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La discapacidad: una cuestión de derechos humanos

Por Carlos Eroles
[16/03/2005] En este trabajo planteamos la problemática de la discapacidad, como una construcción de ciudadanía y afirmación de derechos. Creemos que plantea a los profesionales del equipo de salud un énfasis bioético. Hay algunas orientaciones en bioética que acentúan el valor de la autonomía, en una forma tal que conspiran contra la promoción humana y social de las personas con discapacidad, al negar su condición de sujetos. En nuestra opinión el abordaje predominantemente médico de la discapacidad, favorece la minusvaloración y la dependencia de las personas con discapacidad e implica un reduccionismo que termina anulando las posibilidades de desarrollo autónomo de los que aún más débiles en sus posibilidades de proyección reunen la plena condición de ciudadanos y sujetos plenos de derecho

1.- Invisibilizar al diferente

Decíamos en el libro: “La discapacidad; una cuestión de derechos humanos” [1] que “El maestro Paulo Freire [2], aquel célebre pedagogo y pensador brasileño, comenzó su tarea enseñando a leer y a escribir a los adultos analfabetos, pero no desde su minorización -asimilándolos a chicos pequeños- sino desde el reconocimiento de que la adultez y la experiencia surgen del caminar, del compartir, del amor y del sufrimiento.

“Por ello su método pedagógico concientizador, hacía evidente lo que estaba oculto, a través de palabras generadoras: agua, tierra, amor, naturaleza, lucha, solidaridad, compromiso, libertad, ser persona.

En realidad antes de Paulo Freire, la minorización de los adultos analfabetos era una forma de invisibilización para mantener una estructura de opresión. Si eran “como niños”, se podía pensar por ellos, decidir por ellos y hasta privarlos de su salario y de la satisfacción de sus necesidades más elementales. Existían solamente por la mediación de los dueños de la tierra, sus explotadores paternalistas.

“En un reciente artículo de Mario Wainfeld [3], se recuerda un texto de Raúl Scalabrini Ortiz, que definió a los trabajadores reunidos en la Plaza el 17 de octubre como el “subsuelo de la Patria sublevada”. Y los llamaba subsuelo, dice Wainfeld, porque antes del 17 de octubre nadie los veía y les decía sublevados no porque esgrimieran armas, sino porque cuestionaban un orden establecido injusto y desigual.

“Con muchos hombres y muchas mujeres como Raúl Scalabrini Ortiz y Paulo Freire el mundo fue cambiando, pero todavía no lo suficiente.

“El rechazo del diferente, la invisibilización, el dominio paternalista de los ámbitos culturales y los espacios públicos, se sigue practicando en nuestra sociedad, plagada de prejuicios, prepotencias y negaciones de la dignidad humana.”

2.- La identidad, como debate y como conflicto actual

La Convención Interamericana sobre Eliminación de Todas las Formas de Discriminación de las Personas con Discapacidad (aprobada por ley 25.280), define en su artículo 1º la discapacidad, con los siguientes términos: “significa una deficiencia física, mental o sensorial, sea de naturaleza permanente o temporal, que limita la capacidad de ejercer uno o más actividades esenciales de la vida diaria, que puede ser causada o agravada por el entorno económico y social”.

Esta definición que recoge los conceptos clásicos empleados por las Naciones Unidas y es en sí misma correcta, no alude más que a un sentido reduccionista de la expresión discapacidad totalmente asimilable al de minusvalía. Dice parte de la verdad y no aporta a un proceso de transformación de la realidad. En sentido opuesto, entendemos el término, como la potencialidad de las personas con discapacidad de fortalecer su calidad de vida y su desarrollo humano, de contar con los recursos técnicos, pedagógicos, de salud o de seguridad social adecuados y si se promueve la conformación de contextos económicos, sociales y culturales favorables, mediante políticas públicas y acciones comunitarias y/o privadas.

2.1.- De la etica de la justicia a la ética del reconocimiento

Toda exclusión tiene un contenido discriminatorio, racista o xenófobo. Es lo que muestra el mundo de hoy. ¿Los pobres lo son porque son marginados o han sido marginados porque son pobres?

