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Aldo Ferrer
La Argentina frente a la crisis mundial: factores determinantes

[7/04/2009]

La crisis mundial pone a prueba la capacidad de resistencia de los países para mantener los equilibrios macroeconómicos, defender el empleo el empleo y crecer. Esa capacidad depende de varios factores vinculados con las finanzas, la economía real, las expectativas y la política económica. Detengámonos brevemente en cada uno de ellos.

Las finanzas. La magnitud del impacto de la crisis mundial depende, en gran medida, del nivel de deuda doméstica y externa y de la capacidad de financiarla con recursos propios. El apalancamiento y la relación deuda/patrimonio neto, es determinante de la solidez o vulnerabilidad de las entidades financieras, las empresas y las familias. Cuanto más sólida es la solvencia y liquidez del sistema financiero y menor la relación deuda/patrimonio neto de las empresas y las familias, mayor es la capacidad de resistencia al contagio de la crisis. En el sector público, cuanto menores son las relaciones servicio de la deuda/superávit primario del Tesoro y servicios de la deuda externa/superávit de la cuenta corriente del balance de pagos, más sólidas son las finanzas del Estado y menos vulnerables a los shocks externos.

Economía real. El comercio exterior es una vía principal de contagio de la crisis sobre la economía interna. Cuanto más alta es la participación de las exportaciones en la demanda agregada, mayor es el contagio. El caso de extremo lo registran economías, como la de Singapur, en las cuales, las exportaciones son mas del 100% de su PBI porque son plataformas de procesamiento de importaciones para reexportarlas, transformadas, al mercado mundial. En sentido contrario, cuanto mayor es la participación del consumo y la inversión del mercado interno en el destino final de la producción, menor es el contagio. Por ejemplo, con un coeficiente exportaciones/PBI hasta un 15%, una caída del 30% del valor de las exportaciones plantea una contracción de la demanda agregada importante pero manejable. Del lado de las importaciones, importa cuál es la situación de oferta de los dos tipos de bienes esenciales: alimentos y energía. Países autoabastecidos o excedentarios en ambos rubros, tienen mayor capacidad de resistencia que aquellos otros que necesitan importar parte principal de los mismos para satisfacer la demanda de su población y actividad productiva.

Expectativas. Este factor es el mas incierto e idiosincrásico, es decir, vinculado con la tradición histórica de cada país, la situación política. la capacidad de los actores sociales de encontrar soluciones negociadas a los conflictos y la sensibilidad con la cual se perciben los acontecimientos externos. Una sociedad con una memoria colectiva de serios desordenes institucionales y/o económicos, debilidad de las reglas para transar conflictos y sensibilidad extrema a las opiniones y acontecimientos externos, tiende a generar expectativas muy negativas en situaciones de turbulencia internacional.

Política económica. Los tres factores anteriores influyen las decisiones del Gobierno para resistir el contagio de la crisis internacional, mantener los equilibrios macroeconómicos, defender el empleo y crecer. La política económica puede alejarse de la combinación óptima de acciones para resistir con eficacia a la crisis mundial. Tiene un margen de error disponible antes de que se instalen desequilibrios insostenibles, caiga el empleo y la vulnerabilidad externa obligue a un ajuste brusco de la paridad y/o otras medidas de ajuste. Dadas las circunstancias de contexto mencionadas, la política económica puede utilizar, con mayor o menor eficacia, los instrumentos de los cuales dispone que son, esencialmente, tres.

I) El gasto público que debe contribuir a sostener la demanda efectiva frente a la contracción de sus otros componentes, vale decir, exportaciones y consumo e inversión privados. Debe tenerse en cuenta que, a diferencia de los Estados Unidos y otros países industriales, la posibilidad de las economías de la periferia de recurrir al déficit fiscal, como fuente de financiamiento del gasto público, es reducida o inexistente.

II) El tipo de cambio de equilibrio desarrollista (TCED), principal determinante de la competitividad de la producción doméstica de bienes transables y del equilibrio de los pagos internacionales.

III) Ahorro interno. Es la fuente fundamental del financiamiento y su movilización el instrumento principal de la política de gastos e inversiones de un país.

En resumen, la capacidad de resistencia de un país al contagio de la crisis mundial depende de factores estructurales, vinculados con las finanzas y la economía real, y factores idiosincrásicos y políticos de una sociedad, vinculados con las expectativas y la política económica.

