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Por: Carlos Zamorano* – 1994
Las Guerrillas en la Lucha por la Independencia Nacional (1810 – 1825)

(FeTERA SEMANAL N° 477 15.09.08). Este tema fue desenvuelto en líneas análogas en lo general al desarrollo que incorporamos ahora al libro colectivo, en una conferencia que dio el autor en 1994, con motivo del aniversario de Mayo de 1810, en el Ateneo de Estudios Históricos “Mariano Moreno”.

(Colaboración del compañero Hugo Rizzuto). De alguna manera pretendemos señalar aquí el tópico de los Derechos Humanos, como programa de lucha de tiempos pretéritos, y particularmente el supremo derecho humano a la autonomía nacional.

I.- Tiempo y Escenarios
Intentaremos diseñar el proceso sudamericano conceptuado como "Nación en Armas" que abarca el crítico y rico período comprendido entre los años 1809 (revolución de Chuquisaca, La Paz y Quito) y 1825 (algunos meses posteriores a la definitiva batalla de Ayacucho).

Sin embargo de lo convocante del tema, si anhelamos desarrollarlo en los límites de estas cortas páginas, forzosamente deberemos escoger ciertos escenarios inevitables donde inmensa parte de los hechos tuvieron lugar. Y este acotamiento nos conduce a narrar los episodios de la "Guerra de Republiquetas" en el Alto Perú (actual Bolivia), las diez invasiones realistas por la Quebrada de Humahuaca en el Norte de lo que es hoy la República Argentina, y alguna mención a las dos "Campañas a la Sierra" que protagonizó el General Arenales en el Bajo Perú. Con ello no queremos minimizar el aporte de la guerrilla trasandina del caudillo chileno Manuel Rodríguez, por ejemplo, o las hazañas orientales de Artigas, Andresito Guacurarí o Fructuoso Rivera.

El espíritu de extremo sacrificio y valor que estos revolucionarios han exhibido en las más duras condiciones y frente a un enemigo tenaz, nos hace recordar unas palabras que puso el gran escritor Rafael Barret en su tremendo libro "El dolor paraguayo": "Ser amigo del poder! No hay más que una amistad posible con los poderosos, la esclavitud. Los tiranos antiguos la sellaban con sangre, los modernos la sellan con oro. Hay incluso centinelas a las puertas de las cátedras. Para poder enseñar a nuestros hijos es forzoso ser amigo del Jefe. ¿Y qué les enseñaremos sino que también se hagan amigos del Jefe?"

Contra ello pelearon nuestros guerrilleros, y destacarlo hoy es el indispensable homenaje que dedicaremos a la Revolución de Mayo.

II. - Reflexión: ¿Qué Tipo De Enemigos Fueron Aquellos?
Si tenemos presente que esta ardua lucha ha durado 15 largos años, hemos de señalar que no lo fue contra un enemigo discapacitado sino todo al contrario, lo que acrecienta la valoración y significancia del hecho.

Los realistas mantuvieron en el territorio que hoy concierne a nuestro análisis un ejército particularmente bien dotado. No era inexperto en la lucha guerrillera.

Muchos de sus Jefes y tropa se habían batido triunfalmente en la guerra irregular contra las huestes napoleónicas de la campaña española. Ya en territorio americano, derrotaron en las batallas principales a las fuerzas regulares patriotas. Muy distinta fortuna tuvieron en la contienda con las guerrillas locales.

Y ya que hemos mencionado que Jefes destacados de la guerra de guerrillas europea vinieron a intentar nuevos triunfos en la tierra americana, destacaremos un nombre: el coronel Sardina, quien murió vencido por los montoneros de Güemes; era nada menos que el segundo jefe del célebre dirigente guerrillero español Juan Martín "El Empecinado", figura mítica en la historia de la Península.

Aparentemente, para decirlo en términos populares, habrían recibido aquí la misma medicina que ellos propinaban a los franceses en la guerra popular liberadora de su propio país contra la invasión napoleónica.

Para triunfar aquí -como lo acreditaron en Europa- debían contar con el mismo elemento que allá les asistía para sus grandes hazañas: el pueblo. No lograron tenerlo de su lado. Su programa político -colonialista- no podía contemplar las necesidades de la población local, y mucho menos ganar las voluntades de la gente peruana o argentina que precisaba la emancipación, la ruptura revolucionaria de la estructura económico-social, y un ensanchamiento de sus libertades.

El pueblo americano se volcó a enfrentarlos con denuedo, con porfía lindante con lo increíble, con derroche de valor, peleando hasta el último sacrificio.

Al enemigo no le quedó otro camino que arrasar masivamente con los esenciales derechos humanos de los combatientes locales, e instaurar el más craso terrorismo de Estado.

III.- Violaciones Terribles A Los Derechos Humanos
Existe un documento histórico del más alto valor por su génesis y representatividad, así como por lo tremendo de su contenido. Cuando las Provincias Unidas del Río de la Plata declararon la Independencia el 9-7-1816, lo hicieron mediante una escueta Acta de una carilla, infundamentada, y en cuyo texto se expresa que en un posterior "Manifiesto a las Naciones" se darán a conocer los elevados motivos que tuvieron para dar tan drástico paso.

