran en fraude laboral. Hasta aquí, todo bien. El problema es que, luego de tres años de vigencia, las disposiciones del Decreto 1694 no se cumplen totalmente. En consecuencia, tanto las empresas de servicios eventuales como sus usuarias siguen ocultando con la máscara de la eventualidad muchas relaciones laborales por tiempo indeterminado. Así surge de las cifras que difunde la propia Faett. Según ellas, en 2008, 96.366 eventuales trabajaron 160.845.118 horas. Esto significa que, en promedio, cada uno cumplió con 209 jornadas de 8 horas. Muchos de ellos, nos consta, lo hicieron en la misma usuaria; con lo cual la extensión de sus contratos excedería la razonabilidad de cualquier circunstancia extraordinaria y transitoria que se pretendiera argumentar. Un caso testigo es el de la metalúrgica Tenaris Siat perteneciente al grupo Techint (léase, Paolo Rocca), que cuenta con 25 trabajadores provistos por la empresa de servicios eventuales Le Suivant desde hace –al menos– tres años, con la excusa de atender exigencias extraordinarias del mercado. Si ésa fuese la verdadera razón, Siat y Le Suivant deberían ajustarse a lo dispuesto por el artículo 72 de la Ley Nacional de Empleo, según el cual, ante tales exigencias de mercado, el contrato eventual no podrá exceder los 6 meses por año ni superar 1 año por trienio. Caso contrario, la ley manda que el eventual pase a ser permanente. El Ministerio de Trabajo tiene las herramientas legales para impedir el uso abusivo y fraudulento de la contratación eventual. Si lo hace, decenas de miles de eventuales se transformarán en permanentes y cada noche podrán acostarse temprano y dormir tranquilos como lo hacía mi padre. De paso, la cartera laboral recuperaría parte de la necesaria cultura del trabajo. * Diputado nacional, dirigente socialista y ex vicejefe de Gabinete de la Nación. También en Opiniones Recientemente, la sala V de la Cámara Nacional del Trabajo dictaminó que la Multinacional IBM incurrió en “fraude laboral” al utilizar empresas tercerizadas para contratar al personal que realiza tareas habituales dentro la empresa. Este fallo es un golpe contra la forma en que esta empresa, como tantas otras de nuestro país, subcontrata personal y evita así mayores costos laborales. El conflicto con el campo primero, la crisis internacional después, la derrota del oficialismo en los principales distritos en las últimas elecciones, entre otros hechos, llegó al Gobierno a convocar a los diferentes sectores al diálogo. La decisión de la Justicia de reinstalar a José Leiva en su puesto de trabajo, significa no solamente un límite a la prepotencia de la Barrick Gold, sino también a una creciente ola intimidatoria sobre los representantes sindicales Asamblea en el Salón Rojo de la Sociedad Rural: inicio de la fase final de la ofensiva de los sectores fundamentalistas de la restauración conservadora. Duras pujas salariales en las grandes empresas La discusión salarial en el sector de la metalurgia, refleja el carácter compulsivo con que los grandes grupos económicos del sector quieren descargar sobre los salarios el peso de la baja de actividad. Mirar el pasado para situarnos mejor en el presente En ocasiones resulta un ejercicio indispensable hacer el esfuerzo de instalarse, aunque más no sea a través de los recuerdos o recuperando ciertas marcas dejadas en la memoria, en otro tiempo histórico para iluminar mejor y más agudamente lo que hoy nos está aconteciendo. La rosca de los caños de Rocca La decisión del organismo interamericano es un síntoma de los cambios que han tenido lugar en América latina. Se termina una política anacrónica ¿Hay antecedentes, en este país, de procesos electorales en los que un factor externo es puesto sobre la mesa como elemento central? El capital tiene el beneficio que no se le otorga al resto de mantener el doble discurso como una virtud avalada por analistas, economistas y políticos. Reclamos encendidos a estrategias económicas que supuestamente no los favorecen. Críticas despiadadas a gobiernos considerados de izquierda. Demandas de seguridad jurídica para el desarrollo de sus actividades. Estas son algunas de las manifestaciones que repite insistentemente como verdades absolutas, que como tales quedan relativizadas con fríos números. |
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