Nancy Fraser, una de las principales pensadoras de la filosofía actual señala: “...la justicia de hoy precisa de dos dimensiones redistribución y reconocimiento....esto significa también teorizar acerca de cómo las formas en las que la desigualdad económica y la falta de respeto cultural se encuentran en estos momentos entrelazadas, respaldándose mutuamente. Unicamente articulando el reconocimiento y la redistribución podremos construir un marco crítico teórico que se adecue a las demandas de nuestra era” [4].

No podemos ignorar que los resabios racistas de nuestra sociedad alimentan la exclusión social, al despreciar “a los que el mundo tiene por débiles”: negros, villleros, pobres, migrantes latinoamericanos, indígenas.

Son aquellos que forman parte del rostro hasta ayer oculto de nuestra sociedad y que ahora lo palpamos: porque los pobres suman unos diecinueve millones y porque han roto parcialmente el silencio y hoy se muestran en los piquetes ocupando rutas, marchando por las calles y mostrando el hambre y los dolores de las familias más humildes de nuestra Patria. Muchos de ellos tienen hijos con discapacidad.

Aquí nos encontramos también con los chicos del pueblo, muchos de ellos trabajadores prematuros, con un peso y talla inferiores a los de su edad, con sus rostros de hambre, habituados a sentir el dolor de no tener, de no ser, de no estar reconocidos por el conjunto de la sociedad. Muchos de ellos son personas con discapacidad.

Y nos reconocemos en los ancianos indigentes, en los que han devenido de trabajadores desocupados en vivir del cirujeo, los que van a pedir comida a las parroquias, en los hombres y mujeres que están literalmente tirados en la calle.

“El ser-ahí-tirado es el que está absolutamente disperso en la miseria del mundo actual. Podríamos decir con Heidegger que a pesar de todo se encuentra allí su potencia originaria. Es en el dramático acontecer de la miseria donde nos enriqueceríamos al asumir su poderío subyacente de infinitas posibilidades, tanto de acción comunitaria como de reflexión filosófica y de renovadas éticas militantes”. (Arturo Sala “Plenitudes, Acechanzas y Límites del Decir”, conferencia inédita, 2002).

Como lo señalan Berger y Luckman: “Los modos de llegar a ser humano, y ser de hecho humano, son tan numerosos como las culturas del hombre” [5].

En una interesante ponencia, el Dr. Miguel López Melero, profesor de la Universidad de Málaga decidido promotor de la educación inclusiva decía “Yo he hecho de mi profesión una opción política y educativa que no es otra cosa que una opción de vida, lo que significa...tomar una postura frente a la realidad social, no quedar indiferente ante la justicia atropellada, la libertad conculcada, los derechos humanos violados, la trabajadora o el trabajador explotado... es luchar por la cultura de la diversidad, frente a la cultura del handicap... Cuando hablo de la diversidad no me refiero a las personas socialmente conocidas como deficientes, sino que lo hago desde un pensamiento amplio que incluye al género, a la enfermedad, a la discapacidad y a la etnia.. o sea a los colectivos y culturas minoritarias que durante tanto tiempo han tenido que soportar y soportan los criterios de las culturas mayoritarias...-.” [6]

Nos ha costado mucho crecer como sociedad. La difusión entre nosotros del concepto pleno de ciudadanía tiene alrededor de veinte años; es “el derecho a tener derechos” [7], aunque todavía no tiene vigencia real.

Hoy todos las personas, por el sólo hecho de serlo tenemos la condición de ciudadanos y tenemos derecho a exigir que se nos respete como tales.-

2.- El Estado democrático y los derechos humanos

Las sociedades latinoamericanas pueden ser valoradas en punto a la madurez de su sistema político-institucional por el grado de afirmación real de los derechos humanos:

“El Estado democrático tiene un objetivo político específico: avanzar hacia el logro de una síntesis entre libertad y justicia, a partir de la igualdad y de la participación. Hay sectores dentro de la comunidad que por su situación relativa de mayor desigualdad y debilidad para hacer sus demandas, requieren la acción afirmativa del Estado.

“Esto implica asumir para valorar la sociedad en que vivimos la óptica de los privados del ejercicio de sus derechos: Nos referimos a los niños, víctimas de la pobreza extrema y el maltrato; a la mujer, en punto a la vulneración de su situación social y la negación de su igualdad de derechos; a las personas con discapacidad; a los ancianos que sufren privaciones en términos de calidad de vida; a las familias sumidas en la pobreza; a las comunidades aborígenes, a las minorías étnicas, a las víctimas de discriminaciones por razones raciales, sociales, ideológicas, de orientación sexual, migrantes, refugiados; es decir al vasto mundo de los excluidos de la ciudadanía plena.

