html. CTA - Central de los Trabajadores Argentinos - Declaración de la FeTIA

Principal : Federación de Trabajadores de la Industria - FeTIA : Documentos


Otras secciones...

Documentos (archivo)

Afiliación

Fed.Nacional de Salud

Fed.Trab. de la Energía

Fed.Trab. de la Industria

Sec. Cultura

Sec. Derechos Humanos

Sec. Discapacidad

Sec. Género

Sec. Juventud

Sec. Salud Laboral

Trab. Autogestionados

Observatorio Juridico

Ediciones CTA

Mi Correo

 

Declaración de la FeTIA

Marzo de 2006
[15/05/2006] El golpe de Estado de 1976 que instauró la dictadura militar constituyó la mayor tragedia de la historia argentina. Toda la vida social, política, económica y cultural fue profundamente modificada. Sin embargo, la diferencia con todos los golpes militares anteriores reside en la aplicación de un terrorismo de Estado sistemático, inédito y salvaje. Tal como ocurrió con todas las dictaduras de nuestra historia, en 1976 se arrasó con las instituciones y se cercenaron los derechos y garantías constitucionales. El golpe de 1976 fue mucho más allá: se propuso aniquilar la organización de los trabajadores, los cuerpos de delegados, las comisiones internas, los delegados de sección; todo intento de autonomía y democracia en el seno de la producción. Asimismo, planificó y ejecutó la liquidación de las leyes laborales que los trabajadores habían conquistado y defendido a lo largo de décadas, con un nivel de organización y combatividad de los mayores en América Latina.

Como se observa en los documentos y directivas secretas a los mandos, se planificó una ofensiva sobre el conjunto de fuerzas populares que se erigían como obstáculo en la implementación de un proyecto de reconversión del capitalismo en el país. Por eso el genocidio.

Declaración de la Fetia - Marzo de 2006

Más que un cambio por agotamiento del modelo anterior de sustitución de importaciones, el proyecto instrumentado por José Alfredo Martínez de Hoz, apuntó a consolidar el predominio de un nuevo bloque dominante, basado en la valorización financiera y para ello se necesitaba arrasar con la resistencia popular.

El movimiento obrero y popular, con un alto nivel de organización y movilización acumulado durante varias décadas, fue paralizado inicialmente por el terror. Contribuyó ciertamente a este desenlace la fragmentación existente antes de aquel fatídico 24 de marzo de 1976. Fragmentación provocada, entre otros factores, por la falta de autonomía política de la clase trabajadora.

Aprender de nuestros errores es construir hoy una Central de trabajadores políticamente autónoma como eje de un movimiento político social y cultural que proyecte día a día la estrategia común del campo popular y la nueva sociedad a la que aspiramos.

Este es el compromiso y el aporte de la FeTIA a la consolidación y el desarrollo de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), que reafirmamos en este III Congreso Nacional.

NOS CAMBIARON EL PAÍS

A la salida de la dictadura, toda una generación había sido neutralizada o directamente destruida, la estructura industrial del país estaba devastada y se había instalado un modelo económico cuya lógica predominante era la valorización financiera. De esta manera se modificó profundamente la estructura productiva, iniciando un profundo proceso de desindustrialización, que licuó considerablemente la fuerza de la clase trabajadora, y produjo el aumento vertiginoso de la pobreza y la exclusión social.

Este proceso, completado en los años 90 con la aplicación plena del modelo neoliberal, constituyó un retroceso de 50 años con relación a la capacidad instalada y el empleo industrial.

Desindustrializaron

El proceso de desindustrialización abarca casi tres décadas, lo que determinó la expulsión de la cuarta parte de la mano de obra sectorial, alcanzando su mayor intensidad en la gran industria local.

Además de la redistribución del ingreso en contra de los trabajadores y la concentración sectorial, durante la década de los ’80, se produjo la desintegración de la producción local, fenómeno que se expande durante el período de la convertibilidad. Simultáneamente aumenta la importancia del "armado" de productos sobre la base de insumos importados y se verifica una marcada reducción del espectro productivo creciendo las actividades que se benefician de ventajas comparativas naturales, como los alimentos y aquellas protegidas por regímenes excepcionales como la industria automotriz cuyo gran crecimiento está asociado a la protección que recibió.