En efecto, cuando el denominado "Congreso de Tucumán" se trasladó a Buenos Aires para continuar sus sesiones, produjo el 25-10-1817 la aguardada pieza.

Este documento -relativamente poco difundido en nuestros días- representa un diáfano inventario de las cosas terribles que cometieron los realistas contra nuestros pueblos que resistían al coloniaje. Es en consecuencia, un prolijo señalamiento de las violaciones al Derecho de Gentes, concepto equivalente al más moderno de "derechos humanos".

Pero vayamos ahora a mencionar algunos casos concretos del tremendismo represor, en el mismo tiempo y escena de los acontecimientos guerrilleros que luego describiremos. Posiblemente lo haremos de una manera un tanto caótica, sin pretender un riguroso orden cronológico.

Una proclama del Gral. Juan Antonio Arenales, hombre de caudalosa experiencia en estas lides (peleó en el Alto y Bajo Perú), decía: "Los enemigos nunca han respetado las leyes del Evangelio y de la Naturaleza".

Después de la batalla de Sipe-Sipe (noviembre de 1815) donde resulta vencido nuestro Ejército al mando de Rondeau, el triunfante Pezuela envía 700 prisioneros a las célebres "casamatas" de la fortaleza del Callao, donde padecieron 7 años de cruel cautiverio hasta ser liberados por San Martín.

Manuel Asencio Padilla escribió una terrible carta a Rondeau en setiembre de 1815, mencionando que "vagan los habitantes de 48 pueblos incendiados, y los calabozos están llenos de combatientes". Cuando los Padilla sitian Chuquisaca (1816) los realistas envían 200 familias a la cárcel y se ve multitud de niños mendigando a la puerta de los Monasterios; cuando Tacón sale de la ciudad, por temor a enfrentar a los Padilla, recorre pueblos aledaños, incendiándolos, y retorna orgulloso con cabezas de mujeres y niños en la punta de las lanzas.

Goyeneche llegó a decir que deben ser castigados incluso "los que ven con apatía o indiferencia la conspiración"; nos hace recordar un pronunciamiento mucho más próximo en el tiempo, las palabras del Gral. Ibérico Saint Jean (Gobernador de Buenos Aires durante la última dictadura): "Primero vamos a matar a todos los subversivos, después a los colaboradores, luego a los simpatizantes, seguidamente a los indiferentes, y por último a los tímidos".

Cuando fue apresado el Coronel Landívar (que era un destacado genocida de las tropas del temible Carratalá) se le imputaron 54 homicidios (gentes ejecutadas sin juicio previo), él reconoció 33 de quienes había clavado brazos o la cabeza al costado de los caminos como "escarmiento", y exhibió las órdenes escritas de Goyeneche encomendándole tales tareas ("purgue la insurrección, y si es posible no quede ninguno", "apruebo la pena capital y los azotes y confiscaciones sin figura alguna de juicio", etc.); invocó la obediencia debida; el Consejo de Guerra sentenció fusilamiento y San Martín puso el "cúmplase"; en su informe al Gobierno dijo: "Se sienten autorizados a aniquilar revolucionarios, sin respetar el Derecho de Gentes, y la impunidad daría la imagen de debilidad nuestra".

El Regimiento "Picoaga", que hizo la campaña del Cuzco (derrotando a los patriotas), tenía pintada en su bandera, supongo que para aterrorizar, la figura del Brigadier Mateo Pumacahua degollado por subversor.

El Gral. La Serna había expuesto la doctrina de que "solamente tropas regladas que dependen de un Gobierno debidamente reconocido por los demás Estados, tienen derecho a que sus caídos pudieran ser reconocidos como prisioneros de guerra" (es una carta a Belgrano, para expresar que nosotros éramos subversivos y no un ejército regular).

Aclaremos que luego de ser vencido Muñecas en “Cololó" los realistas le ejecutaron 150 hombres. Que luego de triunfar sobre Padilla en "El Villar" (setiembre de 1816) le ejecutaron 700, a algunos con garrotes y pedradas. Después de derrotar a Warnes en "El Pari" (noviembre de 1816) le ejecutaron a 900 e incendiaron los pueblos vecinos. En el Alto Perú, muchos guerrilleros capturados fueron llevados al Bajo Perú para venderlos como esclavos.

El tristemente famoso asesino Ricafort atacó Cangallo, mató a mil de sus habitantes e incendió las casas; siguió con Huamayo donde degolló 500. Ante un nuevo alzamiento de Cangallo (pueblo del Perú), Carratalá redactó su Bando de Mayo de 1821, así: "Queda reducido a cenizas y borrado el nombre de Cangallo, y nadie podrá edificar aquí en lo futuro"; y cuando en el pueblo de Reyes dos oficiales realistas se sofocaron con el humo de un brasero que encendieron para afrontar el intenso frío, hecho fortuito, Carratalá ordenó incendiar las viviendas de 2000 personas.