2.1. El concepto de Ciudadanía

Para fomentar la ciudadanía las políticas públicas relevantes son:

a) Educación básica

b) Políticas sociales que afirmen la calidad de vida (salud, asistencia, trabajo, cultura, recreación)

c) Las políticas de seguridad jurídica (accesibilidad a la justicia).

d) Justicia y derechos humanos (Estado garantista y reconocimiento de los derechos plenos de las minorías y los segmentos vulnerables de la población)

e) Prioridades estatuidas de atención, como la de promoción de los derechos de los llamados grupos vulnerables (niños y adolescentes, ancianos, discapacitados, migrantes, minorías étnicas o discriminadas, etc.) .

La participación organizada de la sociedad, es eficaz para afirmar la ciudadanía desde la cotidianeidad." [8]

La construcción de la ciudadanía y su ampliación constante hasta incluir a la totalidad de los habitantes de una comunidad democrática, parece constituir, en consecuencia, uno de los más significativos desafíos del presente. En este sentido la ciudadanía es extensa en cuanto involucra a todas las personas cualquiera sea su condición en el "derecho a tener derechos". Pero también es integral en cuanto implica a los diversos ámbitos de lo público: lo político, lo económico, lo social, lo cultural.

3.- La bioética y la discapacidad: una cuestión de derechos humanos

Entendemos la bioética como la ética aplicada a los problemas vinculadas con la salud de la población, el abordaje de las situaciones biomédicas que hacen al desarrollo evolutivo de la existencia humana y las modalidades, dificultades y criterios tenidos en cuenta en las intervenciones tanto de los equipos de salud, cuanto en el diseño, planificación y ejecución de las políticas públicas vinculadas con la investigación científica, la accesibilidad a los servicios y el respeto integral del derecho a la salud. Así como el respeto por las decisiones autónomas de los sujetos y la justicia en la distribución de los recursos que hacen a la protección de la salud y la promoción de la calidad de vida.

En nuestra percepción la bioética se manifiesta a partir de los mismos valores que dan sustento filosófico, jurídico y social a los derechos humanos. Nos referimos a los conceptos de vida y dignidad humana, justicia, igualdad, libertad, solidaridad, participación, accesibilidad a los derechos y prestaciones que fortalecen la calidad de vida y no discriminación.

Allí de asientan los criterios fundamentales para las intervenciones en el campo de la salud con un sentido de beneficiar al paciente y actuando con eficacia y en el marco de la ciencia médica.
Allí se apoyan también los derechos humanos fundamentales.

Por eso podemos afirmar que entre bioética y derechos humanos hay lazos estrechos, que unen ambos campos de intervención a partir de una misma direccionalidad que convierten la bioética en una disciplina situada a partir de un contexto socio-cultural y estrechamente referenciada con los derechos humanos.

Esta suerte de imbricación entre bioética y derechos humanos califica y define el sentido y la profundidad de las intervenciones. Lo que está en juego es esencial. Hace a la defensa y la afirmación de los derechos humanos de cada persona y del conjunto de las personas que conforman una sociedad.

Es por ello que como lo señalaba López Melero [9] asumir una bioética de los derechos humanos es una opción centralmente política, que define desde las actitudes y desde la praxis, una percepción de la persona con discapacidad como un sujeto pleno de derecho.

Un experto francés Iván Darroiult [10], haciendo referencia a la integración de niños con diferentes discapacidades en la escuela común, aludía a la necesidad de convertir al personal, a partir de cuatro criterios éticos. Siguiendo este esquema y complementándolo desde la perspectiva de los derechos humanos, surgirían los siguientes postulados:

a) Una acción es ética cuando cada uno de los participantes es un sujeto activo y no un objeto pasivo

b) Una acción es ética cuando es útil al sujeto y cuando no es nociva

c) Una acción es ética cuando contribuye a reducir las desigualdades, sin provocar la apariciòn de otras nuevas

d) Una acción es ética, cuando es evaluable y evaluada regularmente y resulta consistente

e) Una acción es ética cuando es coherente con la defensa y promoción de todos los derechos humanos.