Fragmentaron a la clase trabajadora

En este escenario hay que analizar los importantes cambios sufridos por los trabajadores. En efecto, una creciente heterogeneidad en el mundo laboral se desplegó como consecuencia de esa reestructuración industrial.

En primer lugar, los regímenes de promoción industrial produjeron una doble fractura en la clase trabajadora; los nuevos operarios de estas plantas tenían escaso o nulo grado de sindicalización y para igual trabajo percibían salarios menores a los de los obreros de los centros industriales tradicionales. Este nuevo tipo de industrias, por otro lado, consolidó el proceso de desocupación y marginalidad social en los centros de origen de esas plantas ya que si bien se trasladaron las instalaciones no lo fueron los obreros. Así emergieron un nuevo tipo de obreros y nuevos desocupados. Y se generaron diferencias entre esos nuevos obreros y desocupados y entre ambos y los obreros tradicionales.

Esta situación se agrava en los 90 con los despidos masivos provocados por las privatizaciones, más la profundización del proceso de desindus¬trialización, cuyo resultado global fue un enorme deterioro en las condiciones y relaciones de trabajo.

Generaron contradicciones entre los trabajadores

Esta gran heterogeneidad que se instala entonces en el corazón del conglomerado obrero vuelve muy dificultosa la convergencia sobre reivindicaciones comunes e incluso genera divisiones y contradicciones.

Finalmente a partir del 2001 se agudizan las tendencias a la heterogeneidad en el mercado laboral, entre los trabajadores formales e informales, privados y estatales, la extensión del trabajo en negro, la no equiparación en los salarios en los casos de las trabajadoras mujeres y -al propio interior de los lugares de trabajo-, el fenómeno de la terciarización que plantea groseras discriminaciones en calificaciones y salarios entre trabajadores que comparten similares puestos.

A su vez el temor a la caída en la desocupación persiste como fantasma aun en los trabajadores que han recuperado el empleo.
Mientras las nuevas modalidades de trabajo buscan asimilar al trabajador a la cultura de la empresa, a identificarse con ella y hacerse cargo de las consecuencias de fallas o errores, en un marco más amplio la sociedad sufre otras transformaciones que evidencian la ruptura de lazos y solidaridades y abre brechas peligrosas entre los sectores más marginalizados, los trabajadores y los sectores medios.

AYER y HOY

El actual gobierno se propone mejorar la distribución del ingreso mediante la disminución de la desocupación y la subocupación. La realidad indica que aún cuando se alcance el objetivo de bajar la desocupación a menos del 10 por ciento se mantiene una de las distribuciones del ingreso más regresiva de las últimas décadas.

En efecto, en el marco de la reactivación económica que se registra a partir del 2002 se observa un acentuado descenso de la desocupación (del 20,4 por ciento al 11,1 por ciento entre el primer trimestre de 2003 y el tercero de 2005, respectivamente) y de la subocupación (del 17,7 por ciento al 13,1 por ciento durante el mismo período).

Sin embargo, al mismo tiempo se desplegó una creciente diferenciación salarial entre los ocupados registrados, los no registrados y los empleados del sector público. Mientras que la remuneración de los ocupados registrados crece por encima del promedio, la de los no registrados y de los empleados públicos lo hacen muy lentamente y muy por debajo de la evolución de la inflación. Las categorías más postergadas representan, aproximadamente, el 60 por ciento de los ocupados (35 por ciento los no registrados y 25 por ciento los estatales) mientras que los registrados concentran el 40 por ciento restante.

No obstante, es imprescindible señalar que aún el estrato de los trabajadores mejor pago (los registrados) percibieron una remuneración que evoluciona por debajo de la productividad.
La conjunción de estos procesos es la que determina la coexistencia de un descenso de la desocupación con una elevadísima concentración del ingreso y niveles notablemente elevados de pobreza.

