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Concentración de los medios de comunicación en Argentina
Crisis y dependencia

Glenn Postolski - Ana Santucho - Daniel Rodríguez*
[12/05/2009] Los autores realizan una meticulosa e interesante reflexión sobre la relación entre la crisis sufrida por la República Argentina y su sistema de Medios de Comunicación Social. Se aborda el asunto desde diversas perspectivas: económica, política, cultural, empresarial, etc. También se hace referencia a los fenómenos de la convergencia mediática y globalización de los mercados.

En el marco de un modo de acumulación caracterizado por el predominio de la valorización financiera y por las reformas estructurales neoliberales de la década de los ’90 -con sus regresivas consecuencias sociales-, la etapa reciente de la concentración se da dentro de una prolongada y persistente recesión de la actividad económica, a la que se suma luego una fuerte devaluación de la moneda.

La privatización de los canales de aire, que permitió la constitución de los grupos multimedia en Argentina, estuvo encabezada por capital nacional proveniente principalmente del sector gráfico. Este cruce entre el sector periodístico gráfico y el audiovisual fue el puntapié inicial para la formación de grandes conglomerados de medios.

Durante la primera etapa se produjo el posicionamiento del capital nacional, destacándose dos grupos principales: Clarín y Telefe, y otros grupos menores, como los pertenecientes a Eduardo Eurnekián (América), Alejandro Romay (Libertad) y Héctor Ricardo García (Crónica). A mediados de los ’90 se radicalizó el proceso de concentración e internacionalización del capital en el área de la comunicación con la entrada de grandes operadores internacionales. La irrupción del Citicorp Equity Investment (CEI) en la arena mediática y la constitución como grupo económico de las empresas controladas por Clarín, deparó, a fines de la década, un duopolio privado de medios con gran capacidad de emisión. El CEI fue uno de los casos paradigmáticos, ya que durante un lapso de dos años adquirió una cantidad de firmas que le permitieron constituirse en el principal operador de medios, amparado en las relaciones con el poder local y la capacidad para acceder a importantes fuentes de financiamiento.

La llamada sinergia positiva, producto de la conformación de los multimedios, le permitió a los holdings abordar economías de escala, lo que ubicó al sector de las comunicaciones como uno de los más dinámicos de la década. Luego del inédito proceso de acumulación, la tendencia hacia el achicamiento y el ajuste en el sector comenzó a darse a fines del año 1998, si bien los efectos empezaron a sentirse con mayor profundidad durante el transcurso del año 2000. Las diferentes crisis que llevaron a la disolución del grupo CEI, la necesidad de Clarín por encontrar un socio financiero para comenzar a reducir su deuda, fueron los indicios del resquebrajamiento del duopolio.

El avance del capital extranjero

Durante el período 1999/2002, la presencia de empresas y conglomerados de capital extranjero continuó incrementándose, tanto por el avance de aquellos que ya se encontraban radicados en el país (Telefónica, HMT&F, Cisneros), como por el ingreso de nuevos capitales (AT&T, Liberty Media, UGC, CIE, Recoletos, Prisa, Pearson’s).

En los dos grupos económicos de comunicación con mayor presencia en el ámbito local (Clarín y Telefónica) se observa la presencia de capital extranjero, la cual adquiere distintas modalidades. Por otra parte, ambos holdings mantienen relaciones comerciales con otros grupos del sector, con quienes comparten la propiedad de distintas empresas, produciendo un complejo entramado de relaciones. Dentro de otros grupos económicos de menor peso relativo en el ámbito local, también se verifica una importante presencia de capitales de origen extranjero.

Considerando los sectores de actividad en los que se encuentra la presencia de capital extranjero, se puede observar una mayor presencia de capitales de origen norteamericano en la rama televisiva (abierta, por cable o satelital) y de producción de contenidos. Por su parte, los capitales de origen europeo tienen mayoritariamente una presencia relativa en los sectores más tradicionales (TV abierta, gráfica).

Tipología de los grupos de la comunicación

Los grupos dominantes del sector, Clarín y Telefónica, se destacan tanto por la cantidad de medios que poseen como por la diversidad de sectores que abarcan. Por otra parte, a su fuerte presencia en medios de alcance nacional, se suma un avance sobre medios regionales. En una segunda instancia, se encuentran dos "grupos medianos", los cuales reúnen características que los destacan del resto, aunque sin llegar a las dimensiones de los grandes grupos, éstos son: TyC-Avila y Uno-Vila. Una tercera categoría la constituyen grupos con menor peso en cuanto a propiedad de medios, en su mayor parte de capital de origen extranjero, de ingreso relativamente reciente al país. Entre estos grupos encontramos a HMT&F, Liberty Media, Cisneros. Es importante señalar que además existe un conjunto de empresas con un desarrollo limitado en relación a la cantidad y diversificación de medios que poseen, cuya presencia es considerable en el ámbito de las comunicaciones, como por ejemplo: La Nación o Editorial Perfil. También se puede mencionar la presencia del sistema de medios públicos.