Las personas con discapacidad, en el marco de sus limitaciones, pero también desde las perspectivas de sus potencialidades y de su integración social, requieren el apoyo de la sociedad y del Estado en el marco de políticas públicas que favorezcan la plena integración, la afirmación de los derechos y la construcción de la ciudadanía de las personas con discapacidad.

Lo afirmado en los párrafos precedentes es aplicable a todas las esferas de la intervención profesional con las personas con discapacidad: trabajo, salud, educación, seguridad social, desarrollo social, accesibilidad física, accesibilidad al transporte, cultura y recreación, desarrollo humano, medio ambiente etc.

Lo limitante, es decir la gestación de obstáculos a la plena integración y desarrollo como ciudadanos de las personas con discapacidad atraviesa actitudes, recelos, prejuicios, invisibilidades y negaciones de la realidad que intentan sumir a las personas con discapacidad, junto a otros excluidos sociales y marginados, en el campo de la desafiliación de la sociedad.

Uno de los problemas más severos en este sentido es la situación de las familias en situación de pobreza con miembros discapacitados. Este problema tiene tres connotaciones:

a) La gravedad de la crisis ha incrementado los índices de desnutrición, que dejan como secuela un número significativo de niños y adolescentes con dificultades de aprendizaje. De no mediar una tarea intensa del Estado y la sociedad en este sentido corremos el serio riesgo de dejar a un segmento significativo de nuestra población fuera del mercado formal de trabajo, victimizando a las víctimas porque crecieron en hogares de extrema pobreza no tuvieron la nutrición adecuada; por ello no pudieron obtener un desarrollo escolar suficiente, siendo más tarde o más temprano excluidos del sistema educativo; por ello son excluidos del mercado formal de trabajo. A esta realidad la podríamos llamar el círculo vicioso de la exclusión social

b) Las personas en situación en pobreza que residen en las grandes ciudades en el segundo y en el tercer cordón de la periferia y el grueso de la poblaciòn pobre de las zonas rurales, carece de toda forma de accesibilidad a la salud y a la educación. Los niños y jóvenes con discapacidad crecen al margen de toda posibilidad de rehabilitación.

c) Los trabajadores en situación de pobreza que integran el mercado informal de trabajo tanto urbano como rural están insuficientemente protegidos contra los accidentes de trabajo y las enfermedades. Muchas veces desarrollan discapacidades que en trabajadores con adecuada cobertura son altamente rehabilitables, pero que en estas franjas de la población tienen consecuencias gravemente invalidantes.

Por eso la discapacidad no puede ser abordada como una problemática médica, ni como una problemática asistencial. Es un problema que requiere un abordaje integral, que es social y que es político. Es un problema de ciudadanía. Es una cuestión de derechos humanos.

4.- Discapacidad y discriminación

La discriminación es violenta, dura, brutal. Diferencia a los seres humanos de acuerdo a criterios no válidos. En base a los prejuicios, a los caprichos, a los desbordes de poder de unos pocos.

Marcuse el célebre filósofo francés, que levantó en los sesenta las banderas del cambio y alentó la revolución juvenil de fines de los sesenta, sostenía: “Vivimos en un tiempo, en que hasta la tolerancia puede ser represiva”.

Hace años, Jorge Garber (el autor del proyecto de creación de la Comisión Nacional Asesora para la Integración de las Personas Discapacitadas y su primer presidente), un hermoso ser humano y un gran cuadripléjico, prematuramente desaparecido (cuyo ejemplo me hizo comprender mi condición de persona discapacitada), me decía que en la lucha por el reconocimiento del valor social de las personas con discapacidad, hay mucho de lucha de liberación.

Es decir: se trata una acción política que puede ser comprendida y apoyada por muchos, pero que esencialmente corresponde ser librada por quiénes están afrontando en carne propia el problema, llámense personas con discapacidad, padres o familiares de discapacitados.

El año 2001 fue fundacional. La acción conjunta de organizaciones como Foro-Pro, el Departamento de Discapacidad de la Central de Trabajadores Argentinos, la Red de Discapacitados (REDI), entre otras igualmente valiosas, posibilitó visibilizar la realidad. Nació un movimiento social, que como tal demanda, utiliza la calle y las plazas como ámbito de protesta y tiene comportamientos que “llaman la atención” y provocan el enojo de los que detentan situaciones de poder.