En la actual situación, los trabajadores somos considerados cada vez más como mano de obra absolutamente sustituible, planteando una competencia por los puestos de trabajo, tanto entre los que están adentro de la fábrica como de los que circunstancialmente están afuera (los compañeros desocupados). Desde allí, sin organización y sin una estructura que pueda considerar como iguales a ambos lados de esta competencia que nos impone el sistema, las posibilidades de defensa son NULAS, y todos quedamos a merced de un sistema de explotación SIN LÍMITES.

TAREAS Y PROPUESTAS

Por qué organizarnos

Creemos que, ante el poder demostrado por el capital, ante las inequidades resultantes del enfrentamiento de dicho poder concentrado con la debilidad y dispersión de los trabajadores, la única manera de contrarrestar tal avance sobre nuestros derechos es la oposición de una fuerza colectiva, articulada y que atraviese a las diversas actividades económicas y productivas.

En ese sentido, los trabajadores industriales estamos aún en deuda con nosotros mismos, dado que no conseguimos articular una organización que termine con las diferencias estériles que nos separan y pase a la ofensiva frente al poder empresarial.

Hoy, la mayor parte de los compañeros no poseen ninguna organización sindical o ni siquiera adhieren a la que corresponde a su actividad (por presiones del empresariado, por disconformidad con su dirigencia o por descono¬ci¬miento). Por eso, es indispensable reconstruir la organización desde lo colectivo, revalorizando el papel de la lucha y de la defensa de los intereses de la clase trabajadora, así como reivindicar las organizaciones sindicales como las formas naturales de organización de los trabajadores.

CONSTRUIR LA FETIA

De estas evidencias y premisas parte nuestra propuesta de organizarnos como Federación ya que es imprescindible tomar la ofensiva en la reconstrucción de la organización y representatividad de los trabajadores de la industria.

El punto en que nos encontramos no nos plantea un camino sencillo. De todos modos no partimos de cero. Contamos con la memoria de viejas luchas, de éxitos y fracasos. La memoria colectiva es y será nuestro principal capital para la recuperación crítica de las herramientas anteriores y la reafirmación o la rectificación de las vías que tomemos en esta nueva construcción.

La CTA es el lugar donde se han conjugado hasta el momento la recreación de la memoria colectiva de las luchas de los trabajadores con la construcción permanente de nuevas alternativas de organización social y políticas.

Creemos que FETIA tiene un rol estratégico: el establecimiento de una presencia ampliada y permanente en el sector industrial, desde la cual aportar a la construcción de la CTA.

Los ejes de nuestra construcción

Antipatronal

Definimos este proceso de construcción como básicamente antipatronal.

En esta lucha en ocasiones la empresa cuenta con complicidades y apoyos desde diferentes ángulos, desde el sindicalismo burocratizado y desvirtuado, desde el poder judicial, desde otros funcionarios del Estado o políticos. Por lo tanto, por extensión, nuestra lucha necesariamente enfocará hacia esos otros oponentes pero el eje antipatronal no puede perderse de la mira. Porque debemos ponerle límites a toda forma de explotación, crecer en organización debe significar en concreto que estamos recuperando lo que nos arrebataron las patronales a partir del genocidio del 76.

Al mismo tiempo la lucha puede transformarse en antiburocrática. Pero evitando las falsas discusiones que nos proponen disyuntivas entre la recuperación del espacio sindical o el armado de nuevas estructuras. Siendo el terreno de la lucha nada homogéneo en cada lugar, se debe evaluar desde estructuras colectivas autónomas las formas convenientes de intervención, teniendo siempre presente la importancia de la estrategia de organización por sobre las tácticas coyunturales.

En el territorio

El territorio debe ser el lugar de encuentro de las diferentes formas de ser trabajador; es un lugar de síntesis de la vida laboral y de los distintos elementos que definen la calidad de vida .

En el territorio se resumen satisfacciones e insatisfacciones frente al trabajo, a la familia, a la salud, a la educación, a la seguridad, a las actividades sociales y culturales, etc.