Tal fue el obrar de esta gente que tanto brillara pocos años antes en Europa en lucha patriótica y legítima.

Iv.- Situación General De Sudamérica
Tuvo que ocurrir el comienzo de la pelea independentista en el mismo ámbito territorial -aproximadamente- donde 30 años atrás brillara la espada, la lanza y la honda de José Gabriel Condorcanqui, llamado Túpac Amaru, lo que evidencia cómo aquella simiente de heroísmo había de frutecer.

En mayo de 1809 se produjo el pronunciamiento de Chuquisaca. A causa de la invasión francesa a España, se formaron allá distintas Juntas patrióticas provinciales. Una de ellas, la de Sevilla, envió a Goyeneche como representante en Chuquisaca, lo que fue admitido por el Presidente Pizarro, pero rechazado por la Audiencia. Pizarro encarceló al abogado de la Audiencia Dr. Zudáñez, y el pueblo atacó la guarnición deponiendo al Presidente y formando una Junta propia gubernamental. Por su apoyo a la acción insurreccional, el General Arenales (español) quedó designado Comandante de Armas; éste es el comienzo de su larga lucha como caudillo. Paralelamente, el estudiante tucumano Bernardo Monteagudo hizo sus primeros discursos revolucionarios allí, logrando ascendiente ante el pueblo. Manuel A. Padilla luchó en esa circunstancia, por ser hombre oriundo de esta Ciudad. En seguida vinieron los represores Nieto y Paula Sanz, doblegando el pronunciamiento y enviando a las casamatas del Callao a Arenales, donde permaneció medio año.

En Julio de 1809 se alzó La Paz, derrocó al gobierno, y designó a su propia Junta. Fue encargado de reprimir el Gral. Goyeneche urgentemente.

Quito se levantó en agosto de 1809. Buenos Aires en mayo de 1810, proceso bastante conocido por nosotros, pero sobre el cual muy sucintamente deberemos dedicarnos más adelante. Cochabamba se insurreccionó en setiembre de 1810. Potosí en noviembre de 1810. Santa Cruz de la Sierra igualmente en noviembre de 1810. Y Cuzco en 1814.

La revolución de Buenos Aires tuvo muy especial significación, por cuanto resolvió desde el primer momento sacar para afuera el proceso y evitar la sofocación que sufrieron Chuquisaca, La Paz y Quito. Conocía que el Gral. Velazco (Paraguay) no reconoció a la Junta de Buenos Aires y sí a la de Sevilla, que en Córdoba conspiraban Liniers y otros contra la Junta de Gobierno propio de Buenos Aires y tenían contacto con los jefes realistas del Alto Perú y de la Banda Oriental, para derrumbar al movimiento revolucionario, a más de la situación adversa en Chile.

Por ello se envió casi de inmediato sendas Expediciones Libertadoras al Paraguay (Belgrano) y al Norte (Castelli). Pese a la importancia de estas resoluciones, no podemos aquí girar sobre ellas. Solamente diremos que la expedición del Norte tuvo un triunfo muy relevante en Suipacha (noviembre de 1810) por lo cual fueron fusilados Nieto y Paula Sanz; y asimismo un tremendo desastre en Huaqui (junio de 1811).

Posteriormente hubo en lo que es el actual territorio argentino los grandes triunfos sobre las fuerzas españolas en Tucumán (setiembre de 1812) y Salta (febrero de 1813).

Pero veamos el devenir de la 2° Expedición del Norte: Belgrano fue derrotado en Vilcapugio (octubre de 1813) y Ayohuma (noviembre de 1813).

Y por último la 3° Expedición, al mando de Rondeau, quien fue batido severamente en Venta y Media (octubre de 1815) y Sipe-Sipe (noviembre de 1815).

Sipe-Sipe fue la postrera tentativa de penetrar hacia el emporio militar y político de los colonialistas, la ciudad de Lima. San Martín ya había estudiado con anterioridad el escenario y concluído que no era practicable, que avanzar 5000 km. representaba alejarse cada día más de las fuentes de abastecimiento (mientras que los realistas tenían relativamente bien instalados éstos en Desaguadero, límite entre los dos Virreinatos: Perú y Río de la Plata). Es conocida su carta a N. Rodríguez Peña (abril de 1814, un año y medio antes de Sipe-Sipe) expresándole poco más o menos: "Cruzar los Andes con un pequeño ejército bien organizado, y luego por agua llegar a Lima".

Era jugarse a la carta del Océano Pacífico, y mientras tanto confiar que las guerrillas del Alto Perú y de Salta podrían frenar todo el tiempo necesario el esfuerzo realista de ingresar al interior de Argentina y hacer sucumbir a Buenos Aires. Por peligroso -y hasta aventurero- que luzca, fue la estrategia que a la postre dio frutos y salvó la revolución.

A veces las invasiones por la Quebrada de Humahuaca tenían en vista obligar a San Martín a abandonar Cuyo y la preparación de su campaña del Pacífico, y determinarlo a ir al Norte para proteger la frontera, lo que permitiría a los realistas invadir desde Chile (donde a partir de la batalla de Rancagua, ganada en 1814 por Osario, ellos dominaban) y luego desde Cuyo y el Norte apretar mortalmente a Buenos Aires.

