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Por Jose Rigane* FeTERA SEMANAL Nº 449 - 07/03/08
ante la actual crisis, que es consecuencia de un modelo energético que fracasó -y por lo tanto es crisis estructural-, en tanto y en cuanto este gobierno no cambie el modelo impulsando las medidas necesarias para la recuperación del patrimonio nacional a manos del pueblo, no sólo se repetirán los fracasos de acuerdos energéticos, sino que, además, los argentinos seguiremos viendo con esperanza y beneplácito los cambios políticos que se dan en América Latina y el Caribe sin poder formar parte de ellos porque, precisamente, cuando hablamos unificar criterios en el plano energético, tenemos que definir mejor a quiénes pretendemos beneficiar: a los pueblos o a las multinacionales. El problema de la crisis energética de nuestro país, que es real y es creciente, no tiene que ver con un asunto de perspectiva, ni de intenciones de ver el lado bueno o el lado malo de la crisis. El problema no es ver la botella medio llena o medio vacía. El problema es que la botella ya no es nuestra, que la entregamos, que la definición de la política energética de la Argentina ya no es un asunto soberano, sino que depende del mercado controlado por empresas extranjeras que se manejan en el territorio nacional como dueños del suelo que pisamos. La falta de acuerdo con Bolivia y Brasil por la provisión de gas a la Argentina nos pone, como trabajadores miembros de la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina (FeTERA), ante la pregunta de siempre. "¿Desde qué momento necesitamos la electricidad y el gas de otros países para hacer funcionar nuestras industrias y calefaccionar nuestros hogares en invierno?" y una respuesta conocida: desde que se firmaron (y se siguen firmando) acuerdos vergonzosos con empresas que procuran sólo su rentabilidad. Y esto es posible gracias a una política que atravesó distintos gobiernos y fue inoculada con efectividad en la gente: la de creer que la definición de la forma en que administramos nuestros recursos es un tema de especialistas. La energía no es un problema de especialistas, de técnicos, de profesionales. Es un problema de todos, porque la energía pertenece al pueblo. La cuestión energética es estratégica: Hace a la planificación del modelo de salud, educación y de industrialización que se proponga. Este es el principal concepto que esgrime la FeTERA en relación a un tema que por razones de la política y la cultura del enemigo, siempre ha aparecido ninguneado y no ha logrado el lugar que corresponde. Hoy comprobamos que el tema energético es tan importante que el imperio es capaz de invadir, matar, elaborar estrategias para voltear gobiernos, con tal de apropiarse de recursos que no tiene y que necesita para mantener su status, su modelo saqueador. Y ante la actual crisis, que es consecuencia de un modelo energético que fracasó -y por lo tanto es crisis estructural-, en tanto y en cuanto este gobierno no cambie el modelo impulsando las medidas necesarias para la recuperación del patrimonio nacional a manos del pueblo, no sólo se repetirán los fracasos de acuerdos energéticos, sino que, además, los argentinos seguiremos viendo con esperanza y beneplácito los cambios políticos que se dan en América Latina y el Caribe sin poder formar parte de ellos porque, precisamente, cuando hablamos unificar criterios en el plano energético, tenemos que definir mejor a quiénes pretendemos beneficiar: a los pueblos o a las multinacionales. Para aportar a ese proceso de emancipación y recuperación de los recursos en función de los intereses del pueblo debemos, primero, recuperar nuestro patrimonio nacional y cambiar el actual modelo energético. Es muy difícil acordar con Bolivia precio de gas cuando depredaron nuestras reservas con destino a Chile, muy difícil acordar precios de combustibles cuando hace más de veinte años que no hemos hecho una destilería nueva y hemos estado exportando el petróleo crudo sin valor agregado. Es muy difícil acordar con aquellos países que tienen recursos en sus manos, cuando el 95 por ciento de nuestro patrimonio energético está en manos de empresas multinacionales. En este sentido, el plan de uso eficiente de la energía está bien. Pero no se puede llevar a cabo este plan de cambio de lámparas incandescentes por artefactos de bajo consumo, de apagar las luces a determinada hora, de fijar una temperatura para el aire acondicionado, etcétera, y al mismo tiempo mantener la política de libre disponibilidad del petróleo y las divisas, de exportación a simple declaración jurada. Así, el plan de ahorro puede entenderse con esta analogía: en una empresa con crisis financiera, pensar que se resolvería cortando el café para los empleados. Tenemos que hacer jugar al Estado el papel que le corresponde, el que jugó tantos años, el que posibilitó el desarrollo y el posicionamiento del país, que fue ejemplo para otras potencias de América Latina y el Caribe. Debemos impulsar políticas activas, planificar, controlar todo el sistema energético. De lo contrario -ya lo demostró el Gral. Mosconi-, si EXXON Mobil, Shell, Pan American Energy, Petrobras son los dueños de los combustibles, difícilmente tengamos transporte civil y militar autónomo, difícilmente podamos programar desarrollo industrial propio, difícilmente tengamos políticas de defensa, difícilmente podamos establecer cambios estructurales en función de los intereses de los argentinos. Secretario General de la FeTERA, del Sindicato Luz y Fuerza Mar del Plata y Secretario de Organización de la CTA Nacional. |
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