Todas las luchas obreras triunfantes estuvieron asociadas al territorio. Se trata de un espacio que nos garantiza ámbitos colectivos de discusión e interrelación entre las distintas expresiones del trabajo.

Debemos unir la lucha de la fábrica con cada una de los espacios cotidianos donde se reproduce la dominación y lograr resumir en un lenguaje y en una práctica comunes el conjunto de resistencias cotidianas contra el poder constituido.

Tomando como eje la propuesta de construir un Movimiento Político Social y Cultural, entendemos que un movimiento político de los trabajadores deviene en social si logra unir la lucha de la fábrica con cada una de los espacios cotidianos donde se reproduce la dominación y es cultural si logra resumir en un lenguaje y en una práctica comunes el conjunto de resistencias cotidianas contra el poder constituido.

Lo político, lo social y lo cultural se unirán en un solo ámbito de construcción colectiva cuando se logre articular la lucha por el salario con las de las condiciones de trabajo, con las correspondientes a una vida mejor para toda la familia, a mejor salud y educación, a jubilación digna, y al conjunto de derechos que nos permitan avanzar hacia una transformación real de la sociedad

Autonomía

Planteamos nuestra autonomía de los patrones, el estado y los partidos políticos. Consideramos que este es un valor de substancial importancia en nuestra construcción, dado que la organización que llevemos adelante debe encaminarse en esta línea y constituirse en la verdadera herramienta política de los trabajadores frente al capital, más allá de las filiaciones partidarias, más allá de los intereses coyunturales de una elección nacional, provincial o municipal. No estamos diciendo entonces que debemos construir un sindicalismo apolítico sino todo lo contrario. Los trabajadores también hacemos política, desde allí nos planteamos una sociedad justa, sin explotación, pero la política debemos discutirla en nuestras organizaciones y desde allí llevarla al conjunto de la sociedad, incluyendo a los partidos políticos y no al revés, resolviendo lo político en los partidos y bajándolo luego a las organizaciones de trabajadores.

Democrática

La posibilidad de ir corrigiendo el camino solo será posible si contamos con ámbitos democráticos.

Organizarnos democráticamente debe tener a la asamblea de base como ámbito por excelencia de la toma de decisiones. Por otro lado en tanto las empresas pretenden organizar el trabajo de manera que cada trabajador actúe como patrón, los trabajadores lo debemos revertir siendo cada uno en su puesto el más fiel defensor de sus derechos. Luchar por adquirir autonomía en los ámbitos de trabajo, es amalgamar la más auténtica organización y debate colectivos con el rol individual activo que haga de cada uno de los trabajadores, potencialmente un delegado.

Finalmente, el planteo de la construcción de un espacio de organización sindical y política de los trabajadores y de llevarlo adelante desde ámbitos de democracia y participación tienen que ser una parte de la lucha por la democracia en el sentido más amplio.

Democracia en los ámbitos de la producción significa luchar para poder participar en las decisiones referidas a la discusión salarial, a la organización del trabajo, los puestos, las condiciones de insalubridad, a combatir el autoritarismo patronal, etc. A la real participación obrera en ámbitos que controlen y decidan aspectos esenciales de la vida del trabajador en las empresas. (Teniendo un aspecto antiburocrático ya que deberá combatir a aquellos que en el ámbito de la fábrica se asocian al patrón para ahogar la democracia y se erigen en representantes ficticios de sus compañeros).

Debe vincularse la reivindicación sindical con exigencias de democracia política y económica. Porque la lucha por la democratización del proceso político es el único marco en que se puede producir el proceso de democratización del ámbito de la producción.

Con la amplia participación del pueblo en las decisiones nacionales de todo orden, es necesario estar presente y decidir en lo referente a la discusión nacional por la distribución del ingreso, las políticas de empleo, y todo lo que tenga que ver con la producción, el medio ambiente y las condiciones de vida y los problemas de la población.

Por otro lado es importante no olvidar que lo ocurrido en nuestro país es parte indisoluble de cambios que van mucho más allá de nuestras fronteras. Es parte de un proceso mundial de globalización que afecta profundamente la vida de los pueblos. No podemos hablar de nuestro proceso si no lo hacemos en el marco de la democratización de las relaciones internacionales, comerciales y políticas. Y con la participación y el compromiso con las luchas democráticas de todos los trabajadores.