V.- La Cuantía Del Enemigo
La Santa Alianza que se formó en Europa en 1815 era la coordinación de todas las testas coronadas y absolutistas que programaban la revancha, retornar a las fronteras de 1792, terminar con las creaciones introducidas por Napoleón, y en especial auxiliarse mutuamente para recuperar las colonias. Sobre Buenos Aires pendía permanentemente la posible llegada de una nueva expedición recuperadora más grande que la de Morillo (que había entrado en Caracas el 11-5-1815 y destrozó por un tiempo la revolución bolivariana), que se postergaba exclusivamente por motivos económicos ya que habían enviado 33.000 hombres de armas a este continente entre 1811 y 1817, con el gasto de 214 millones de pesos. Si la tropa de Morillo no arribó al Río de la Plata en 1815, fue solamente porque antes (1814) habíamos recuperado en combate a Montevideo y los godos no podían haber arribado allí –como lo planificaron- antes de atacar el occidente, pues aparecer directamente en ésta costa les representaba un riesgo mayúsculo de quedarse sin base de sustentación para sobrevivir, peligrosamente sin alimentos ni caballería, sin abastecimientos, etc. Por eso se fueron para Venezuela con el objeto de aniquilar allá la revolución. Y cuando por fin promovieron en la metrópoli el presupuesto necesario para formar una nueva y gran fuerza expedicionaria contra Buenos Aires, ya era el año 20, el Gral. Riego se amotinó (en defensa de la Constitución de 1812, abolida), lo que frustró la invasión; en 1823 las tropas enviadas a España por la Santa Alianza para auxiliar a Fernando, lo derrotaron y pereció fusilado.

Portugal sí podía venir a atacarnos, y lo hizo. Lecor partió el 12-6-1816 desde Santa Catalina (Brasil) con poderosas huestes hacia nuestra provincia de la Banda Oriental del Plata, y durante ese año fueron derrotados Andresito Guacurarí en “San Borja”, Artigas en “Carumbé” y Rivera en “India Muerta”. El 20-1-1817 Lecor tomó Montevideo. Al cabo Artigas fue destrozado en “Tacuarembó” el año 20, y el 21 ya se constituyó ese territorio como “Provincia Cisplatina” integrante de Portugal.

VI.- Las Republiquetas En El Alto Perú
A los patriotas del altiplano, luego del desastre de Huaqui no quedaba otro camino que la guerra irregular contra los opresores. La sociedad estaba compuesta por 60% de aborígenes, 30% de mestizos, y 10% de blancos; ello brinda de inicio una imagen sobre quiénes fueron los más abundantes combatientes.

El cómo pudieron guerrear 15 años, solamente puede explicarse por el hecho de haber participado inmensa proporción del pueblo, y de que mantuvo éste una inquebrantable voluntad rebelde.
Todos sus caudillos responden a la Junta gubernativa de Buenos Aires, la única del continente que jamás pudo ser abatida por la contrarrevolución. Fueron capaces de frenar a grandes ejércitos regulares, y en tanto éstos no pudieron invadir eficazmente lo que es hoy el territorio argentino, la revolución pudo aquí sacar sus fuerzas para el exterior y batirse en Montevideo, en Chile y en el Perú, lejos de sofocarse en el internismo.

La inmensa cantidad de acciones militares impide intentar referenciarlas aquí; solamente mencionaremos algunas, a título enunciativo. Para comprender ésto daremos el ejemplo de Padilla, quien libró en el 1° semestre de 1814, cincuenta combates. Se ha dicho que estas guerrillas contribuyeron más con sus derrotas que con sus triunfos. Es posible concluir así, ya que en múltiples ocasiones conquistaron y perdieron territorio. Volvamos al ejemplo: Padilla -en el 2° semestre de 1814 ocupó cinco veces Tarabuco (la 60 fue en 1816), lo que representa que otras tantas ocasiones debió desocuparlo por resultarle imposible, en el ritmo de la guerra, estabilizarse allí.

Esta distracción a la que se sometía a las fuerzas peninsulares, resultó terrible para éstas, que bajo ninguna forma alcanzaban a llegar raudamente hasta territorio argentino para someterlo como era su plan estratégico.

Siempre se ha dicho que fueron 102 caudillos, de los cuales murieron en combate o en el cadalso, 93. El Cnel. Emilio Bidondo, autor de tres buenos libros sobre el tema, contabiliza 125 caudillos; entre ellos, ocho sacerdotes. Varios fueron "tentados" a designio por el enemigo, ofreciéndoles dinero, reconocimiento del rango militar y amnistía, para que se "pasasen"; jamás accedieron, y murieron peleando, como se verá.

El Gral. realista Pezuela ha redactado un Informe (secuestrado por San Martín) sobre la extracción social de algunos de los caudillos: "Padilla, Camargo, Cárdenas y Umaña, son indios o mestizos de la clase más oscura; Zárate y Cardozo son blancos pero de la clase más baja; Arenales y Warnes son los únicos de mejor nacimiento". Estimamos que es una caracterización correcta.