En este escenario se destacan los "cambios de manos" producidos en el sector televisión: Azul TV (Canal 9) fue adquirido por Daniel Hadad y América TV por la asociación entre Avila y Vila. Esta dinámica se acentúa con el regreso de Raúl Moneta, su sociedad con Hadad en Canal 9 e Infobae y la conformación de nuevas alianzas en constante redefinición.

La depresión económica que se evidenció en 1998 y se profundizó a partir de la ruptura del modelo de la convertibilidad, parece encontrar a las empresas del sector frente a la imposibilidad de asumir sus deudas financieras. Esta situación proyecta la posibilidad de una desnacionalización masiva del sector. Ante ésto, los agentes locales demandan la intervención del Estado para impedir su ocaso. Esta posición se opone diametralmente a la sostenida durante los ’90, cuando dicha intervención era criticada y cuestionada. Un ejemplo paradigmático de esta situación es el Grupo Clarín.

Un deudor dominante

Clarín pasó de ser una empresa monomedia en la década de los ’80 a constituirse en el grupo de capital nacional de mayor influencia en la agenda pública, dominante en el mapa de medios de Argentina.

En los ’90 asumió una estrategia de diversificación multimedia que le permitió expandirse a diferentes segmentos de la industria cultural, ingresando también en áreas conexas como las telecomunicaciones. Así, se convirtió en uno de los jugadores mejor posicionados en el negocio de la convergencia.

Esta expansión tuvo una debilidad de origen: la lógica de inversión especulativa lo llevó a un profundo endeudamiento. Su estrecha vinculación al devenir económico del mercado interno, lo terminó exponiendo a los vaivenes de la economía local, al sustentar su expansión en un pasivo tan importante como sus activos.

La constitución de Clarín como grupo se inició en 1995, cuando tomó la decisión estratégica de competir con los grandes operadores internacionales que entraban al sector o vender y subordinarse a alguno de ellos. Para entrar en la liza debió conseguir financiamiento que le permitiera el desarrollo de la empresa y acercarse a los costos de capital con los que contaban sus competidores en sus países de origen (los grupos internacionales como Telefónica, Liberty, Hicks, tienen llegada a fondos de financiación a costos muy inferiores a sus competidores locales). Así, se gestionaron préstamos sindicados para colocar Obligaciones Negociables (ONs) en los mercados financieros internacionales. En marzo de 1999, cuando el mercado comenzó a dar los primeros síntomas de la crisis, el banco de inversión Goldman Sachs adquirió una parte minoritaria del paquete accionario del Grupo Clarín. El plan de negocios tuvo como objetivo posicionarse como actor dominante no sólo en los sectores de contenidos sino, también, en todos los segmentos de distribución.

Las expectativas de crecimiento ininterrumpido del grupo fueron revirtiéndose a partir del estancamiento de la economía argentina, la crisis financiera internacional, la explosión de la burbuja de las empresas de internet y el desdibujamiento de los negocios a futuro de la convergencia. Apareció así la fragilidad económica del grupo, que se radicalizó a partir de la devaluación del peso.

Durante los últimos años, el diario Clarín vio reducida su venta y sus ingresos por publicidad. Parte del retroceso se financió a través de la mejora en los márgenes de circulación. También se buscó la captación de nuevos segmentos del público con la edición de los suplementos zonales que asestó un duro golpe para los medios locales, que no pueden competir con un gigante mediático como Clarín, con el condicionamiento político y la pérdida de pluralidad informativa que ésto genera. Mientras la pérdida de credibilidad y la acusación a Clarín de favorecer la pesificación para licuar sus deudas son parte del lastre de la nueva etapa, el holding debió tomar algunas decisiones urgentes para no ahondar la situación deficitaria.

La estrategia del Grupo se basa en las negociaciones que debe emprender en dos planos. Por un lado, presionar a los políticos que gestionan el Estado para acordar su condición de supervivencia, y por otro, los acuerdos que pueda lograr con los tenedores de deuda.

La fórmula devaluación, pesificación y seguro de cambio, hubiese sido la que le permitiría a Clarín sanear su endeble situación económica. Mientras ésto no se plasme, presiona para que el Estado genere alguna medida de mecanismo de repago blando de la deuda emitida en moneda extranjera.