Articular con los trabajadores y centrales del mundo la lucha por enfrentar las políticas económicas que deciden las grandes empresas trasnacionales es parte de ese proceso de lucha por la democracia que contribuya a alcanzar una vida mejor en el mundo.

Las nuevas formas que debe adquirir una organización de los trabajadores, no están aún del todo claras. Tenemos que marchar y construirlas con la gente, porque estamos en una realidad que no tiene antecedentes históricos.

Reclamamos:

La FeTIA reclama la reconstitución integral del mercado de trabajo (hoy flexibilizado y fragmentado), lo que implica reformular el carácter del Estado y de las características que exhibe el propio proceso de producción.

-  En ese sentido se debe generar en nuevo modelo de desarrollo productivo inserto en el proceso de integración, que priorice el empleo y la equidad y termine con las características del mercado laboral actual que exhibe una gran cantidad de trabajadores informales o precarizados, y con la falta de libertad y democracia sindical que impiden su participación en la discusión y disputa de sus intereses.
-  Definir políticas fiscales, tributarias y previsionales orientadas a mejorar la distribución del ingreso.

Proponemos:

Salir a reconstruir vínculos con los trabajadores que hoy están diseminados por todos lados, en núcleos pequeños en la fábrica o en el barrio, en huecos que la burocracia no logró doblegar, o incluso en la más desamparada soledad. Hay que recorrer las fábricas y las calles, los barrios, pasar a la ofensiva, ir a buscar a la gente. Buscar soluciones creativas entre todos y dar respuesta a las necesidades.

La nueva organización democrática de los trabajadores, como siempre ha ocurrido, sólo puede provenir de una movilización ascendente y en progreso desde la fábrica como parte del territorio.

También en Documentos

Ingreso Ciudadano para la niñez

Las tareas para la construcción de un sindicalismo democrático y participativo

Video - Situacion actual de la crisis economica mundial

El trabajador afiliado a un sindicato con simple inscripción puede postularse a Delegado Gremial

Complicidad patronal-militar en la última dictadura militar

Un objetivo innegociable para los trabajadores

La perdida de ingresos por parte de los trabajadores en las tres últimas décadas fue dramática. La torta, es decir todas las riquezas que se producían en el país en 1974, se repartía entre el 48,5 por ciento que le tocaba al conjunto de los trabajadores y el 51,5 por ciento que iba a las manos de los dueños del capital, que por cierto siempre son una minoría en cualquier sociedad. Luego del terror y el saqueo de la dictadura militar, más la hiperinflación y las políticas aplicadas a lo largo de los años ’90, el apogeo del neoliberalismo, la torta siguió creciendo, pero la parte de los trabajadores se desmoronó a sólo un 30,4 por ciento. La peor distribución del ingreso en toda la historia.

Desarrollar la Industria Nacional y recuperar los Recursos Energéticos

La conjunción de políticas desarrolladas en el marco del modelo neoliberal tuvo como resultado directo la desestructuración total del aparato productivo nacional y la extranjerización de la mayor parte del capital restante. La apuesta estratégica de los sectores hegemónicos por la apertura indiscriminada de los mercados derivó en la desaparición de gran parte de la pequeña y mediana industria, la deslocalización de algunas grandes empresas, y la absorción y concentración en grandes grupos económicos de otras. Al mismo tiempo y como parte de la misma lógica, se produjo una transferencia de gran parte del capital productivo a capital financiero. Acompañando este proceso, se destruyeron la mayor parte de las protecciones legales al trabajo, se generó un contexto de desocupación masiva y se sumió a gran parte de la población en la pobreza y la indigencia.

Características de la desindustrialización en la Argentina durante las últimas décadas


Secciones...

En esta sección...

Ingreso Ciudadano para la niñez

Las tareas para la construcción de un sindicalismo democrático y participativo

Axel Kicillof
Video - Situacion actual de la crisis economica mundial

volver a comienzo sección