Es la gente que peleó contra la mejor tropa del mundo, la que había batido a las huestes napoleónicas entre los años 1808 y 1814 en Europa. Se interpreta que era, de cualquier forma, un ejército pesado para operar en la montaña, pero lo cierto es que, al carecer de apoyatura popular, toda su ciencia se agotó, y tuvieron que ejercer el terrorismo de Estado. Por eso admira aún mucho más el arrojo de los combatientes patriotas, quienes sabían que no existía esperanza de un triunfo rotundo (que en el muy largo plazo ocurrió recién en Ayacucho a fines de 1824, bajo el mando de Sucre). Nunca capitularon, pese que sabían que el caer prisioneros en combate representaba la muerte.

VII.- Caudillos Y Tropa
Estos centauros llevaron adelante lo que se denomina "guerra de recursos", que requiere de un convencimiento, una entrega y valentía, sin límites, que asombraron a los enemigos (el Gral. realista García Camba, que hizo esta campaña, rindió honores muy claros a los americanos al escribir sus Memorias).

La función de esta guerra irregular era arrebatar víveres a los colonialistas, obstruir los caminos, espiar, interceptar la correspondencia, incendiar cosechas, envenenar aguas, desmantelar vertiginosamente poblaciones enteras para no dejar recursos al enemigo, reclutar gente decidida, propagandizar el pensamiento rebelde.

Diremos ahora algo de estos hombres, o por lo menos, de quienes más se destacaron y que merecieron en su hora la idolatría de la gente que comandaban. Los no mencionados fueron tan valerosos como los que aquí comentaremos.

Arenales nació en Castilla la Vieja (España) y casó con una salteña. Fue -como antes dijimos- Comandante de Armas de la revolución chuquisaqueña de 1809. Cuando Belgrano venció en Tucumán, Arenales tomó de inmediato la ciudad de Salta. Triunfó en "San Pedrito" (febrero 1814) y luego en "La Florida" (mayo de 1814); en esta batalla, cometió el error de perseguir a once enemigos que huían, apartándose riesgosamente de su tropa con la sola compañía del sobrino; resultó muerto el sobrino y cuatro realistas, quedando heridos los otros siete; Arenales finiquitó la acción tendido con catorce heridas, de ellas tres en el rostro, que le valió en lo sucesivo el mote de "El hachado"; recién varias horas después fue encontrado, y sobrevivió pese a la conclusión deshauciadora de su médico.

En 1815 tomó Chuquisaca y Cochabamba. Después, San Martín le ordenó dos sucesivas campañas a la Sierra en el Bajo Perú (1820 y 1821), en las que obtuvo señalados triunfos.

Padilla era de Chuquisaca y participó en la revolución de ésta (mayo de 1809), y en la de Cochabamba (setiembre de 1810) como Comandante de Armas. Fue herido en las batallas de "Tucumán" (1812), "Salta" (1813) y "Vilcapugio" (1813).

En 1814 ocupó "Pomabamba", circunstancia en la cual su cónyuge, la eximia guerrillera Juana Azurduy, recibió herida de sable; por la noche fueron atacados allí mismo, por lo que Juana debió huir con los cuatro hijos pequeños; quedaron prisioneros Padilla y Zárate y fueron sentenciados a muerte, lo que debía ejecutarse al amanecer; tentaron la fuga, y solamente lo logró Zárate; durante la noche misma Juana atacó con Zárate el campamento y recuperó con vida a su cónyuge.

Su pago de "La Laguna" fue tomado por los realistas, y Juana huyó con los cuatro niños; por falta de alimentos murieron dos en el monte durante una noche, posteriormente fallecieron los otros dos de disentería. Después dio a luz una niña, y con ésta se retiró a caballo luego del combate de "Río Grande"; al parecer sus cinco acompañantes tuvieron la idea de matarla y quedarse con el equipaje, por lo cual Juana sableó a dos y se arrojó al río con la niña bajo el brazo.

En enero de 1815 los Padilla triunfaron en "Presto" y se dice que Juana hizo seis bajas del enemigo. Cuando triunfaron en "El Villar" (marzo de 1816), Juana mató al abanderado y tomó la enseña, por lo cual ascendió al grado de Coronel. Pero en el mismo sitio de "El Villar" son vencidos después (septiembre de 1816), Juana recibe dos balazos y galopa en tremenda retirada; Padilla intenta protegerla y es muerto; los enemigos clavan la cabeza de Padilla y de una amazona que seguía a Juana, en la plaza de "La Laguna", para información de todos los revolucionarios; creían que la cabeza femenina era de Juana, cuando en realidad ésta continuó su galope inalterado durante una hora y se puso a salvo.

Medio año después (marzo de 1817) Juana atacó "La Laguna" y recuperó la cabeza de Padilla que aun estaba clavada en la punta de una pica. No podemos narrar más elementos sobre estas vidas tan ejemplares, por razones de espacio, y se disculpará tan apretada síntesis. Solamente recordaremos que Juana murió a los 82 años (25-5-1862), no sin antes recibir la visita personal de Bolívar que vino a homenajearla, en la más extrema pobreza. Su biógrafo boliviano -Joaquín Gantier- señala que está documentado que el funeral costó un peso . . .