4.1. Una práctica de seguimiento del cumplimiento de la legislación

Una de las actividades significativas desarrolladas durante el año 2002 por el colectivo de discapacidad consistió en la conformación dentro del ámbito de la Secretaría de Derechos Humanos del Grupo de Trabajo para la Reglamentación de la Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra las Personas con Discapacidad.

¿Cuál es la importancia de esta Convención?- Es la primera herramienta significativa disponible a nivel de los países de la OEA de defensa y promoción de los derechos de las personas con discapacidad.

Es una Convención de carácter didáctico y propositivo que tiene por objeto promover la adopción por parte de los gobiernos de medidas de acción afirmativa, en el plano de las barreras arquitectónica, comunicacionales culturales y a nivel de la accesibilidad a la educación, la salud, la rehabilitación, la prevención, el deporte, la recreación, el trabajo y la seguridad social para las personas con discapacidad.

Reglamentar una Convención de esta naturaleza en un país como la Argentina implica comenzar a considerar el incumplimiento de la legislación como actos de discriminación. Implica cambiar la naturaleza de las prestaciones sociales, que actualmente se ofrecen como una actitud en el mejor de los casos compensatorios, para transformarlas en la demanda de un derecho.

Implica que muchas cosas que las personas con discapacidad suplican, se transforman en derechos plenamente exigibles.

Personalmente me da vergüenza ajena que las madres de los niños y jóvenes discapacitados mentales tengan que andar con actitud de pedir disculpas por haber tenido un hijo diferente. Que estén mendigando la atención pública en las obras sociales, en los centros de rehabilitación, solamente sostenidas en sus reclamos por un puñado de profesionales y trabajadores de buena voluntad que atemperan muchos malos tratos institucionales.

Tenemos que terminar con la concentración de recursos asistenciales en Buenos Aires. Hay muchas ciudades importantes del país que carecen de servicios de rehabilitación o de servicios educativos especializados. Más aún los servicios para personas con discapacidad han sido durante la crisis reciente, un factor de ajuste para el programa médico obligatorio de emergencia.

Hoy en el mundo los programas de punta en materia de derechos económicos, sociales y culturales se llaman programas de exigibilidad ciudadana. Bueno, con este decreto reglamentario las personas con discapacidad comenzaremos a cambiar la realidad, no solos. Sino con el apoyo de los organismos públicos y no gubernamentales de defensa y promoción de derechos humanos y de vigilancia y control del cumplimiento de políticas públicas.

No hay área donde las personas con discapacidad no encuentren obstáculos y barreras reales.

  • la accesibilidad física a los edificios públicos y privados, a las estaciones ferroviarias y terminales de micros, a los andenes y paraderos.
  • la accesibilidad la transporte público donde no existen ni vehículos adaptados en número suficiente, ni personal entrenado para la atención de las personas con discapacidad, ni frecuencias garantizadas. Y ello tanto en corta, media y larga distancia.
  • las barreras auditivas y culturales que afectan a muchas personas discapacitadas, hipoacúsicos, ciegos y con otras problemáticas, como la baja talla y diversas discapacidades sensoriales. No hay señalética adecuada; ni subtitulación de mensajes en castellano en la televisión, ni acceso a espectáculos públicos culturales y deportivos.,
  • No hay accesibilidad a la educación ni programas verdaderamente efectivos de educación inclusiva
  • Hay barreras para el cursado de carreras universitarias
  • No hay acceso al trabajo por incumplimiento de la normativa vigente en el ámbito público y privado y por los prejuicios culturales de una sociedad insensible .a los reclamos de justicia. Que acepta a los pobrecitos discapacitados, que se conforman con la marginación y rechazan a los ciudadanos discapacitados en sus reclamos de igualdad y respeto a sus necesidades de autonomía.

5.- Conclusión:

Algunos autores considera que la bioética en muchas de sus orientaciones lleva al desarrollo de actitudes y políticas contrarias al desarrollo humano de las personas con discapacidad., porque enfatizan la autonomía pero rechazan la diversidad y desprecian la debilidad característica de las personas con discapacidad.