La conquista

El poderoso CEI, que llegó a dominar la escena mediática a fines de los ’90, desapareció y modificó su propiedad producto de distintas circunstancias que lo hundieron en una crisis política, judicial y de negocios. El CEI, a fines de 1998, se constituyó como el principal grupo radiotelevisivo y la contraparte dominante del sistema de medios, junto con el Grupo Clarín. Imposibilitado de reformar la Constitución a tiempo, el proyecto del ex presidente Carlos Menem se desarmó en el ’99 y con él varios negocios comenzaron a hacerse jirones. De forma paralela, dentro del fondo de inversión comenzaron a darse una serie de modificaciones accionarias, que implicaron la entrada y salida de distintos actores. Producto de la causa judicial iniciada en su contra, Moneta fue resignando su protagonismo. El fondo de inversiones de origen texano Hicks, Muse, Tate & Furst, terminó controlando la presidencia del holding. El cambio en la titularidad llevó al deterioro de las relaciones de los antiguos socios estratégicos. Luego de una serie de negociaciones en noviembre de 1999, CEI y TISA llegaron a un acuerdo para dividir los activos.

En sólo seis meses, Telefónica Media se convirtió en propietaria del mayor grupo de canales de Argentina, con llegada al 85% del público de televisión abierta. Luego de intervenir como socio del CEI, Telefónica Media centró sus actividades de medios en cuatro unidades de negocio: televisión, radio, producción (contenidos), y sistemas y servicios. Los objetivos de Telefónica no se agotan en el mercado local sino que busca expandirse a nivel internacional. Junto con Endemol, la productora que centra su mercado en Europa, Telefónica Media planea constituir a Telefe como una marca registrada de la región en lo relacionado a la distribución y los contenidos.

La nueva coyuntura económica generada por la depreciación de la moneda, le permite invertir en un mercado con muy bajo costo, mano de obra calificada y barata. Lo paradojal de la situación es el estado de crisis en el que se encuentra su principal empresa local, Telefónica de Argentina, que luego de generar rentabilidades extraordinarias durante más de diez años -remitidas en más de un 80% a su casa matriz, para ser distribuidas entre accionistas, mientras la inversión local se financiaba mediante endeudamiento- con la devaluación y la prohibición de las subas en los servicios públicos, entró en una situación económica de emergencia con peligro de default.

Nuevos discursos, viejas mañas

En términos normativos, la década menemista dejó condicionada la estructura de funcionamiento del sistema de medios, con alteraciones sustanciales, a favor de los grupos multimedia. Esta situación no se alteró con el recambio gubernamental de diciembre del ´99. Por ejemplo, el proyecto de ley de Radiodifusión que impulsó el gobierno, pretendió consolidar una estructura de propiedad cristalizada, donde los holdings no verían afectados sus intereses sino, más bien, serían favorecidos. Tanto la anulación, vía decreto, de la ley de creación de Radio Televisión Argentina (RTA), pasando por los conflictos gremiales, la creación del multimedios del Estado, como el proyecto de ley elaborado desde el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER), consolidaron las características vigentes del sistema, y sólo reflejaron un cambio en lo discursivo.

Las denominadas Industrias Culturales

Entre finales de 2001 y el primer semestre de 2002, se creó un espacio integrado por diferentes sectores interesados en el fomento y regulación de la producción de bienes culturales, quienes enuncian la ratificación de los principios de excepción y diversidad cultural.

De aplicarse las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) quedaría impedida la protección territorial, y el destino de la cultura librado por entero a los avatares de la economía de mercado, dejando a estas industrias expuestas a los criterios de pérdidas-ganancias, compra-venta y fusiones entre grandes capitales. En la producción de contenidos el 80% de la producción es importada y se origina en la industria audiovisual norteamericana. Por ésto, la protección del espacio audiovisual es uno de los puntos esenciales en debate para la defensa de las Industrias Culturales.

En Argentina, el proceso de devaluación posterior a la convertibilidad acrecentó la posibilidad de desnacionalización de las empresas culturales, incluyendo en esta incertidumbre a grandes empresas como Clarín, que vive la amenaza de poder ser comprada por capital extranjero por un bajo precio.

El futuro llegó...

A lo largo del proceso de concentración y extranjerización, la lógica de maximización de la renta prima por sobre los derechos comunicacionales de los ciudadanos. En este contexto, el Estado no controla esta dinámica mercadocéntrica ni puede iniciar un proceso de discusión en torno a la definición de un sistema de medios acorde a las necesidades de la sociedad y no a los vaivenes empresariales. Definir las funciones del sistema público, garantizar la pluralidad y diversidad de opiniones que garantice la variedad democrática, son parte de los desafíos pendientes.

La recesión de la actividad económica impactó de forma particular en el sector de las comunicaciones. Los grupos sumaron al achicamiento del consumo, la merma de la pauta publicitaria, la depreciación de los activos, la dificultad de acceder al crédito, la imposibilidad de sostener sus inversiones y afrontar sus deudas en dólares. Esta situación puede derivar en un escenario donde la preeminencia de los capitales extranjeros dominen todos los segmentos del sector. De ser así, cabría preguntarse hasta dónde se vería afectada la calidad de la democracia, que inclusive como democracia deja bastante que desear.


*Integrantes del Observatorio Político y Social de Medios y del Area de Investigación de la UTPBA. Docentes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

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