Warnes era argentino. Peleó junto a Belgrano en Paraguay, "Tucumán", "Salta", "Vilcapugio" y "Ayohuma". Y junto a Arenales en "La Florida" (mayo de 1814) donde mata personalmente al Comandante enemigo Blanco. La cabeza de Warnes fue expuesta en su tierra, Santa Cruz de la Sierra, durante cuatro meses para amedrentar a los pobladores en la región de las grandes hazañas del caudillo.

Muñecas fue tucumano, sacerdote. No era pequeño su status, pues funcionaba como Rector de la Catedral del Cuzco cuando allí se produjo la insurrección acaudillada por el Brigadier Pumacahua (un indio que había luchado más de 30 años antes contra Tupac Amaru, ¡curioso destino!), junto a los hermanos Angulo. Pumacahua tomó también Arequipa, y mandó a Muñecas a ocupar La Paz y Puno, lo que da imagen de la dimensión territorial de la revolución.

Luego de la derrota de "Cololó", fueron ejecutados todos los prisioneros de la gente de Muñecas, pero se resolvió enviar a éste preso al Cuzco para degradarlo antes de fusilarlo (por su condición de sacerdote); en el camino, no obstante, lo mataron baleándolo desde atrás.

Este alzamiento del Cuzco afectaba seriamente las comunicaciones de los realistas por el Pacífico, lo que explica la importancia que el enemigo le dio. Pezuela fue encargado de derrotar a los rebeldes y "pacificar" la región.

Camargo, aborigen, acaudillaba a los rebeldes de Tarija. Al igual que los anteriores (excepto Arenales) murió en 1816, lo cual tuvo una incidencia infortunada para las luchas.

Cumbay era indio también, y dominaba incompartidamente la zona del Chaco.

Estos hombres fueron quienes primero se levantaron, y dieron el ejemplo a Salta, sin obtener los triunfos de los montoneros salteños. La guerra irregular en el Alto Perú fue, de todas maneras, contemporánea a la librada en el Norte argentino. Es decir que, en ambos casos, la pelea cesó recién cuando Sucre triunfó en Ayacucho (diciembre de 1824), salvo en el caso salteño donde debió durar unos meses más por la porfía de un colonialista -Olañeta- que no quiso aceptar la capitulación de Ayacucho.

VIII.- La Guerra Gaucha
La quebrada de Humahuaca fue recorrida desde antes de Suipacha hasta después de Ayacucho, tanto por el Ejército patriota que peleó y triunfó en el Desaguadero, como el colonialista que logró llegar hasta Tucumán en cierto momento. Se produjeron diez invasiones realistas por esta quebrada de 2 a 4 km. de ancho a cuyos costados hay poblaciones diversas, sembradíos, alfalfa, etc. Fue tal la hostilidad que las guerrillas hicieron a los invasores, que éstos llegaron a precisar una escolta de 200 hombres simplemente para enviar la correspondencia.

De los argentinos, se dice que los jujeños fueron los primeros en combatir, ya que en seguida de la sofocación de la revolución en Chuquisaca y La Paz (1809), Nieto envió fuerzas para someter a los argentinos norteños, y éstos las vencieron en "Cangrejos" (setiembre de 1810) y "Yavi" (octubre de 1810). Recordemos que el triunfo de nuestro Ejército regular en Suipacha fue recién en noviembre; y que en esta fundamental batalla la mayoría fueron jujeños y tarijeños, pues los porteños que viajaron desde el Sur debían descansar luego de 1.600 km. de marcha y acostumbrarse a la "puna". Por eso Jujuy reclama antecedentes. En este tiempo, Salta abarcaba también Tucumán, Santiago, Catamarca, Chaco, Jujuy y Tarija (esta última pertenece actualmente a Bolivia).

Ya dijimos que en cierto momento el plan de Pezuela fue atacar para obligar a San Martín a suspender la formación de su Ejército en Cuyo e ir al Norte para proteger la frontera, lo que permitiría la invasión a Mendoza (desde Chile) y luego atacar desde el Oeste y el Norte a Buenos Aires y asfixiarla; de esta manera se impediría también que San Martín llegase a invadir Chile donde campeaban los realistas luego de su triunfo en Rancagua (O’Higgins, los Carrera, etc., estaban exiliados en Argentina, concretamente auxiliando a San Martín en Cuyo).

Atento a la multitud de acciones bélicas ocurridas, debemos escogitar algunas para simple pero rotunda ejemplificación de lo que es la técnica de "Nación en armas". Saltaremos al año 1817. El Ejército invasor es atacado en enero en "Zenta", el día 13 en "Orán", el 15 en "Las Piedras", el 17 en "Sora", el 19 en "San Lorenzo", el 20 en "Río Negro", el 21 en "Zapla". Resultado: en esos 350 km. pierde la tercera parte de su caudal humano, llega a Jujuy y queda sitiado; recién luego de seis meses de esfuerzos arriba a Salta, donde debe combatir dos días en "Cerrillos". Se ve precisado a retirarse a su lugar de origen.