Dado este marco de referencia, ¿cuál es la situación actual de la economía argentina?. En el plano de los factores estructurales, la posición es relativamente sólida. Las entidades financieras cuentan con una holgada relación deuda/patrimonio neto, liquidez por encima de los encajes legales, bajo nivel de incobrabilidad y calce de préstamos en moneda nacional y divisas con fondeos en las mismas monedas. Respecto de la deuda pública, la exitosa operación de salida del default en el 2005, colocó los servicios futuros dentro de la capacidad de pagos con recursos propios. Desde mediados del 2002, el Estado opera con superávit primario y el balance en de pagos con superávit en las cuentas comercial y corriente. El Banco Central cuenta con un buen nivel de reservas internacionales y tiene los medios necesarios para regular el mercado de cambios y de dinero doméstico. En consecuencia, en el caso argentino, el contagio financiero de la crisis global es moderado y su impacto en el volumen de préstamos y tasa de interés poco significativo. Respecto de la economía real, la relación exportaciones/PBI es del orden del 15 por ciento. El mercado interno es el destino de alrededor del 85% de la producción interna. En consecuencia, es manejable el efecto contractivo de una caída sensible de los ingresos de exportación. Además, el país está autoabastecido en energía y es un gran exportador de alimentos, lo cual, es un factor fundamental de su fortaleza.

En cambio, la situación argentina es vulnerable en los factores idiosincrásicos y políticos. La memoria colectiva conserva traumas graves que generan actitudes preventivas frente a la incertidumbre. Esto deprime la demanda privada de consumo e inversión y afecta, en primer lugar, a los sectores productores de bienes de inversión y durables de consumo. El riesgo percibido provoca la fuga de capitales. Este efecto es muy grave. En los últimos dos años han salido más de u$s20.000 millones, absorbiendo el superávit del balance comercial. Es una fuga comparable a la que precedió la debacle de fines del 2001 y el default. Ahora, la situación es distinta porque la economía se financia con ahorro interno y con excedentes reales en el presupuesto y el balance de pagos. En consecuencia, se pudo soportar el drenaje sin perder los equilibrios macroeconómicos. En cualquier caso, la fuga de capitales debilita la posición financiera y deprime la demanda agregada.

A su vez, el margen de error de la política económica se ha reducido, particularmente, en los pagos internacionales y el financiamiento público. El Gobierno conserva el control de las principales variables macroeconómicas y una considerable cantidad de instrumentos y recursos parea sostener la demanda agregada. Pero no puede sostener por largo tiempo un tipo de cambio sobrevaluado y su efecto contractivo sobre la producción y el empleo, los ingresos fiscales y la solvencia externa. El escenario político, con elecciones cercanas y la crispación que encuadra la relación del Gobierno con el ruralismo, contribuye a deteriorar las expectativas y a generar la imagen de una situación límite que no es real. Basta con comparar la situación del sistema bancario argentino con el cataclismo financiero internacional y la evolución de la economía real, que es menos contractiva que la que se observa en otras partes.

En resumen, la situación actual de la Argentina está principalmente determinada por los problemas de frontera para adentro, fundamentalmente en los factores idiosincrásicos y políticos. En tal sentido, iniciativas como la creación de un consejo económico y social pueden contribuir a una mejora de las expectativas y a fortalecer la confianza del país en sus propias fuerzas. Es necesario, el convencimiento que el lugar más rentable y seguro para invertir el ahorro interno es la Argentina. Nuestro problema fundamental no es sólo enfrentar con éxito la crisis mundial, sino resolver la emergencia sin perder el rumbo de la transformación productiva del país, la generación de empleo y la inclusión social. Es preciso evitar la imagen de la emergencia inmanejable y la búsqueda de tablas de salvación, como volver a recurrir a los créditos del FMI. Sería la forma más rápida y segura de volver a renunciar al manejo soberano de la política económica y, por lo tanto, a la posibilidad de los argentinos de construir su destino nacional. Para desplegar políticas para enfrentar la crisis mundial y seguir creciendo, lo que hace falta es fortalecer el mercado financiero, el control de los capitales especulativos, paridades según el TCED, la movilización del ahorro interno y sólidos equilibrios macroeconómicos.

Aldo Ferrer
Director Editorial
Buenos Aires Económico
http://www.elargentino.com/nota-35350-La-Argentina-y-la-crisis.html

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