Quiénes sustentamos que una bioética de los derechos humanos debe favorecer el desarrollo humano y social del colectivo de las personas con discapacidad, creemos por el contrario que la autonomía, siendo significativa y esencial no define por sí sola a la persona humana, cuya dignidad se manifiesta en la discapacidad, en la enfermedad crónica y en otras situaciones que desde una perspectiva estrechamente liberal podrían parecer incompatibles con el ejercicio pleno de la ciudadanía. -

5.3.- El movimiento social de la discapacidad y la realidad argentina actual:

El problema de la discapacidad en la Argentina se ha convertido en un tema político y como tal hay que jugarlo.

El Congreso de la Nación debe pronunciarse a este respecto y para lograrlo va ser necesario presionar.

El Poder Ejecutivo va a tener que dejar actuar “como sí...”. Cuánto y cómo destine recursos financieros, técnicos y humanos a la atención de las personas con discapacidad, reflejará sus verdaderas intenciones.

Quedará todavía mucha batalla por librar. Ganar más espacio en la opinión pública. Y hacia los propias personas con discapacidad y sus familias.

Pero la batalla fundamental, se da en el interior de este movimiento social. Es la batalla de la autovaloración. Somos ciudadanos, tenemos derechos y podemos luchar por ellos.

No estamos solos. Hay una legislación nacional e internacional que nos ampara, que reconoce nuestros derechos.

Hay muchos argentinos valiosos que están de nuestro lado. Tenemos el respaldo de organizaciones sindicales, de organizaciones del pueblo, de organizaciones no gubernamentales, de los cultos religiosos, de muchos partidos políticos.

Es necesario consolidar lo realizado. El tema de la discapacidad ha dejado de ser un problema asistencial para convertirse en una lucha de afirmación de derechos. Esto es lo bueno.

Hoy formamos parte del movimiento social de los derechos humanos.

Tenemos a partir de ahora, que madurar en nuestros reclamos, unificar nuestros criterios y definir nuestros verdaderos intereses.

La tarea no será fácil, requerirá organización y tenacidad por parte de quiénes la encaremos. Y requerirá también de la participación de todos. De las personas con discapacidad; de las familias movilizadas en representación de aquellos que no tienen la posibilidad en plenitud de hacerse escuchar por sí mismos, de los profesionales que participan en tareas de promoción y asistencia; de las organizaciones del pueblo y de la sociedad civil, solidarias y comprometidas con la lucha de las personas con discapacidad por afirmar sus derechos y conquistar la ciudadanía.

Aquí radica nuestra esperanza. En que no nos gusta la perfección, sino en que valoramos la debilidad. En la disposición de cada uno de los miembros actuales de este Movimiento Social y de los que se incorporen en el futuro, de vivir cada día con la esperanza concreta de alcanzar nuevas metas de justicia, autonomía, calidad de vida y dignidad humana para todas las mujeres y todos los hombres de buena voluntad, incluidas natural y centralmente las personas con discapacidad.

[1Carlos Eroles y Carlos Ferreres (comp) “La discapacidad una cuestión de derechos humanos, Espacio Editorial, Bs. As., 2002

[2Paulo Freire, es autor entre otras obras de “Educación como Práctica de la Libertad” y “Pedagogía del Oprimido”, de las que hay numerosas ediciones en castellano

[3Mario Wainfield “Lo mejor está en la calle”, Página 12, Bs. As., domingo 7 de julio de 2002 Nancy Fraser ¿De la redistribución al reconocimiento?, en Revista New Left, Madrid,2000

[4Nancy Fraser ¿De la redistribución al reconocimiento?, en Revista New Left, Madrid, 2000

[5Berger y Luckman “La construcción social de la realidad”!, Edit. Amorrortu, Bs. As., 1993

[6Miguel López Melero ”Ideología, diversidad y Cultura....” en Fundación C. Thevenet “Equidad y Calidad de Vida para atender a la Diversidad”, Espacio Editorial, Bs. As., 2002

[7La frase pertenece a Hannah Arendt

[8Pedxro demo-Lilian Nunes de Aranha Oliveria: “Ciudadanía y Derechos Humanos, desde la perspectiva de las políticas públicas”, Cuadernos de la CEPAL nº 79, Stgo. De Chile, 1997

[9López Melero, ob. cit.

[10Iván Darroiult, “Una formación personal para los profesionales a cargo del niño discapacitado...”, en Fundación Claudina Thénevet ob. cit.

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