Pierden así 1000 hombres, lo que casi equivale a haber sido vencidos en una gran batalla. Llegan, luego de avanzar a ritmo escaso de una legua por día, a pie, pues debieron comer los caballos por carencia de víveres. Han perdido lo más importante de su armamento. Cuando los jujeños vuelven a sus poblaciones, todo es un páramo, sin sembrados, y los animales se han hecho cimarrones. Hay que figurarse el drástico empobrecimiento que han debido sufrir estos luchadores. Dicen que no se diferenciaba del tan conocido "Éxodo" que protagonizaron los jujeños en 1812, arreando el ganado e incendiando las cosechas y todo tipo de eventual auxilio para los perseguidores (se había realizado un esfuerzo popular análogo unos meses antes en Rusia frente al avance de Napoleón). Es aquí donde muere en combate el célebre español Sardina, que se había batido en la guerra popular patriótica de la Península, como 2° jefe del más grande guerrillero, Juan Martín "El Empecinado"; fue totalmente vencido por las montoneras dirigidas por el caudillo Rojas.

Es interesante destacar la interrelación de las luchas en los muy distintos ámbitos sudamericanos. Por ejemplo, en el curso de la 7° invasión realista por la Quebrada de Humahuaca, Guemes prefiere, con derroche de riesgo, dejarlos avanzar hasta el mismísimo territorio actual de Salta, para que estos invasores no pudieran retirarse rápidamente de nuestro país y conducirse a frustrar la invasión que en ese momento San Martín llevaba contra el Perú (junio de 1820).

Solamente en Jujuy (su actual territorio) se libraron 100 combates .

A la muerte de Güemes, Alvarez Prado asume el mando general y continúa la lucha; en determinado momento cae prisionero y luego de arrebatar el arma a su custodio, logra escapar ostentando cinco sablazos en la cabeza.

De este temple eran tanto los Jefes como las tropas. Diremos solamente el nombre de algunos Jefes de partidas: Arias, Saravia, Gorriti, Torino, Burela, Urdininea, Ruiz de los Llanos, Cornejo.

Las tropas respondían a una disciplina bélica local, pero contemporáneamente atendían, mientras fuera posible, el trabajo y el hogar. Las mujeres y los niños, en las circunstancias descriptas, cumplían una función militar (informes, correo, víveres, contrainformación, etc.).

Después de pelear 15 años, el Gral. Paz tuvo la ocurrencia de convocarlos para que lo acompañen a batirse en territorio brasileño, y lo acompañaron hasta la decisiva batalla de "Ituzaingó" (febrero de 1827).

Aunque parezca increíble, luego de producirse la batalla aparentemente definitiva de "Ayacucho” por la cual perdieron los colonialistas el último baluarte (diciembre de 1824), Olañeta resolvió resistirse y no plegarse a la capitulación. Creyéndose dueño un vasto territorio, al mando 5000 hombres veteranos, y aguardando vanamente una nueva expedición que vendría de la Península para ayudar a los realistas locales, decidió continuar la pelea. Adentrado el año 1825, fue derrotado y muerto en "Tusmula". Esto último determinó recién el cese de los combates. Por eso dijimos en el título de esta nota que llegaríamos al año "25".

IX.- Campañas De La Sierra (Bajo Perú)
Ya habíamos visto al Gral. Arenales desempeñarse en distinto escenario: el actual territorio de Bolivia.

Recibe orden de su jefe, el Gral. San Martín, de incorporarse al Ejército regular en Chile, desde donde embarcarían por fin hacia el Perú, el sitio de radicación de los poderes sociales y militares máximos del colonialismo hispano en América.

Se lanzan al océano 4.000 hombres, a sabiendas que el enemigo cuenta 23.000; tal la fe en la incorporación posterior de gente rebelde en el nuevo ámbito donde guerrearían. Por ejemplo, San Martín ordena la libertad de todos los esclavos que se unan a sus fuerzas, y en escaso tiempo se le reúnen 600.

Es entonces que encomienda al veterano Arenales la primera Campaña de la Sierra, precisamente donde es hoy el territorio propiamente peruano. Es el año 1820. Lleva buenos oficiales: Necochea, Lavalle, Brandsen, entre otros.

Arenales recorre 1.000 km. de triunfos. Vence en "lca", y en "Nazca". Es justamente el espacio donde muy posteriormente tuvieron lugar los grandes triunfos de las armas patriotas ("Junín" y "Ayacucho") pero cinco años después. Motivos difíciles de penetrar van determinando que la definición no se produzca en ese año 1820, y algunos mínimos elementos intentaremos dar al respecto.

Lo persiguen -desde dos direcciones distintas- el irlandés O’Reilly y el genocida Ricafort. Arenales se apresura a atacar al irlandés, y lo derrota plenamente en "Pasco" (diciembre de 1820). Mientras tanto, Ricafort sacrifica la población de Cangallo matándole 1000 habitantes. El patriota se dispone a encontrarlo para terminar con este infierno. Pero llega la orden de San Martín de retirarse, replegándose hacia Lima.

Tremenda fue la contrariedad para Arenales, y lo evidenció en una nota a su Jefe: dejar el territorio brindaría al enemigo la factibilidad de rehacerse, y de contar con abastecimientos, que la toma de Lima no era un cabal objetivo militar, etc. En el concepto de San Martín, manifiestamente, la ocupación de la capital virreinal era políticamente lo más importante. Siempre se discutirá.

En 1821 recibe Arenales la instrucción de llevar adelante la 2° Campaña a la Sierra. Pero ya es invierno crudo. Relata J. Novayo ("Arenales, Gral. de los Pueblos") que imperaban 15° bajo cero y la nieve obligaba a tapar los ojos de los caballos envolviéndoles la cabeza, para que no se aterrasen por los fuertes vientos.

El objetivo era privar a Lima de recursos, cortarle las comunicaciones con otros pueblos que pudieran auxiliarla. Tal la orden de San Martín. Arenales debe batir a Valdez y a Ricafort, amenazando luego a Lima.

Carratalá está haciendo el terrorismo de siempre (incendios, saqueos y deguellos). Rudecindo Alvarado, uno de los Jefes principales del bando patriota, deshace las fuerzas de Carratalá en "Huando" (Junio 1821), pero sin lograr hacer prisionero al genocida, quien sin duda sería fusilado.

Arenales conoce que los colonialistas evacuarán Lima y lo perseguirán para aniquilarlo, Canterac, por un lado y La Serna por otro. Cuando lanza su plan de interponerse entre ambos para batirlos por separado, San Martín le anuncia que ha ocupado Lima y que Arenales no debe comprometerse en acciones guerreras de importancia, incluso replegarse a Lima si era buscado por el enemigo. En medio de la inmensa contrariedad para Arenales, le llega otra comunicación de su Jefe manifestándole que el próximo objetivo de las fuerzas expedicionarias es tomar El Callao.

Así es cómo se salva Canterac de una derrota tan segura, quien cuatro años después expresó a Sucre: "Si Arenales me atacaba, yo perdía, nunca entendí porqué no lo hizo". Esto lo dice luego de la batalla de "Ayacucho", naturalmente, cuando ya todo podía sincerarse.

Arenales debe entrar en Lima por fin (agosto de 1821), y sucedió que los realistas pudieron rehacerse en la sierra. y en tres meses ya estaban muy cercanos a Lima. Por eso antes de salir del centro de la sierra, había expuesto a San Martín muy respetuosamente todas sus críticas sobre el plan estratégico. La lealtad al Jefe, aún en el desacuerdo, ha sido invariable.

X.- Mayo: Una Bandera Actual
El temple de estos hombres que iban al combate con "la alegría" que ha exigido un siglo después Julius Fucik para sus contemporáneos, puede auscultarse a través de la filosofía de su máximo líder, el Gral. San Martín. Este dice en su testamento: "Prohibo que se me haga ningún género de funeral, y desde el lugar en que falleciere se me conducirá directamente al cementerio sin acompañamiento alguno".

Creemos que esta definición es un retrato de la entrega absoluta que aquellos guerreros ofrendaron a la revolución. Es admirable y también ejemplificante.

Hoy, tiempo de abjuración de tantos principios y de declinación dura por parte de los gobernantes, legisladores y jueces a los criterios de identidad nacional y emancipación, las hazañas de quienes se pronunciaron en Mayo y en Julio por la independencia con respecto a España “y de toda otra dominación extranjera", son inexcusablemente para nosotros, una bandera.

Con esa bandera y aquellos ejemplos proveeremos a la redención definitiva de la Patria, "porque para los hombres de coraje se han hecho las empresas".

Bibliografía Sugerida
1.- “Guerra de la Independencia en el Alto Perú” (Cnel. Emilio Bidondo, ed. Círc. Militar, 1997).
2.- “Guerra de la Independencia en el Norte argentino” (Cnel. Emilio Bidondo, Eudeba, 1976).
3.- “2° campaña a la sierra del Perú en 1821” ( José I. Arenales, ed. “La Cultura Arg.”, 1920).
4.- “Juana Azurduy” (Joaquín Gantier, ed. Icthus, Bolivia, 1980).
5.- “Yo soy Andresito Artigas” (Raúl Larra, ed. Cartago, 1984).
6.- “Arenales, General de los pueblos” (Julio Novayo, ed. Directa, 1983).
7.- “La revolución de Tupac Amaru en 1780” (Carlos Zamorano, ed. Liga Arg. por los Derechos del Hombre, 1992).
8.- “El 9 de Julio de 1816 y los Derechos Humanos” (Carlos Zamorano, ed. Abogados Asambleístas, 2004).
9.- “Los derechos humanos en la campaña libertadora de San Martín” (Carlos Zamorano, ed. Liga Arg. por los Derechos del Hombre, 2000).

(*) Docente de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. Cátedra: “Las luchas por los Derechos Humanos en la historia argentina”.

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